Visualízate desde muy adentro, estando ahí.
Visualiza tu figura, tu postura,
el espacio que ocupas y siéntete tú.
Hazte presente simplemente respirando.
Esa es la mejor forma de hacerte presente,
buscando serenidad, aplomo, estabilidad, fuerza.
Te mantienes, haz grato ese estar, sin tensión
y, de alguna forma te vas desdibujando.
Tu mirada es interior,
hacia eso, lo insondable, lo que te habita.
Hay respiro calmo, que te abarca y te produce eso,
una calma, una liviandad.
El respiro es todo.
Es lo que te permite este estado,
en el que habitas tu espacio, siendo tan tú.
Es cuando sabes lo que es tu manifiesto,
lo que eres como manifiesto,
presencia y conciencia.
Y lo que haces hoy por ser eso, activo como estás,
en estos espacios del planeta
en el que decidiste habitar para experimentarte.
Nuestro sistema sabe y agradece, además,
cuando tu propuesta es conectar así,
afianzarte en lo que tu interior es,
para saber danzar
sobre todas estas circunstancias,
que la vida es.
¿Dime si no tiene esto todo el valor?
Que puedas detenerte, conectarte,
disciplinarte, para conectar.
Y puedas así conocer lo que te inquieta,
lo que te demora, lo que te aturde,
lo que te preocupa.
Respiras y vas alcanzando más.
Y será entendimiento ante las razones que vives,
a veces tan absurdas,
tan inesperadas, tan desconocidas.
Pero te plantas y dices:
Sí, sé que puedo.
Sé que estoy.
Sé que soy.
Y el respiro ahí, unido a la constante,
que supo cuándo iniciar y cuándo debe cesar.
¿Dime si no tiene valor tu respiro?
Y la cualidad que le has dado,
todo lo que te ha enseñado de ti.
Y es por lo que te atreves a vivir, te arriesgas.
Ahí donde estás, ¡estás siendo tanto!
Aunque no lo creas, liberas materia.
Y lo que tu mente hace es extraordinario.
Cómo regula el cuerpo, cómo lo calma,
para que sea ella la que proyecte,
esa tu conciencia.
Y empieza el juego de fluidos etéricos y,
lo que todo lo invisible, es.
Comienza tu danza y danzas, hecho sustancia,
que comunica el Ser con tu Ser.
Y toda la materia se calla,
para que se haga el silencio del Ser que eres.
Ni la mente habla, danza igual.
Y el respiro cesa y, como siempre,
queda la suspensión, te suspendes.
Es cuando existes para ser.
¿Dónde estás?
No lo sabrías y no tendrías miedo alguno.
¿Qué más da?
¿Quién eres?
Y retumbas en el Todo y, a la vez,
en lo que Nada es.
Estás ahí. Estás ahí, porque te siento en mí.
Quedémonos un rato así.
Y hay que volver, hay que volver para seguir,
para nunca más volver,
así que respira atendiendo tu estado.
Respira profundo agradeciéndote la voluntad.
Respira.
Om Namaha Shivaya