Ratifícate haciendo presencia
con tu respiro consciente.
Di internamente aquí estoy,
aquí me siento, aquí soy.
Y deja que eso haga su presencia en ti.
Mantén ese respiro,
profundo y sereno, equilibrado.
Gana más presencia, la que te da tu justo respiro.
Siente como te vas encendiendo.
Dirás, ¿cómo se siente eso?
Y a medida que respiras, eso va ocurriendo.
Es cuando te avala tu modo consciente
y vas haciendo que todo en ti vaya activándose.
Hay veces en que puedes sentirlo,
otras no y, no importaría.
Vas encendiendo cada uno de tus circuitos
que se van manifestando, tras esta, tu intención,
de hacerte en tu presencia y respirar en ella,
confiando absolutamente en ti,
en lo que te sabes capaz,
en lo que ya determinas como tu necesidad
y, finalmente en lo que quieres.
Quieres ser y hacer esto, quieres alinearte,
darle consecución a lo que tu propuesta de ser, es.
Cada respiro te reafirma y te ratifica eso.
Te mantienes ahí, inamovible,
dándole fuerza a esa quietud.
Ya ni siquiera busques tu respiro,
ni permitas que te busque a ti,
ya estás en el estado en el que se expresa
a través de tu latir y juegas a suspensiones,
cada vez más atrevidas,
que te van proporcionando estados internos,
de profunda plenitud, en los que no adviertes
ningún pensamiento que te haga distraer,
ningún recuerdo, ninguna inquietud.
Es tu inamovilidad asociada a tu vibración
y a tu expansión.
Dirás, ¿expandirme para qué?
Para que te des alcance,
para alcances lo que quieras
y para que todo lo que
se presta a tu alcance, te alcance.
¿Qué se te ocurre puedes aspirar hoy,
cuando sabes que te rodea una
manifestación plural, de lo que la Madre, es?
¿Cómo crees podrías
darle alcance a esa bendición?
No te hagas del lamento,
no te sientas desvalido,
no resientas de abandono,
ni refuerces carencia alguna,
al contrario, hazte presente
con alguna fortaleza,
sin forzar, sin aparentar,
hazlo de forma natural.
Ya tu presencia, es fortaleza.
Ya tu comunión, es fortaleza.
Ya tu entrega, es fortaleza.
Ya tu convicción en ti, es fortaleza.
Desde esa fortaleza, implora más,
con sutiles respiros, implora más.
Es cuando se da esa forma de sujetar, tan amorosa
y te sientes sujeto a algo que no te suelta.
Y te atreves a decir así:
Madre, hago presencia en ti,
como lo que soy, tu Ser amado.
Madre, aliéntame más.
Madre, resguárdame en tu cobijo.
Madre, cerca estoy de ti.
Madre, te entrego mi fortaleza.
Madre, acepto tu bondad.
Madre, soy en tu amor.
Te quedas ahí, en respiro contenido,
sin necesidad alguna, en plenitud, lleno de todo.
No hay espacio en el vacío,
no hay vacío con espacio.
El respiro no se da, se contiene
y te sostienes ahí en suspensión,
reteniendo todo.
Adorada, poderosa y bendita Madre,
soy en tu presencia y tu presencia es todo en mí.
Hasta que respiras en gratitud,
agradeciendo tanta bondad,
tanta incondicionalidad,
tanto amor, tanta fuerza, tanta luz.
Respiras complaciéndote en tu presencia,
agradeciéndote por estar aquí.
Te agradezco de veras, por hacerme ser,
la Madre que Es.
Me rindo ante ti,
bendito seas amado Ser.
Om Namaha Shivaya