Fija tu atención en cada respiración,
tratando de hacer cada respiro en equilibrio,
con moderación y con justo aliento.
Suelta toda inquietud, incomodidad
y busca que tu pensamiento
se alinee a este momento,
cuando simplemente respiras,
sostienes tu quietud y te encuentras.
Me pregunto,
¿a qué o a quién quisieras encontrar en ti?
¿Si reconoces lo que ya has andado, has caminado,
para todo ese encuentro?
¿Qué tan lento o qué tan rápido vas?
¿Cuánta agitación todavía llevas,
o cuánta tranquilidad?
Si me preguntas, ¿hemos caminado?
Te diría que sí.
¿Cuánto? Dirás.
Mucho, mucho, mucho.
Y te lo digo de verdad,
por la mía y por la tuya,
por esas verdades que existen.
Sí, hemos caminado.
Y, si dudas, explícate, explícame,
¿qué hacemos aquí?,
respirando así, sintiéndonos así,
queriendo tanto, acompañándonos aún.
Y, lo que más, y lo que más,
atreviéndonos a creer, a creernos.
¿Qué habremos encontrado en nuestro respiro
para haber estimado
un recorrido de tan largo aliento?
Y seguirnos, alcanzarnos, esperarnos, avanzar.
Y es que sabemos que existe un encuentro propio,
consistente, verdadero.
Y es que nos tomamos la palabra,
cualquier palabra,
la que siempre nos ha servido, para amarnos más.
Eso nos da un respiro, un respiro de vida,
un respiro al alma, un respiro a la fe.
Me dirás, ¿qué tanto hemos sabido respirar?
Y es este mundo, en el que se respira así
y no se nos olvida,
aunque se prive el aliento, se agoten las fuerzas.
Hemos sabido respirar conscientemente
y atreviéndonos a hacerlo.
Hemos sabido sostener
la constante de lo que la vida es
y la existencia toda,
cuando hemos vivido, cuando hemos existido.
Dirás, ¿cuándo se agota esto?
¿Cuándo cesa? ¿Cuándo me libero?
Cuando quieras, cuando lo precises,
cuando te arriesgues más.
Y es que el respiro arma la conciencia.
La arma.
Y es la conciencia quien libera.
Mientras más elevada, más libre,
más despojada de tus atavíos,
de estos conflictos, de esta incertidumbre,
de esta desbocada idea del Ser.
Porque el Ser es simple.
Y por haber caminado es que hemos confiado
y hemos podido y hemos superado,
tú sabrás qué.
Respira imperceptiblemente,
quedándote en los aires internos, invulnerables.
Cuando estés ahí, en ti,
concreta, invoca, obedécete, burla todo temor
y evoca lo que eres, evoca lo que eres,
evoca lo que eres:
una conciencia hermosa, sabia, abierta, simple.
Respira bien, respira consciente,
hasta que sientas que debes agradecerte
por todo y por tanto camino,
por toda y por tanta fuerza,
por toda la vida y la existencia toda.
Agradece respirando,
atendiéndote ahora, ahí donde estás,
presente, consciente y amándote.
Disfruta cada respiro.
Disfruta cada avance
y sigue siempre.
Gracias por el encuentro.
Om Namaha Shivaya