Concéntrate en tu respiración.
Lleva tu pensamiento ahí.
Que lo que ahora quiera tu mente
sea respirar, saber cómo lo hace
y, que toda ella se lleve ahí,
a lo que pareciera ser un mecanismo,
pero es tanto más.
Y es que el respiro no se piensa, se produce.
Y tu mente sabe que existen tantas razones
para poder saber y querer respirar.
En el momento en que respiras,
la mente sabe con lo que hará comunión.
En principio es con todo tu cuerpo,
quieto como está.
Ese cuerpo que también se aquieta con el respiro
y que se relaja hasta un punto,
porque existe otro, que lo mantiene atento
y que le permite mantenerse en serenidad.
¿Qué tendría que sostener esa serenidad?
Y son tantos tus fluidos, corrientes incesantes,
que se modulan, se sosiegan con tus respiros.
De esa manera permites
que lo que eres, fluya igual,
que expidas desde tu cuerpo más físico,
lo que eres: energía.
Y, que así la trabajas, la aceptas,
constante como es y, permites igual,
que se relacione con todo lo que Es.
La posibilidad que te ofrece tu serenidad,
es no alterarte con lo que existe en desajuste,
que es tanto, además.
Igualmente esa energía
que te invade, que choca en ti.
Y cuando respiras así, creas campos,
que no es que te aíslan o te protegen,
se establecen, se establecen.
Se establecen en ti.
Y así, eres lo que eres, lo que quieres ser,
lo que te propones ser.
Generas fuerza que parte de tu constante,
el tiempo y el espacio que creas
y, que te ha creado a ti.
Imagina entonces,
cuando todo eso está consciente,
cuando te haces consciente,
cuando es tu conciencia la que sabe actuar así.
Te abstraes y cesa
el mundo de las formas, hasta la tuya.
la vas disolviendo a razón de tu respiro,
instalado en tus otros cuerpos,
los que se integran y comunican
con lo que no se ve, pero que existen.
Cesa igual, toda esa visión,
a veces tan impuesta, todo ese ruido visual.
Estás ahí, permaneces ahí, viendo nada,
escuchando nada.
Es cuando lo que parece oscuro, resplandece.
Tampoco es un resplandor agobiante,
es sereno, silencioso.
Tu respiro cincunvala todo lo que eres.
Es como si se espiralizara,
desde tu respiro, todo tu Ser.
Y te elevas.
Te elevas en sustancia,
Es lo que produce la serenidad de tu respiro.
Es lo que produce tu mente aquietada.
Es lo que produce tu visión interna.
Es lo que produce tu silencio.
Es tu forma un espiral,
múltiples en realidad,
infinitos en su totalidad,
hasta que estallan y, esa desintegración,
te integra a la Conciencia.
Hasta el respiro cesa, ya no se necesita.
Contienes el Todo y el Todo te contiene,
hasta que nada existe.
Es que eres tan maravillosamente valiente,
que te atreves aquí, en medio de todo esto.
¿Cómo no amarte?
¿Cómo puedes todavía negarte?
¿Cómo te sigues alterando?
¿Por qué te sigues castigando?
Si tu propuesta es liberarte.
Mantén eso consciente.
No correspondas a tribulaciones,
ni a argumentos, ni a fuerzas que te resten.
Atiéndete más.
Restablece una y otra vez,
lo que alguna vez te llevó a esto, a tanto.
Confía más.
No aplaces.
Valora tu esfuerzo, valora tu vida
y lo que has encontrado en ella.
Imagínate, te encontraste a ti.
¿Cómo no amarte?
Respira en gratitud, respira profundo,
acércate a tu conciencia en vigilia y vive.
Hay que vivir.
Om Namaha Shivaya