Búscate hasta que te encuentres
respirando plácidamente.
Hazlo con profundidad,
buscando igualmente, tu serenidad.
En alguna parte de tu interno, habita eso, más,
si has trabajado tu conciencia.
Y la respiración es base para obtener eso,
más allá del simple hecho
de alcanzar vitalidad al respirar.
Tienes que aspirar a dar con eso,
estés pasando por lo que estés pasando.
Te sientas carente, abrumado, insatisfecho.
Cuida atentamente tu respiro y él te cuidará.
Percibe brevemente tus sensaciones,
si te asalta alguna inquietud.
Si tu mente se alborota, simplemente respira,
porque lo que ocurrirá
es tu conexión con lo que eres.
Es el momento en que te desconectas
de todo lo demás y vas apagando tus sentidos
hacia lo que afuera está.
Y no te imaginas lo que se prende adentro,
lo que se moviliza,
para brindarte precisamente quietud.
Y todo lo hace tu respiro.
Vas percibiendo eso
y no se trata de que lo busques demasiado,
se confundiría tu mente,
que, cuando quiere, te sirve en bien.
Pero no es ahí y ella lo sabe.
Distingue un poco, mide,
la cualidad de tu silencio.
Si te hace ruido, respira.
Tienes que encontrar el más perfecto silencio.
Es como si te adentraras
y el tono que te sensibiliza
desde esos conductos que no rozan los sentidos.
Más bien se proyecta
como más de lo que tu vibración es.
Y te encuentras vibrando
en lo que tu quietud y tu silencio es.
No hay sentir, no hay sonido, sensación alguna.
Y el pensar es como una vibración también,
que no encuentra contenido,
no expresa ni pronuncia nada.
Es pensamiento que vibra, es divino.
Pero no te quedes ahí, como en ese éxtasis.
No te conformes con eso, aliéntate a más,
con ese tu respiro,
imperceptible, silencioso, profundo.
Haz que toda esa vibración igual, te habite todo,
permítelo, más, si algo sabes de ti,
de lo que mantienes ahí, en tus vacíos.
Confía en ti, en lo bien que sabes hacer esto,
en lo mucho que lo necesitas,
en lo que te produce, que es más de ti.
Permítete convertirte en eso.
Y aunque respondas a una forma,
tengas este poderoso cuerpo,
te habite una mente y respondas a una razòn,
permítete más, ábrete.
No busques nada, en realidad,
todo en ti es un encuentro
y tu respiro lo hace posible.
Y ocurre lo que quieres, te expandes.
Y la mente lo permite porque sabe,
porque así también lo quiere,
hasta que eres eso, tu conciencia misma,
habitándote, habitando, lo que todo esto es
y tú, permitiendolo amorosamente,
sabiendo que la conciencia es lo que es,
lo que se ha creado,
a razón y en función de lo que eres.
Por eso debes creer en ti, confiar en ti,
saber vivir en ti, permitirte lo que quieres,
sabiendo lo que eres.
¿Qué crees ocurre cuando estás así?
¿Qué crees produces cuando habitas
todo espacio y todo tiempo?
Cuando eres eso, eres todo.
Y entonces ocurre, entonces eres y no hay nada.
Por eso, ¿qué tendrías que encontrar?
¿Cierto que nada?
Cuando te permites percibir eso, ocurre,
se da el gozo y se da una liberación,
para que no haya angustia, ni tensión,
ni temor, ni exhaltación, ni confusión.
Eres perfecto.
Respiras confiando, respiras profundo
y te plenas de gratitud, no hay nada más.
Todo lo que existe o lo que crees existe, no es.
Solo existe esto, ya lo sabrás.
No permitas que la vida te supere, supérala tú.
Haz que cada instante te aporte conciencia.
Haz que cada acto, te haga verdad.
Haz que cada respiro te permita amar.
Hazte propósito.
Respira profundo, con entendimiento,
con fuerza, con voluntad y con aceptación.
Ríndete en gratitud.
Ríndete a tu Ser.
Om Namaha Shivaya