Te concentras en tu respiración y en el tono,
te centras ahí, permitiéndote vibrar
sobre ese sonido.
Los tonos penetran de muchas formas,
se integran, haciéndote estar ahí,
sobre una frecuencia.
Y, si algo existe en ti que desentona,
te va armonizando.
El respiro, lo que más logra,
que te hagas en tu ritmo,
que vayas estabilizándote,
llevándote a un estado de quietud.
Y permaneces ahí.
Tienes que considerar
este espacio de tu tiempo,
en el que te entregas así,
sin buscar nada, sin atender nada más,
en el que te has dispuesto hacia este contacto,
en el que te meditas,
que no es más que darte en ti, darte a ti, darte.
Es que estamos tan obsecados
con cualquier forma de encuentro,
pretender saber, averiguarnos, adivinarnos,
obtener alguna certeza ante tanto temor,
por lo que crees es tu desamparo,
lo incierto de todo,
las variantes hasta de tu mismo ánimo.
Y es el respiro que te acompaña,
tu más firme certeza,
saber que estás vivo,
que sabes darte respiro,
y que estás en tu historia de vida.
Dirás, ¿cuál es mi historia?
¿Quién la sabe?
¿Quién la hizo?
Y eres tú, quien la vive día a día.
La formas, la construyes, la relatas,
siendo quien eres y haciendo lo que haces.
Y el respiro ahí, testigo de ti,
tu principal testigo.
¿Para qué sirve la historia?
Y de todas, todas,
para que sepas de ti.
¿O crees que a alguien más le puede interesar?
Hemos creído y nos hemos acostumbrado,
a que debería ser así.
¿Te acuerdas lo que éste depósito es?
Porque, ¿a qué vienes?
¿Acaso a depositar tu historia? ¿Cuál?
¿Dónde reside esa historia?
En tu memoria,
en toda memoria humana.
Por eso te digo,
¿qué le has dado a esta historia con tu respiro?
Y estás ahí, tan lleno o tan vacío.
Y tu respiro ¿qué atestigua?
¿Serenidad o agitación?
Porque no se trata de que borres
historia como memoria…
Es que sanes, sanes, sanes,
haciéndote perfectamente consciente.
Respira para sanar
todo vestigio de memoria insana.
Lo que te ha creado una historia,
con riesgo a recurrencia,
por lo que la mente es.
¿Crees que respiras para qué o para quién?
¿Qué o quién se alimenta de tu respiro?
Y es tu mente quien regula este organismo,
que lo lleva a ser y hacer.
Por eso esta actitud de vida,
lo que meditar es, auto observarte,
percibirte, aquietarte,
es lo que hace que en cierta forma sanes.
Cuando cualquier historia se precipita
y pretende alterarte,
y sacarte de tu aquí y ahora.
¿Y si tu decisión es presente en luz, qué?
Por eso, íntimamente, solo en ti,
hacia tu mente, dí amorosamente:
soy presente en luz.
Soy presente en luz.
Soy presente en luz.
Y tomas ese respiro tan vivo,
tan auténtico, tan verdad.
Y te das todo lo que eres hoy,
cuando ya ni siquiera quieres
aventurarte a más historias,
sabiendo que toda esta ficción,
es más que el vacío.
Todo es tan irreal,
tan completamente falso,
tan incierto, tan vulgarmente equivocado.
Y que tu respuesta es:
soy presente en luz.
Más que bendito.
Sé siempre verdad,
haz que tu respiro sea verdad,
haz que tu palabra sea verdad,
y, lo que más, tu acción.
Mente amada,
soy presente en luz.
Om Namaha Shivaya
Antes de comenzar,
hago un humilde llamado
a San Miguel Arcángel.
Elevo una petición,
así como le brindo y espero me acompañes
a producir en pensamiento y sentimiento,
lo que siempre es un clamor:
San Miguel Arcángel, hazte presente aquí,
proyecta el orden, la luz y la verdad,
para que en firme cumplimiento,
todo lo que deba pasar, se de.
San Miguel Arcangel,
hazte presente en mí.
Haz que tu respiro también lo pronuncie,
tan solo eso.
Así que consciente, pausada y amorosamente,
respira para ti, respira por ti.
Y ahí donde estás, en perfecta quietud,
visualízate como tu imaginación pueda y quiera.
Dibújate, junta líneas que te hagan tu contorno,
aplica alguna profundidad,
algo más de perspectiva,
para que también llegues a tu interioridad.
Mantente ahí, en respiro consciente,
en principio observándote, regulando lo que contienes,
que se acople a lo que tu respiro es,
hasta que alcances esa constante,
que el hilo, la línea de tu vida es,
este aquí y ahora, esta postura de vida,
esta decisión de permanecer aquí,
y las que has hecho
de aventurarte más hacia ti.
Respira ahí, todo eso
y produce el momento.
Los momentos se producen, se elaboran,
así que haz que este momento sea lo que es,
desde lo que tu voluntad ya ha expresado,
saber y querer estar en ti,
produciendo ese respiro,
el que te contacta, el que te recorre,
solo para eso, para producirte el momento.
Es cuando respiras más consciente,
más en situación.
¿Cuál es tu situación hoy?
¿Qué la demarca?
¿Haces conscientes tus tensiones?
¿Qué está ocurriendo?
¿Hay abierto algún proceso?
¿Existe algo o alguien que te inquiete
con su actitud, su conducta hacia ti?
¿Percibes cierta demora o estás a plenitud,
en capacidad de relajarte,
de permanecer así, entre aislado y ajeno a todo?,
atendiendo solo tu sentir,
dado en alguna necesidad.
¿Están priorizadas tus necesidades?
¿Te has ido acercando
a tus propios compromisos, cumpliéndolos?
¿Recibes asistencia?
¿Lo tienes consciente?
Respira y produce el contacto.
Dirás, ¿con qué, con quién?
Ni te ocupes,
siempre te puede asaltar un yo,
que se hace en cita imprevista.
Respira y descarta.
Habría tanto con qué contactar, más de ti.
Imagina tus neuronas, tus células, tus fotones.
Y todo converge en este momento que produces,
haciendo el contacto.
Y lo que se inmoviliza y lo que se aquieta.
Todo hace contacto,
nada más percibe tu temperatura.
Y se hace tanto, extasíate ahí.
No busques pensar ni sentir, percíbete.
Silencio y quietud, lo hace tu respiro.
Y el contacto es.
Y no hay escena, no hay gente,
no hay noción, no hay tiempo,
no hay nada.
Lo único que persiste es ese contacto,
y pareciera una fuerza tan tuya,
tan lograda, tan consciente,
y el contacto es, a la vez, con todo,
nada te es ajeno.
Y rota el planeta, rozan los mundos,
y sigues ahí, en respiro y aliento.
Te conoces, conoces tu respiro
y él te reconoce. Es lo que te alienta.
Es cuando el alma contacta,
porque la sabes y te sabe.
Y te dices,
en medio de tu silencio:
solo soy eso, nada más.
Y así, como quien quiere o no,
haz que eso en este momento,
sea tu amor.
Produce un respiro de amor,
tan sutil, tan interno.
Solo soy eso, el amor que Es, que soy.
Suspende hasta que consideres
volver a respirar.
No le temas al vacío,
es tan natural, tan propio.
Ve ganando profundidad con cada respiro,
con gracia, sutileza y belleza respira,
confiando en quien eres:
la voluntad de contacto,
la capacidad de entrega,
y cómo sabes expresarte en gratitud.
Respira profundo,
coincidiendo con este ahora
y con este espacio, con esta proyección,
y valora tu alma, tu valiosa alma.
Om Namaha Shivaya
Refléjate en tu respiro y haz que él
se refleje en ti, por lo que deberías
concentrarte solo en tu respiro,
observarte bien.
Con cada respiro ve atendiendo cada parte de ti,
que no exista tensión ni malestar, ni molestia.
Entrega tu físico, deposítalo ahí,
en el espacio que ocupas.
Que cada respiro te ayude.
Observa cómo has avanzado,
si existe facilidad o, por el contrario,
te contraes, se te dificulta.
De ser así, respira más,
con tal sutilidad, no emitas sonido,
ni te ocupes en movimientos,
inmóvil, silencioso, sostenido
y en cierta forma liberado.
Si la mente te ocupa,
libérala también con cada respiro,
sin anular, sin sofocar,
sin inhibir ningún pensamiento
tan solo permite que fluyan.
Que todo transite a través de ti
y que no haya atasco, demora,
traba, bloqueo.
Haz que el respiro te libere
de cualquier tensión, inquietud, inhibición.
Nuestro cuerpo, nuestra alma aquí,
en libre tránsito, en perfecta elección,
en tiempo medido, en configuración exacta,
en petición de amor, en tarea.
Y el respiro que te dice
ni más ni menos lo que tienes que hacer,
cuándo, dónde, cómo y hasta qué momento,
cuando decidas cesar.
Te llenas brevemente y te vacías ampliamente.
Nuestro cuerpo y nuestra alma aquí,
conscientes hoy, y todo lo que ocurre,
y todo lo que está pasando,
y todo el planeta activo,
sofocando el vértigo,
atestiguando la destrucción,
padeciendo la inconsciencia,
resistiendo la inconformidad
y brindando todo.
¿Qué te falta?
¿Qué no existe?
¿Qué no encuentras?
¿Qué exiges?
¿Qué tomas?
¿Qué das?
Tu cuerpo y tu alma
en este depósito de conciencias
-los más, sin saber aún qué hacen aquí,
qué o quién los depositó,
con qué plan, qué objetivo, cuál propósito-,
siendo más que un recurso,
conteniendo más que una esperanza,
manifestando más que la vida misma.
Y el respiro quedo, silencioso, sosteniendo,
aliviado, sabiéndose en el estadio perfecto,
para esta elevación.
¿O prefieres quedarte en el depósito?
Haciendo bulto, siendo usado,
contabilizado, detectado, manejado.
¿Quién te saca de aquí?
¿Quién se va a atrever?
¿Quién se hartó ya?
¿Quién quiere renunciar?
¿Quién se niega a matar su tiempo?
¿Quién avista su libertad?
¿Quién ansía ser más?
El respiro cesa, el cuerpo ni pesa,
y el alma tampoco.
El respiro brinda su aliento,
tan interno.
Y los misiles caen,
y los cuerpos caen,
y quien ejecuta, nada sabe.
Y de alguna forma, quien cae, te libera
y tú liberas a quien cae,
y se manifiesta la conciencia,
y estás ahí, eres ahí, respiras ahí.
Nunca más elijas este depósito,
hazte propósito, recuerda más,
recuerda ésto y acuérdate de Aquello.
Retorna al principio,
aquí nunca habrá final y menos, gozoso.
Aspira a tu Ser.
Aspira Gloria.
Aspira paz.
Nunca más.
Recoge tu respiro,
atiende tu alma,
retorna a tu cuerpo,
abre los ojos, estás aquí.
Considera eso.Ve lo que pasa.
Considera eso.
Respira profundo,
restablecete aquí y ahora,
retoma fuerzas y recuerda:
sé más.
Agradécete.
Om Namaha Shivaya
Visualízate un instante ahí donde estás,
debes saberte en tu compañía.
Así que respira, revisando bien tu respiro,
qué tan fluido, qué tan apacible.
Revisa brevemente tu mente,
y si la notas inquieta, rebelde, resistente,
ofréndale tu respiro, hazla partícipe
de la más vital experiencia humana.
Lleva tu mente al respiro y haz que se sosiegue.
Que si interrumpe, sea oportuna,
sea fiel, sea consciente.
Obsérvate y no sobre respires
ni suspires, ni hagas ruido.
Busca un estado superior, domina tu cuerpo,
atiende tus pulsos, percibe tus latidos,
haz silencio, el silencio se hace.
Sigue observándote, sigue respirando,
sigue ejercitando esto que es único:
compenetrarte contigo,
encontrarte contigo, dar contigo.
Y así te vas asistiendo en lo que requieres,
y créeme, lo que más quieres, es a ti.
Así que respira así, sabiendo que quieres eso.
Entonces, ¿cómo no vas a ser sutil,
amable, amoroso contigo?
Si eres quien te sujeta,
quien te alienta, en ese tu aliento,
tan impecable, tan perfecto.
¿Y del encuentro qué?, dirás.
¿Qué debo encontrar en mí?
Y lo sabes bien.
Cuando puedas, todo,
cuando quieras, nada.
Y estás ahí, creyendo estar,
si no, ¿dónde estarías?
¿Haciendo qué?
Entiende bien, lo que haces estando así,
concibiéndote así, es registro de ti.
Es cuando nada más
se hace presente, ni nadie más.
Es tu contacto, es la manera de saber
qué te determina, quién estás siendo,
qué estás haciendo y qué vas a hacer.
Ese es el registro
y lo conjugas en tiempo-espacio.
Imagínate entonces la profundidad,
todo lo que necesitas de ti,
y saber que simplemente es el respiro,
así, consciente, abierto.
Dirás, ¿qué registro?
Y registra cada célula,
cada filamento, cada chakra,
tu energía toda.
Registra.
¿Para qué?, dirás.
Y lo sabes:
todo depende de ese registro,
de lo que tu percepción es,
de lo que tus contenidos son,
lo que eres.
Y respiras haciéndote cada vez
más consciente de eso.
Te propongo algo:
¿qué quisieras registrar hoy?
¿Qué necesitas registrar?
¿Qué te urge?
Y deja que eso se exprese, de la forma que sea,
en tu más puro interno.
Y regístralo ahí en ese respiro
y en los sucesivos, a conciencia,
sin alterarte, a plenitud, confía en ti,
percíbete, reposa eso.
¿Qué quiero registrar hoy en mí?
¿Qué necesito registrar hoy en mí?
¿Qué me urge como registro?
Y abarca más:
¿qué quiero extinguir de mis registros?
Esos que ya me abruman, me aturden,
ya no guardo espacio en mí ni los necesito.
He aprendido más, he sabido más,
me he amado más.
No importa que no atines ni a un pensamiento,
el respiro lo hace.
Y el respiro se suspende y te sostienes.
Es fabuloso, eres fabuloso.
Mi amado Ser,
tan firme, tan voluntarioso,
¿cómo no hacer registro de ti?
Y juntamos conciencias
y se fortalece este foco,
al que asistes y te asiste.
Y respiras para el registro mayor:
me amo todo, aquí, hoy,
siendo quien soy.
Y sé que todo ese amor es el Ser,
nada es de mí.
Respiras profundo,
consciente de ser, de estar
y te agradeces, te bendices, te comprometes,
y te ofrendas a ti, a tu Ser.
Y te guardas en ese registro
que es para siempre.
El amor es para siempre.
Om Namaha Shivaya
Que nuestra cita sea productiva, como siempre,
desde lo que hemos entendido
es nuestra profunda comunión,
asistiendo como hacemos,
a lo que esta Esfera es y representa:
una fuerza de almas que han coincidido
con el único propósito de establecer aquí
un conducto, bajo el cobijo del kriya yoga,
bajo la asistencia perfecta y absoluta
del Mahavatar Babaji, y la estela radiante,
de Maestros Inmortales.
Solo imagina lo que este amparo es hoy,
lo que significa saber guardarse en un principio,
no solo de fe, sino de verdad en lo que Es,
en lo que somos,en lo que existe,
dentro de todos estos Universos
en los que nos movemos,
siendo esto parte de una conciencia activa.
Partiendo de eso, respira conscientemente,
atendiendo tu momento y ésta tu voluntad,
que te trae aquí y que te sostiene.
Haz el juego del respiro, lo que vida te da,
y complácete en tu presencia de tu vida,
de tu fuerza, tu voluntad y tu propósito exacto.
Verás cómo el respiro se libera,
se hace absolutamente consciente,
cobra todo el sentido.
Si te sobrevienen pensamientos,
que sean puros, oportunos, sabios.
Acéptalos y disponlos para este momento,
hasta que con cada respiro
se vayan acoplando a tu silencio,
a lo que hoy logras,
establecerte en una conexión íntima,
en la que te vas percibiendo,
haciendo registro de todo lo que produces,
concretándote en tus formas,
estáticas, silenciosas, dadas para esto:
una sana y justa introspección
que te lleve siempre a más, a más de lo que eres.
El respiro consciente que te acompaña,
te va estabilizando y te va llevando
a este estado de profundo sosiego,
en el que simplemente te observas,
sin razonar demasiado, sin hurgar sentimientos,
más bien procurando pasar, transitar,
de un estado a otro,
manteniendo la constante del respiro,
lo que te va produciendo, lo que te va aislando,
te va recogiendo, hasta quedar en ti,
sujeto ahí, a todo lo que eres.
Nada ocurre, nada cuenta,
nada acecha, nada perturba.
Solo existe ese sutil e imperceptible respiro,
que te conduce a tu aliento,
y es en tu aliento, en el que consigues
lo sublime, tu esencia pura,
rezagada en ti, a salvo del ego,
explorando, experimentándote,
sobre esto que ejerces:
tu dominio libre de conciencia,
tu respiro consciente, tu fuerza producida,
tu constante habitada por ti,
confiando en lo que eres,
ajustando recursos, exponiéndote,
para hacer ese ejercicio de autoconocerte,
de sentir, presentir, lo que se produce,
lo que se crea en ti a partir de lo que vives,
y así definir, decidir actuar,
sabiendo que es lo que se hace aquí: accionar.
Es cuando te propones que toda acción guarde
absoluta coherencia con lo que piensas,
dices y pretendes ser, y por eso haces.
Te extiendes en voluntad,
en propuesta, en propósito
y vas elaborando, vas ganando consistencia,
para que lo que haces, sea.
Ni siquiera lo que quieres, lo que debes.
Y que ese deber no sea una imposición
de ti ni de nadie.
Que sea lo que te fluye y te llena,
y te hace experimentar la luz que eres,
la verdad que eres, lo que has obtenido
como la más pura expresión de la verdad.
¿Qué sientes? ¿Qué dices?
¿Qué produces? ¿Qué haces?
Es cuando logras sentirte bien.
Sentir esto que se dice el bien,
con lo que no transgredes a nadie, ni a ti.
Ejerces voluntad consciente, te complaces
y, por sobre todo, te amas y te permites amar.
Y saber que es una corriente, una constante
con la que cuentas, en la que existes,
con la que obras.
¿Cómo no respirar libremente,
pacíficamente, abiertamente?
¿Cómo no aspirar a toda plenitud,
a lo que la paz es?
Cuando sabes que estás en bien, estás en verdad
y te sobrepones a tus contradicciones,
hasta a tus contratiempos,
porque te brindas la capacidad
de superarlo todo, de rectificar, de redimir,
de atenderte cada vez más,
con más entendimiento y conciencia.
Y todo eso, está a tu alcance,
respirando así, sabiéndote, amándote.
Así que como siempre,
retoma un respiro profundo,
que te reubique aquí,
en tu presente más perfecto,
en tu condición ganada,
en tu estado de conciencia trabajado
y en la verdad que eres.
Estímate más, valórate más,
no renuncies a tu propósito exacto,
más, si lo conoces bien, si lo sostienes,
si lo defiendes.
Hazte presente, expresándote como puedas,
quieras y sientas, profunda gratitud.
Agradece la asistencia,
todo lo que has producido en bien,
todo lo que eres en bien y en luz.
Om Namaha Shivaya
Concéntrate en el tono y en tu respiración.
Perdona hoy nuestros recursos,
pero es lo que tenemos.
Así que atiende tu respiro,
haz respiraciones profundas, conscientes,
sabiendo bien por qué respiras,
y si realmente quieres, te provoca, lo disfrutas,
y logras permanecer ahí en ti,
buscando serenidad, calma.
Practica fervientemente tu mirada interior.
Que te baste permanecer así,
con tus ojos cerrados, sin tensión,
y observando ese espacio,
que contienes y te contiene y que es tan de ti,
y, a la vez, de la nada.
Intenta con tu sutileza, con tu aliento,
con tu libertad, estar ahí,
produciendo poco a poco,
toda esa calidez que sientes de ti,
el bienestar que logras,
la aceptación que se te da,
desde lo que tu respiro es
y ante lo que eres.
¿Qué más eres?
¿Qué más quieres ser?
Respira para eso y obsérvate,
sabiendo que es más que una sensación,
expándete, haz que todo lo que te recorre,
sienta la vida, tu vida, que es la vida que Es,
mientras pasa la otra.
Que nada te llame,
nada te agite, te reclame ni te escandalice.
Céntrate en tu respiro, en tu conducto abierto
y en el Ser que eres.
Haz que uno a uno tus respiros te eleven,
te conduzcan, y reconozcan tu Ser.
Haz que tu respiro reconozca tu Ser,
así como haz que tu Ser,
reconozca uno a uno tus respiros,
y establezcas la comunión que Es,
con exactitud, con esta apacibilidad
que logras estando así, tan en ti.
¿De qué vienes?
¿Qué te está pasando?
¿Qué estás esperando?
¿Cuál es la circunstancia de hoy?
¿Existe inquietud o, al contrario,
hay tranquilidad?
¿Hay seguridad, certeza, o qué?
¿En qué está tu atención hoy?
Y es que produces tanto, ocurre tanto,
se mueve todo,
y a veces sabes por qué y otras no.
Respira. Respira. Respira.
Ya este hecho, ejecutar este acto,
posarte así, atender la constante,
abrirte para eso, atender tu Ser,
respirar en sosiego y percibirte,
en todo sentido, más, desde tu mente.
Considerar lo que piensas
y lo que eso te hace sentir,
estimar tu sendero, ocuparte en eso,
es más que relatarte la vida,
contar contigo, narrarte el suceso,
contener el Ser.
Eso es la vida.
Así como la vives, como has querido,
en lo que tu encuentro ha sido,
las ganas que ya no se te quitan,
al contrario, crecen.
Y te vas satisfaciendo,
esto que parece un delirio.
Y te contentas y te entristeces,
y te preguntas y te respondes,
y te ilusionas, y te guardas en pedimentos,
y te entregas en atenciones,
y estás ahí, siendo tan tú, siendo tú.
Me elegiste y te acompaño.
Te elegí y me acompañas.
Esta es la vida y la estamos respirando.
Venimos de percibir tanto,
tanto cuido, tanta asistencia,
tanta bendición.
Y pensamos que se escapan,
se difuminan, se acaban, y no es cierto.
Todo habita en nuestra permanencia,
en nosotros mismos,
en lo alcanzado, lo logrado, lo sostenido.
Te lo aseguro.
También me pasa,
que extraño el sentimiento,
sabiendo que es lo único que existe.
Lo que se extraña es el sentimiento,
ni siquiera a la persona, es el sentir.
Y cuando se siente así, tal profusión,
tal intensidad, con tal cabalidad,
se cree, se piensa, que no existirá más.
Al contrario, siempre es más, siempre.
Siempre tendría que ser más.
Dirás, ¿cómo? ¿Desde dónde?
Desde donde siempre es,
desde ti, desde mí, porque confiamos,
porque lo hemos comprobado,
nadie nos contó.
Porque es una verdad ya dicha,
ya hecha, ya sentida, pronunciada desde el Ser.
Esas son las verdades:
lo que tu Ser pronuncia, lo que tu Ser es
y lo que tu Ser hace.
Eso es la verdad.
Tienes que contar con tu verdad, siéndola.
Percibe tu respiro, tan imperceptible,
tan seguro, a plenitud y en confianza.
¿Sabes lo que vale eso?
Valóralo.
Hoy haz tus respiros,
sintiendo igualmente a las Devis,
particularmente Lakshmi Devi.
Hoy atiende, hoy provee, hoy asiste.
Haz respiros bien profundos, bien sentidos.
Recuerda siempre agradecer.
Respira profundamente y agradece.
Te agradezco tanto.
Om Namaha Shivaya