Mi forma de sanar

Meditación con Mataji Shaktiananda

15·01·2025

Percíbete ahí donde estás,
haciendo presencia.
Haz consciente cómo estableces tu Ser,
y observa tu respiro, pausado, profundo,
en sosiego, calma.
Haz tu pronunciamiento desde ahí.

¿Ante qué o ante quién te pronuncias?
Ante tí.
Amada conciencia, otro día más en mí,
dentro de mi espacio-tiempo, anhelándote.
Soy esto,
y respiro hoy en tu divino aliento,
así pronuncio mi Ser.

Haz igual que el respiro te pronuncie,
te deje saber quién eres y lo que haces.
¿De hacer, qué estarías haciendo?
¿Qué se te ocurre?
Más allá de lo que sea esto,
meditar, meditar, meditar.
¿Cómo lo harías?
Más allá de lo que la supuestas técnicas son.

Y por lo pronto sería respirarte,
habiendo coincidido contigo hoy,
habértelo propuesto.
Me siento, me aquieto, me respiro,
me percibo, me amo.
Le doy un respiro a mi mente,
a mi alma, a mi sentir.
Me doy respiro, sabiendo además,
que es lo que más necesito.

Mi amado respiro.
Hazlo consciente, respira amándote,
y percibe lo que ocurre.

Y dirás, ¿de dónde viene esa fuerza?
Ese abrazo sutil, esa caricia íntima,
esa quietud tan a voluntad,
ese pensamiento tan indescifrable.
Que todo lo responda el respiro,
el que produces, siendo quien eres,
una criatura, un manifiesto, un ser, un alma.

Y el respiro se reconoce,
sabe dónde está,
sabe quién lo crea y para qué.
Es cuando sonríes,
porque ni siquiera sabes qué ocurre.
Ya ni pienses en buscar algo
y menos en encontrarlo.

¿Qué sería? Si estás ahí,
si respiras así, si animas la conciencia.
¿Qué debes, qué quieres?
¿Qué tendrías que pensar?
¿Sobre qué o sobre quién?
¿Qué existe además?
¿Qué tendrías que escuchar?
¿A quién, diciendo qué?

Sostente ahí,
en tu valiosísima gravitacionalidad,
que sería tu logro sutil,
olvídate de formas,
despersonalízate y entrégate a lo que ese vacío es,
el silencio mismo,
que pulsa, que late
y que es lo que más te pronuncia,
tu silencio sostenido,
confiando así, en ti,
sin que nada te obstruya,
ningún temor, ninguna culpa.

Y el silencio, el respiro mismo,
el contacto justo,
la mente en memoria,
y tu alma en fuga, al espacio interno,
donde habita todo.

Es cuando provoca quedarse
para siempre ahí,
donde todo es, donde habita el Ser
y la conciencia que eres.
Respiro siendo lo que soy.

Respiro profundo
hasta sentir el pecho,
solo para reconocer la fuerza y el poder,
lo único que existe, la realidad única,
el recinto más puro del Ser:
mi humilde corazón.
Respiro y lo percibo fuerte,
abierto, constante, sagrado.

Respiro asimismo
para agradecer todo lo percibido,
y más que nunca,
comprometido con la fuerza que Es,
la que me sostiene, la que me conduce,
la que me permite, la que me impulsa,
y la que discierne de no dañar ni herir,
ni fingir, ni mentir, ni negar.

Respiro sabiendo que es la forma de sanar.
Agradezco, agradezco y agradezco.

Om Namaha Shivaya