Cuando respiras así, ¿cómo te sientes?
¿Crees que logras alguna serenidad?
¿Lo consideras de alguna manera, estar bien?
Cuando respiras así, ¿te sientes bien, estás bien?
¿Qué sería para ti estar bien?
¿Aprecias la condición de poder respirar?
Por lo que sí, respirando así,
deberías sentirte bien.
Así que respira bajo esa condición,
facultándote de ti, a profundidad,
haciendo que todo se estabilice.
Obsérvate.
¿Qué tanto te permites estar en quietud?
¿Logras esa actitud? Porque termina siéndolo.
Proponte, mantente en quietud.
Ordena el respirar, no te permitas variantes,
un ritmo constante.
Si alternas, si mal modulas los respiros,
te distraes.
Y quien te observa es tu mente,
la que permanece atenta y créelo,
pero no atenta, al contrario,
espera esto, que le des respiro,
que la atiendas tú, en este estado,
al que tu respiro la lleva, a sentirse en quietud,
a querer estar bien, sosegada, atendida por ti.
Si te es posible, conténtate.
¿Ves cómo se dispone?
No se altera, no fastidia, no reclama,
está contenta en su quietud,
la que le brindas y la que te brinda a ti.
Si empiezas a pensar
¿por qué motivo estarías bien?
¿Por qué razón estar contento?
¿Necesitarías alguno?
¿No te bastaría esta actitud,
esta forma de tu voluntad, este tiempo sagrado,
esta forma de saber estar en ti, de complacerte?
De que a pesar de que estés pasando
lo que estés pasando,
te acercas a ti y te quedas ahí, conteniéndote.
Que si se aviva algún temor
no te afecta, no te detiene.
Que todo esto es tan preciso,
tan coincidente, tan exacto, tan perfecto.
Tan solo imagina todo lo que está ocurriendo
en este preciso momento, en cualquier lugar,
en medio de tantas situaciones,
y tú estés así, consciente de todo eso y de ti
y, que pese a todo eso puedas decirte:
“estoy bien, me siento bien”.
Y tu respiro ahí, imperceptible, nada mecánico,
puro aliento, pura bondad, toda actitud.
Y te quedas, en esa perfecta actitud,
inmerso en ti y a la vez,
tan en ninguna parte, tan en la nada.
¿Cómo no agradecer a tu respiro?
¿Cómo no sentir la vida?
¿Cómo podrías permitir, permitirte,
hacer lo que no Es?
¿Cómo te dejarías romper así?
¿Cómo te atreverías a caer?
¿Cómo justificarías en algún grado, no ser,
no hacer más que el bien, concretar acción,
responder en luz, amar más?
Y el respiro, una fórmula perfecta
de todo tu ejercicio, de tu excelso sistema,
una fuerza dada por la Fuente que te ama tanto.
Criatura, atiéndete, respira como es,
hazte consciente, refiere siempre lo que Es,
aléjate de lo que no, no dañes, hazte en propósito,
consiente en ti la verdad, jamás la mentira,
determina un logro, ámate, confía.
Hazte presente siempre, ante quien sea, donde Es.
Ahora respira más, con fuerza,
como si alimentaras todo,
como si te alimentara todo,
como si fuera el alimento todo.
Y por mi parte,
te agradezco tanto, te agradezco todo,
más, tu presencia en mí.
Respira profundo, agradece tu bondad,
respira siempre bien, sé bueno.
Om Namaha Shivaya