Atiendo el tono y permito que me inunde,
que se introduzca en mi,
buscando compartir vibración,
que ese sonido se instale, me calme,
y me vaya ordenando.
Es más que música, más que poesía.
Si guardo tensión, la libero,
hago que el tono me ayude a liberar.
¿Cómo sería?
Manteniendo esa frecuencia en mí,
haciéndome uno con ese sonido,
vibrando así, y me aliento con el respiro.
El tono induce, aduce, conduce,
y tu Ser se va manifestando,
en lo que éste propósito es: estar en ti.
Nada que buscar, nada que alcanzar,
nada que encontrar,
es tan simple estar en ti,
en lo que eres, como eres.
Mantente en quietud,
tan solo el respiro que se acopla,
que ejecuta todo lo demás,
tu propia música, tu melodía,
el sonido de tu alma,
el resonar de tu espíritu.
Y estás ahí, apacible,
registrando tu presencia
con todo lo que es, conlleva,
modulando tus pensamientos.
Que permanezcan ahí pero sujetos a lo que haces:
coincidir contigo, con tu esencia,
con tu fórmula del Ser.
Que no se quebranten ni se exalten,
que permanezcan también ahí,
atentos a lo que eres, a lo que haces, a lo que quieres.
Dime si no hay maestría en todo ésto,
ingenio, y lo que más, voluntad.
Estás, eres, en lo que tu voluntad es.
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por quién?
¿Quién te pide? ¿Quién te exige?
¿Quién reclama tu voluntad?
Y así no es, así no existe,
más que nada, te la brinda.
Estás en la voluntad del Ser,
dime si eso no es inmenso.
Percibe eso: estoy siendo en la voluntad del Ser.
Se produce entonces la conmoción,
ese ímpetu, esa fuerza,
esas ganas de entregarlo todo, todo, todo.
Porque ante todo esto, lo que existe y te rodea,
en la misma recreación que has hecho
de lo que la vida es, dime:
¿para qué usarías lo que tu voluntad es?
¿Quién se aprovecha de eso?
¿Quién te engaña?
Imperceptiblemente respira.
¿Quién hace que se suma a tu voluntad?
¿Quién toma tu voluntad?
¿Cómo avanza tu conciencia a razón de tu voluntad?
¿Qué hace tu voluntad con tu conciencia?
Percibe cómo se siente
la voluntad en silencio,
y el silencio en voluntad.
Ésto es el summum de tu voluntad.
Cuando decides manifestarte en el estado
más apacible y contundente
de lo que tu alma es.
Es el ejercicio de voluntad más firme.
Renuncias a accionar, a expresarte,
a mostrarte, a interactuar.
Y te retienes,
haciendo que lo que realmente eres, sea.
Hasta del cuerpo te desprendes, aunque esté ahí.
Consientes tu mente,
y no es que la inhabilitas
o falsamente la controlas, cede.
Tu sutil aliento, esa maravilla,
tu fiel compañía, y lo vital,
tu respiro te sostiene.
Y ocurre, eres todo, todo, todo.
Y más Eso, lo que ha creado todo esto.
Dime, ¿cómo no atreverse a voluntad propia?
A respiro libre, a conciencia, a voluntad plena,
entregarse, darse, amarse, amar.
Y el respiro que ya no existe,
pruébate, no está.
Pasas a otra forma de respiro,
a otro estado, a otra conciencia,
a lo que la entrega es, créete.
Así lo reduzcas a estas citas, créete.
Y todo esto es lo que terminas compilando,
almacenando, reservando,
para lo que la vida es.
Eso allá, allá afuera, y que no te pese más,
al contrario, sabrás sostenerte,
enfrentarte, ceder, compartir,
extender, expandir, ofrendar, dar: amor.
Más, a quien sabes debes.
Los demás, que reciban lo que pueden.
Respira ahora, y el tono ahí,
dando anuncio de la constante.
Serán muchos pero la constante es una,
como uno es el que es.
Respiras y te agradeces,
y te complaces de saber
lo que tu voluntad es y de quién es,
y cómo obra, y para lo que obra:
para la conciencia que es, que eres.
Respira profundo
y prométete ser siempre más,
a pulso y a voluntad,
ser siempre más.
Om Namaha Shivaya