Respira sin temor, sin dudas, sin ansiedad.
Más bien, relájate y concéntrate en tu respiro,
permaneciendo ahí,
marcando tu ritmo, tu propia necesidad.
Toma cuanto aire quieras y suelta igual.
Atiende solo tu respiro.
Y digamos que no busques situarte,
más bien, despréndete.
No marques zona ni espacio,
aguarda que cada respiro
te ayude a ganar esa liviandad,
y te sientas en suspensión,
en tu bendito espacio, el que ocupas.
Con cada respiro ve ganando elevación,
lo que te digo: desprenderte.
Que el cuerpo no te atrape
bajo ninguna de sus sensaciones.
Déjalo ahí, en depósito consciente.
Ve haciendo que cada respiro
te transporte a tu cuerpo más sutil,
el que ni siquiera precisa espacio.
Y te vas desprendiendo, elevando,
imaginando que, algo en algún lugar, te espera.
El respiro te eleva
y tu desplazamiento ocurre.
Estás suspendido,
confiando en que algo o alguien te aguarda.
Y te sientes listo, preparado, en disposición,
sin expectativa ni ninguna condición.
Cada respiro cuenta.
Y tu Ser se transporta a algún espacio,
bendito por lo demás,
en el que solo ocurre la luz.
Respiras a plenitud.
No hay lastre, no hay juego maldito,
no hay demora, no hay engaño ni displicencia.
Estás enteramente sostenido,
en una especie de gran útero,
consintiéndolo, a plena conciencia,
con firme entendimiento, con total aceptación,
con respiro en gozo.
Y te vas preparando, para que solo surja de ti
la más hermosa palabra que existe:
Madre.
Madre.
Madre.
Pronúnciala.
Madre.
Madre.
Madre.
Me habitas y te habito,
eres todo para mí.
¿Cuánto te puedo dar? ¿Cuánto te puedo pedir?
Si eres la gran dadora,
si en tu inmensidad, todo lo das.
Madre, respiro en ti,
como el hijo que soy.
No existe mayor ni mejor lugar
que en ti, Madre.
Por eso sé que el compromiso es volver,
siendo ya quien soy, siendo ya,
y habiendo hecho
mi Ser, en tu Ser.
Madre amada,
¿Qué recorrido es este?,
¿Qué turbulencias he vivido, Madre?
Atiéndeme.
No me descuides.
Ya no te guardo secretos,
ni te niego, ni te reclamo.
No Madre, ¿cómo podría?
Estoy contando, Madre,
con tu proyección más amorosa,
la que hoy existe para mí, siendo tú, estando en ti.
Y solo pido, humildemente,
me colmes, me abrigues, me dispenses,
tus bendiciones.
Bendíceme, bendíceme,
bendíceme siempre, Madre.
Nuestro Universo eres.
Llenas todo, respiro en tu aliento,
converso contigo, te necesito tanto.
Perdona mi desamor, mi propio descuido,
perdona mi incomprensión, mi ignorancia.
Perdóname.
Haz que todo respiro, que ya sé provino de ti,
porque en tu respiro fui,
es lo que se mantenga
entre tú y yo, Madre.
Amorosa Madre.
Persistiré en este compromiso de vida
que junto a ti hice,
por tu bondad, por tu infinita bondad,
por siempre.
Que así sea.
Om Namaha Shivaya