Atiende el respiro, céntrate ahí y obsérvate.
Ve percibiendo cómo estás,
cómo te estableces físicamente,
cómo aceptas y cómo te acepta tu cuerpo,
si hay tensión, si hay placidez, si te ajustas.
El respiro que acompaña,
que te va aliviando, sosegando, tranquilizando,
y, lo que más, aquietando tu mente,
permitiéndote recibirte,
porque en realidad, lo que estás haciendo es brindarte.
Bríndate.
Bríndate el respiro, bríndate la calma,
bríndate la atención,
así como bríndate amor.
Esto es un acto de amor,
de sereno amor, de constante amor.
Ese respirar así, conscientemente,
buscando nada.
Disfruta, y que ese mismo disfrute sea consciente.
Vas reservando los respiros,
llevándoles el ritmo,
que hagan su labor en tu interno,
que nutran tu mente,
que cada respiro sepa ser en tu pecho,
y se haga fuerza de amor hacia ti.
Desde ahí empiezas a expandirte,
a conmoverte, a no ser indiferente,
a creerte la vida, enfrentar realidades,
y saber lo que existe,
todo lo que se produce, todo lo que hacemos.
Y el respiro, aliento firme.
Tantas vidas, tantas almas,
en tantos espacios, haciendo vida.
Y tú respiras por tu vida.
Respira por tu vida,
tienes que respirar por tu vida.
Es que existen tantas formas de vivir,
a elección, a presión, a tensión, a libertad.
¿Y qué se elige? ¿Qué se elige?
Porque bien sabes que la elección de muchos
es respirar miseria, desgano, confrontación,
guerra, extorsión, manejos, manipulación,
mentiras, desgracia.
¿Qué eliges tú?
Respira por tu vida,
por lo que tu vida es,
por lo que has sabido hacer de ella.
Considérate, haz balance y percíbete.
¿Cuál es tu estado hoy?
¿Cómo te mantienes?
¿Cómo expresas tu verdad?
¿Qué aspiras?
Y el respiro te dirá, te dirá, te dirá.
¿Cómo va ese pecho?
¿Qué tan ardiente?
¿Qué tan engrandecido está?
¿Qué tan firme?
Y ahí estás, ahí eres,
ahí te reconoces, ahí sientes.
¿Qué sientes? ¿Qué sientes?
¿Puedes atreverte a sentir?
Lo que sea que sientas, libéralo.
Sea dolor, temor, amor, libéralo.
Sostente ahí, ya sin sentir,
ni sentido tiene, extasíate, suspende, no respiro.
Aguanta, pronuncia silencio
y produce el acto: da y recibe.
Experimenta el ardor, eso es amor, nuestro amor.
No existe nada,
y este tu acto es lo más cercano,
percibe eso, es maravilloso.
Provoca quedarse ahí, estar sin volver.
Entonces respiras nuevamente, profundamente.
Respiras por tu vida, en tu vida, siendo vida.
Respiras profundo y te agradeces,
y preservas, guardas, tu acto de amor, tu sentir,
y te prometes seguir siempre,
siendo tu verdad, siendo en tu amor,
generando luz, atreviéndote a ser.
No hay más, y eso el Todo es.
Es todo, eres todo.
Eres todo. Todo.
Om Namaha Shivaya
El rostro altivo en tu presente, dando la cara,
y tu pecho abierto, que describa tu alma.
Ahí estás, tan presente, tan aquí, tan en ti.
Que el respiro haga todo,
te surta la vida, tu vida.
Observa el respiro,
déjalo libre, que te marque el ritmo,
y así sabrás quién eres y cómo estás.
Atiende el respiro.
Te vas estableciendo ahí, en tu quietud,
en este tu momento, de la forma que eres,
lo que estás sintiendo, lo que ocurre en ti.
Que el respiro te serene más,
si guardas tensión, libera,
respirando todo.
No busques acoplarte a nada ni a nadie,
sé tú, sé en ti.
No hagas petición, no busques a nadie,
no atiendas ansiedad,
no trates de entender nada,
comprende, eso sí, lo que eres y haces
y, desde algún lugar, celebra eso,
más, porque estás aquí, tan en ti,
haciendo el ejercicio de introspectar,
de alcanzarte más,
de reforzar tu esencia en momentos así,
en los que quieren determinarte
sin saber siquiera qué se quiere.
Tú sí sabes.
Respirando así, podrías hasta decir:
¿quién quiere algo de mí? Además de ti.
¿Quién requiere algo más de mi?
Respiras y te concentras en ti,
en lo que sabes quieres,
y lo reservas.
No son tiempos para exponer
ni siquiera lo que se quiere.
Tiempos en los que
pocos saben lo que quieren.
Han entrado en manejos, intereses,
y hasta confusiones,
tan obvias y visibles, y ni cuenta se dan.
Y tú respiras libre.
Existes, vives, haces, desde tu propia fuerza.
No necesitas ni refuerzos,
no que habiten aquí, y sean dictaminados
por quienes pretenden que quieras lo que quieren.
Respira queriendo, queriéndote.
Mientras más respiras, más comprendes, créelo,
sobre todo por lo que pareciera ser
una sofocación, intentos de ahogo.
Respira libre, respira tu verdad,
respira lo que eres,
y permanece observando tu inmutabilidad,
tu certeza de ti,
éste tu respiro, tan valioso y propio,
tan dentro de ti y tan afuera de todo.
Y estás ahí, sabiendo lo que quieres,
y hasta ahora resistiendo lo que se fomenta
de temor, riesgo y duda.
Y tu respiro tan firme y atento
a tu bendita presencia.
Y se te pasa el momento en el que estás,
en el que eres, en el que sabes lo que quieres,
siendo tu divina presencia,inocultable por lo demás,
tan visiblemente hermosa, tan consciente.
Eso es tu valía, ese es tu estado,
esa es tu querencia y tu firme verdad, solo eso.
Ni te sujetes ni te aferres, ni siquiera eso.
Intenta la suspensión y, si la logras, mejor.
Cada momento así cuenta para tu alcance,
para tu fuerza, para tu verdad.
Sostenlo, sostén el momento
y desde donde sepas y puedas, dí:
firme es mi amor,
firme es mi verdad,
firme es mi Ser.
Y el respiro libre, más libre.
El respiro profundo,
que exprese gratitud, firme gratitud.
El respiro que exprese
lo mucho que te quieres, que te amas,
y que momento es, siempre, siempre, siempre.
Om Namaha Shivaya
Saludo y agradezco a tu divinidad,
a tu alma atenta y abierta.
Te conmino a esa respiración conjunta
desde todo lo que eres,
con todo lo que tienes en ti
y sepas proyectarte, avanzando hacia ti.
Así que respira con toda libertad,
toda conciencia, sabiendote contemplar
ahí, así, en tu quietud.
Respira serena y conscientemente,
estableciéndote en tu propia confianza.
Mantén ese respiro y apóyate en el tono,
que te impregne, que te module, que te eleve,
haciendo que tu mente responda
a lo que realmente eres:
una esencia pura.
Desde esa pureza, respira,
depurando tus pensamientos,
que cada respiro depure
y logres alivianarte en esa tu concentración,
en ti, por ti, para ti.
Y el respiro que sostiene
procurando ese despeje.
No hay oscilación, no hay verbo distractor.
Vas aquietándote
con apenas ese respiro tenue, tan íntimo.
Y las fuerzas activas.
Existen tantas, tan vigilantes,
tan sólidas, tan trabajadas, tan ganadas.
Y tu fuerza, tan constante.
A cada pulso, a cada respiro,
al haberte atrevido.
Y las fuerzas que no cesan, al contrario,
se reaniman, porque así es,
porque activas están las fuerzas.
¿Las conoces?
¿Conoces tus fuerzas?
Más allá de lo que este mismo sistema te provee,
sobre todo esa, tu fuerza mental,
tan vital pero a la vez tan controladora.
Libera.
Libera para que operen tu otras fuerzas,
la que guarda otros comandos,
la que solo activa tu amor,
tu respeto, tu verdad.
Respira eso,
con toda confianza, respira eso,
tu fuerza de amor, íntegra,
es la que importa, es la que se sobrepone,
es la que responde, es la fuerza de tu Ser,
y la respiras.
Dí, intimamente:
Mi fuerza es mía.
El amor de mi fuerza es mío.
Y de entrega al Ser que es,
al Ser que soy, lo que amo.
Y el respiro que todo lo confirma,
todo lo consagra, todo lo sabe.
Haz buena reserva y suspende,
mantente ahí, sin falso sentimentalismo,
sin debilidad, pura fuerza.
Hermosa fuerza, ¿cómo negarte?
¿Cómo inhibirte? ¿Cómo temer?
Si eres eso, una fuerza
que se corresponde y se ama.
Y el respiro que se precipita.
Y el respiro que urge.
Y el amor que brota.
Y tú, tú, ese ser, tratando con todo,
creando de esa fuerza, sintiéndola.
Maravillosa fuerza, tan sabia,
tan bendita y tan poderosa.
Y tú, que dices, te dices:
Mi fuerza soy.
Mi fuerza soy.
Mi fuerza soy.
Hoy y siempre, por siempre.
El respiro que va profundo,
sellando tu verdad, proclamándola,
a tus espacios internos
y a la infinitud que existe,
donde siempre existes,
porque es lo que es y eres quien eres.
Y el respiro en profunda gratitud.
Agradécete.
Desde mí, toda la gratitud.
Y el respiro de saberte amado.
El respiro profundo de tu presencia tan viva.
El respiro conjunto de saber lo que somos.
Respira como solo tú sabes.
Tu respiro es único,
tal y como tú.
Respira.
Om Namaha Shivaya
Llevas tu respiro
a tu pronunciamiento consciente.
Que lo que expresas en este instante,
en este momento,
en este lugar, en este espacio,
sea solo tu respiro.
Que haga registro de lo que eres, de lo que vives,
de dónde estás, cómo, y te pronuncies:
soy esto, soy mi respiro.
Comienza tu tránsito
y la mente se establece
en lo que meditar es.
Se acopla, se ajusta a eso,
sabiendo que este es tu plan:
convertir tu respiro en tu propio recorrido.
Y los pensamientos juegan,
saben lo que es,
y el respiro los divierte,
y todo danza en ti,
para esperar ese momento,
en el que todo se detiene, te aquietas,
te quedas en tu interior,
a justa fe y elección.
La fe, tú fe, tú en tu fe.
¿Qué o quién más?
Y mejor quédate ahí,
haciendo de cada respiro
un pronunciamiento de tu fe.
Tu fe exacta, en respiro exacto.
Es que provoca tanto extasiarse así.
Quien no se tiene fe,
no conoce, no se conoce.
Es hasta sentir que tu respiro te tiene,
te guarda, te produce tanta fe.
No hay tensión, no hay agite.
No es que estés inerte, al contrario,
todo lo que pulsa, vibra, late,
es tu fe activa.
Recoges y expulsas cada respiro con tal fe,
ya ves que ni los pensamientos cuentan.
Todo es una divinidad
porque estás, eres, en el espacio de tu fe,
en el estado de tu fe, y es, sabes, puedes.
Si te inquietas, la pierdes.
Si te abrumas, la pierdes.
Estar en estado de fe, es tal logro.
No es que la fe se sienta, se logra.
Es el respiro quien ejerce el logro.
Es la quietud, la paz, quien goza el logro.
Ten fe en tu respiro.
Es inabarcable, inimaginable, es infinito,
tanto el respiro como el estado de tu fe.
Si te percibes, podrías comprender,
que no se trata de decir
en qué o en quién crees, ni vanagloriarte,
ni tampoco que la fe es un secreto, menos misterio.
Es tu aliento firme, tu paz interna,
tu exquisito gozo, tu voluntad a prueba,
y el amor experimentado.
Eso es tu fe, así que no la pierdas.
Respira a profundidad,
respira en tu encanto.
Respira agradeciendo
tu inquebrantable fe, porque lo es.
Tu inquebrantable fe, porque lo es.
Tu inquebrantable fe, porque lo es.
Om Namaha Shivaya
Te visualizas ahí donde estás, dibujándote
con la mejor idea que tengas de ti.
Te perfilas, te rellenas,
y te ofrendas ese tu manifiesto,
tu expresión de ti, esa tu forma exacta,
y la respiras con todo el aplomo y la voluntad
de sentir que vives,
que estás aquí, siendo tú.
Asimismo, observa tu respiro
en la mayor disposición
de interiorizar, de conectar,
de lo que tu expresión es, sea en ti.
Hazte consciente,
habita sustancialmente este presente.
Te vas aquietando respiro a respiro,
liberando tensiones, de todo tipo.
El respiro te sostiene, fácil, dócil,
ligero, sutil, contínuo, libre.
Tienes que estimar a tu respiro libre
y sentirte pleno, capaz, habitado, asistido,
y, lo que más, consciente.
Sigues percibiéndote,
observando lo que piensas
y dejando todo ahí, tan en ti.
Cada respiro está, es, te permite tanto,
te calma tanto, y a su vez produce tanto,
hasta alcanzar ese ritmo
de respiro tan tuyo.
Y lo que te hace sentir, tan tú,
sabiendo así, lo que eres:
ese ser, esa esencia, ese espíritu,
esa alma, ese habitante.
Y el respiro que te hace sentir,
hasta que el sentir ya es lo de menos,
porque ese sentir lo entregas,
esa forma de tu Ser,
que ni siquiera habita,
que tu mente no lo atrapa
y que sabe también permanecer,
sujetarse a esta forma del Ser
que también conoces.
¿Conoces tu Ser?
¿Tu Ser te conoce?
Y afírmalo, amorosamente afírmalo.
Y sabes que es más que este rostro,
este cuerpo, esta instancia vivida, es más,
y que también la muestras, la expresas,
y es lo que contienes.
Eso también respira.
Te pregunto,
¿qué es lo que muestras en verdad?
¿Cuál es el manifiesto que eres?
¿Qué presentas y qué representas?
¿A quién?
¿Qué dices? ¿Qué hablas?
¿Qué expresas? ¿Qué transmites?
¿Qué oyes? ¿Qué escuchas? ¿Qué repites?
¿Qué ves? ¿Qué crees ver? ¿Qué miras?
Y podrías decirme todo,
y es que es así.
¿Quién serías entonces?
Eso mismo: todo.
Respiras consciente como estás,
como quieres, de lo que haces y pretendes.
Tendrías que verte en todo,
tendrías que escucharte en todo,
tendrías que pronunciarte en todo,
tendrías que sentirte en todo.
¿Lo entenderás? ¿Podrás? ¿Quieres?
Eso es lo divino, de lo que humano es.
Respiras breve
y te mantienes así, en suspensión.
Prueba, permite que el vacío se exprese en ti,
que nada pienses, nada seas, nada atiendas,
nada pese, nada juzgues.
Y el respiro, una nada igual.
Eres tan perfecta fórmula,
y aún prefieres lo inacabado,
lo que te demanifiesta.
Respiras profundo ahora,
tan profundo, y ahí estás,
eso es lo que eres,
ese es quien eres,
y bien sabrás si capaz eres
de saber mirarte en cualquier otro,
sea quien sea.
Y lo que dices de ti, dirás de él.
Y lo que escuches serás, el otro igual.
¿Podrás comprender?
¿Podrás creer?
Y bien que te valdría, porque es lo que Es.
Pero en este complejo mundo
por demás ensombrecido,
te niegas a ver lo que la luz es,
la que existe, la que somos,
la que cultivas y trabajas con lo que ves,
con lo que dices, con lo que escuchas,
con lo que tu manifiesto es.
Respira, y por lo que más quieras,
agradece en principio a ti, ser.
Y lo que más, esperánzate
por lo que crees no alcanzas, no eres.
Fortalécete, nútrete del bien,
reserva fuerzas de tus buenas obras,
y adelántate.
Si crees que debes sacar ventajas, hazlo.
Que se escurran las sombras, avanza.
Respira profundo, siéntete ahora,
y, por encima de todo, considérate amado,
un Ser amado.
Om Namaha Shivaya
Concéntrate en el respiro
y cuida su tránsito.
Si alcanzas, visualiza su recorrido
para así sentir lo que eres:
un sistema exacto que contiene
y te proporciona todo, y sabe recibir,
de lo que existe, de lo que Es, y disfruta.
Siente la vida, percibe tu Ser
y entrégate a este momento,
en el que te ocupas de ti,
y a la vez de todo, porque es así.
Dirás, ¿puedo con tanto?
Contigo, con eso, y más.
Así que respira con serenidad,
atiende el tono, interiorízalo,
acóplate a su vibración, reduce tensión,
confía en tu capacidad y en lo que quieres.
Vas soltando, te vas quedando,
para que lo que sea, se expanda,
para que sepas habitar todo de ti,
ese tu estado de conciencia abierta,
infinita, ilimitada, poderosa.
Que el respiro te asista.
No pretendas escuchar nada, ver algo,
apela a tu quietud, tu inmutabilidad,
y establécete ahí.
Son los tiempos
que agitan los vientos,
que traen y llevan,
y si poco sabes quién eres,
qué haces, qué quieres,
te agitan igual.
Y lo que se busca:
que te confundas, que te desconozcas.
Respira sabia y serenamente,
juega a percibirte.
¿Qué tanto alcanzas de ti?
¿Qué te sostiene?
¿Cuál es tu mayor soporte del Ser?
¿Qué tanto has encontrado aquí, en esta Tierra,
para que hayas querido permanecer aún,
en las formas de vida, relacionarte,
intercambiar, dar, recibir, confiar, amar?
El respiro te traduce,
te asienta o te inquieta.
Y los vientos…
que pretenden batirte y abatirte,
con lo que tan estratégicamente se formula.
Y tú respiras apacible,
y los vientos te provocan,
te desafían, y en ti,
tu verdad y tu quietud.
Y el respiro,
que, en principio es propio,
pero que toma y da
a lo que esos mismos vientos son.
Y tu viento interno, calmo, consciente.
En la medida que puedas
suspéndete, propóntelo.
No creas que contienes,
liberas, liberas, te liberas,
porque lo que produces, es como la savia,
es tu alimento del Ser,
lo que te cruza, te atraviesa, te recorre.
No lleva más que lo que eres.
Proponte, prueba, confía, suspéndete.
Que todo lo demás coordina ese momento,
te lo ofrenda.
No es que los vientos cesen:
pasan, ni te rozan,
ni te doblan y menos, te doblegan.
Estás firme y consciente, y te mantienes.
Que pasen vendavales,
que susurren o que griten.
Y en el pecho, lo que late, tan constante.
Y, lo mejor, lo que sabes Es:
tu Ser en respuesta, tu Ser en verdad, tu Ser,
ante lo que Es, y palpita como tú,
tan sublime, tan divino, tan posible,
más, cuando obras así,
en ti, por ti, y lo que Es:
esta fuerza que sostiene la luz
Coincide ahí,
eres todo, tienes todo,
sin restarte, sin opacar a ti ni a nadie.
Que eso sea y alimente tu respiro,
tu Ser, lo que tu alma es,
lo que tu espíritu hace,
lo que tu fuerza puede.
Hazte consciente,
hazte presente y respira.
Haz de esos vientos tuyos,
respira a profundidad, respira con gratitud,
respira asistido por lo que sabes
la fuerza de luz es.
Eso sí, sé implacable con la oscuridad,
más, la propia.
Sé misericorde con quien ignora,
y que no seas tú,
por eso respiras así, te contactas así,
y te haces en ti y en lo que Es.
Respira profundo,
y establece cada vez más propósito.
Om Namaha Shivaya