Te visualizas ahí donde estás, dibujándote
con la mejor idea que tengas de ti.
Te perfilas, te rellenas,
y te ofrendas ese tu manifiesto,
tu expresión de ti, esa tu forma exacta,
y la respiras con todo el aplomo y la voluntad
de sentir que vives,
que estás aquí, siendo tú.
Asimismo, observa tu respiro
en la mayor disposición
de interiorizar, de conectar,
de lo que tu expresión es, sea en ti.
Hazte consciente,
habita sustancialmente este presente.
Te vas aquietando respiro a respiro,
liberando tensiones, de todo tipo.
El respiro te sostiene, fácil, dócil,
ligero, sutil, contínuo, libre.
Tienes que estimar a tu respiro libre
y sentirte pleno, capaz, habitado, asistido,
y, lo que más, consciente.
Sigues percibiéndote,
observando lo que piensas
y dejando todo ahí, tan en ti.
Cada respiro está, es, te permite tanto,
te calma tanto, y a su vez produce tanto,
hasta alcanzar ese ritmo
de respiro tan tuyo.
Y lo que te hace sentir, tan tú,
sabiendo así, lo que eres:
ese ser, esa esencia, ese espíritu,
esa alma, ese habitante.
Y el respiro que te hace sentir,
hasta que el sentir ya es lo de menos,
porque ese sentir lo entregas,
esa forma de tu Ser,
que ni siquiera habita,
que tu mente no lo atrapa
y que sabe también permanecer,
sujetarse a esta forma del Ser
que también conoces.
¿Conoces tu Ser?
¿Tu Ser te conoce?
Y afírmalo, amorosamente afírmalo.
Y sabes que es más que este rostro,
este cuerpo, esta instancia vivida, es más,
y que también la muestras, la expresas,
y es lo que contienes.
Eso también respira.
Te pregunto,
¿qué es lo que muestras en verdad?
¿Cuál es el manifiesto que eres?
¿Qué presentas y qué representas?
¿A quién?
¿Qué dices? ¿Qué hablas?
¿Qué expresas? ¿Qué transmites?
¿Qué oyes? ¿Qué escuchas? ¿Qué repites?
¿Qué ves? ¿Qué crees ver? ¿Qué miras?
Y podrías decirme todo,
y es que es así.
¿Quién serías entonces?
Eso mismo: todo.
Respiras consciente como estás,
como quieres, de lo que haces y pretendes.
Tendrías que verte en todo,
tendrías que escucharte en todo,
tendrías que pronunciarte en todo,
tendrías que sentirte en todo.
¿Lo entenderás? ¿Podrás? ¿Quieres?
Eso es lo divino, de lo que humano es.
Respiras breve
y te mantienes así, en suspensión.
Prueba, permite que el vacío se exprese en ti,
que nada pienses, nada seas, nada atiendas,
nada pese, nada juzgues.
Y el respiro, una nada igual.
Eres tan perfecta fórmula,
y aún prefieres lo inacabado,
lo que te demanifiesta.
Respiras profundo ahora,
tan profundo, y ahí estás,
eso es lo que eres,
ese es quien eres,
y bien sabrás si capaz eres
de saber mirarte en cualquier otro,
sea quien sea.
Y lo que dices de ti, dirás de él.
Y lo que escuches serás, el otro igual.
¿Podrás comprender?
¿Podrás creer?
Y bien que te valdría, porque es lo que Es.
Pero en este complejo mundo
por demás ensombrecido,
te niegas a ver lo que la luz es,
la que existe, la que somos,
la que cultivas y trabajas con lo que ves,
con lo que dices, con lo que escuchas,
con lo que tu manifiesto es.
Respira, y por lo que más quieras,
agradece en principio a ti, ser.
Y lo que más, esperánzate
por lo que crees no alcanzas, no eres.
Fortalécete, nútrete del bien,
reserva fuerzas de tus buenas obras,
y adelántate.
Si crees que debes sacar ventajas, hazlo.
Que se escurran las sombras, avanza.
Respira profundo, siéntete ahora,
y, por encima de todo, considérate amado,
un Ser amado.
Om Namaha Shivaya
Concéntrate en el respiro
y cuida su tránsito.
Si alcanzas, visualiza su recorrido
para así sentir lo que eres:
un sistema exacto que contiene
y te proporciona todo, y sabe recibir,
de lo que existe, de lo que Es, y disfruta.
Siente la vida, percibe tu Ser
y entrégate a este momento,
en el que te ocupas de ti,
y a la vez de todo, porque es así.
Dirás, ¿puedo con tanto?
Contigo, con eso, y más.
Así que respira con serenidad,
atiende el tono, interiorízalo,
acóplate a su vibración, reduce tensión,
confía en tu capacidad y en lo que quieres.
Vas soltando, te vas quedando,
para que lo que sea, se expanda,
para que sepas habitar todo de ti,
ese tu estado de conciencia abierta,
infinita, ilimitada, poderosa.
Que el respiro te asista.
No pretendas escuchar nada, ver algo,
apela a tu quietud, tu inmutabilidad,
y establécete ahí.
Son los tiempos
que agitan los vientos,
que traen y llevan,
y si poco sabes quién eres,
qué haces, qué quieres,
te agitan igual.
Y lo que se busca:
que te confundas, que te desconozcas.
Respira sabia y serenamente,
juega a percibirte.
¿Qué tanto alcanzas de ti?
¿Qué te sostiene?
¿Cuál es tu mayor soporte del Ser?
¿Qué tanto has encontrado aquí, en esta Tierra,
para que hayas querido permanecer aún,
en las formas de vida, relacionarte,
intercambiar, dar, recibir, confiar, amar?
El respiro te traduce,
te asienta o te inquieta.
Y los vientos…
que pretenden batirte y abatirte,
con lo que tan estratégicamente se formula.
Y tú respiras apacible,
y los vientos te provocan,
te desafían, y en ti,
tu verdad y tu quietud.
Y el respiro,
que, en principio es propio,
pero que toma y da
a lo que esos mismos vientos son.
Y tu viento interno, calmo, consciente.
En la medida que puedas
suspéndete, propóntelo.
No creas que contienes,
liberas, liberas, te liberas,
porque lo que produces, es como la savia,
es tu alimento del Ser,
lo que te cruza, te atraviesa, te recorre.
No lleva más que lo que eres.
Proponte, prueba, confía, suspéndete.
Que todo lo demás coordina ese momento,
te lo ofrenda.
No es que los vientos cesen:
pasan, ni te rozan,
ni te doblan y menos, te doblegan.
Estás firme y consciente, y te mantienes.
Que pasen vendavales,
que susurren o que griten.
Y en el pecho, lo que late, tan constante.
Y, lo mejor, lo que sabes Es:
tu Ser en respuesta, tu Ser en verdad, tu Ser,
ante lo que Es, y palpita como tú,
tan sublime, tan divino, tan posible,
más, cuando obras así,
en ti, por ti, y lo que Es:
esta fuerza que sostiene la luz
Coincide ahí,
eres todo, tienes todo,
sin restarte, sin opacar a ti ni a nadie.
Que eso sea y alimente tu respiro,
tu Ser, lo que tu alma es,
lo que tu espíritu hace,
lo que tu fuerza puede.
Hazte consciente,
hazte presente y respira.
Haz de esos vientos tuyos,
respira a profundidad, respira con gratitud,
respira asistido por lo que sabes
la fuerza de luz es.
Eso sí, sé implacable con la oscuridad,
más, la propia.
Sé misericorde con quien ignora,
y que no seas tú,
por eso respiras así, te contactas así,
y te haces en ti y en lo que Es.
Respira profundo,
y establece cada vez más propósito.
Om Namaha Shivaya
Hazte presente
y observa atentamente tu respiración.
Asimismo ubícate bien en ti,
agradece este cuerpo,
que también se desplaza,
te lleva, te conduce,
te proporciona, te posiciona.
Respira en él, para él,
por la salud que le produces.
Atiende el respiro.
Observa tu ritmo,
para que puedas manejarlo,
mitigando ansiedad.
Ocurre muy al principio,
cuando ya sabes que esto quieres hacer.
Es hasta sano,
guardarnos en un poco de ansiedad
hacia uno mismo.
Un poco de emoción, hasta alegría.
En medio de todo,
siempre un logro es.
Así que respira
y permítete ahondar, profundizarte,
desplazarte hacia adentro,
soltar el cuerpo.
El respiro que llena,
que inunda tu mente,
le avisa que estás así, aquí,
en quietud, en silencio,
hasta en expectación,
logrando un momento y un sentimiento
de amor por ti.
Dime, entre todo lo que haces,
¿qué es más que esto?
Dirás: asisto, cuido, consulto,
produzco, me relaciono,
ante esto que Es.
¿Cómo crees que eres capaz
de hacer todo lo demás bien?
Obsérvate.
¿Qué logras?
No te conformes con el sentimiento,
amplíalo, abarca, no te limites.
Haz que todo tu interno se expanda,
y empieza así, con ese sentimiento,
pero haz más.
Somos tan capaces,
más, si has trabajado
tu íntima bendición: ser esto.
Más, cuando obras bien,
te conoces, te presentas ante ti,
te respetas, y sabes respetar
cuando te expresas,
y es lo que sientes, no mientes ni te juzgas.
Respira, y empieza a ocurrir tu suceso,
tu sano y justo desplazamiento.
Deshabitas el cuerpo y te elevas
a dimensiones distintas,
accesibles, posibles.
Y percibes lo manifiesto y lo inmanifiesto,
la creación y la recreación,
lo que existe más allá de todo esto,
tan en ti, tan de ti, tan perfecto,
tan lumínico.
Ni situación existe, nada,
y es cuando puedes obrar más.
Es cuando te potencias, te reconoces,
y te digo en bien: puedes.
Te despersonalizas, y produces la piedad,
testigo como eres,
de todo lo que ocurre aquí.
Que te alcance tu amor.
¡Qué sufrimiento hay! ¡Qué miserias!
¡Qué desgracias! ¡Qué egoísmo!
¡Qué ignorancia! ¡Qué desprecio!
Y ahí siendo quien eres,
estando donde estás,
donde quieres, donde puedes:
dispensa amor.
Proclama paz,
porque mientras el sentir sea maldito,
no se podrá.
Lo sabes bien, no es castigo,
no es impiedad, no es abandono.
Es verdad, es Ley.
Dirás, ¿y mi amor?
Pronúncialo, ejércelo, entrégalo,
no renuncies mientras vida tengas
y hasta que trasciendas.
Que tu respiro pronuncie amor,
confía en eso.
Si quieres podrás, y si verdad eres.
Respira a profundidad
complaciendo a tu cuerpo,
tan amable y bondadoso.
Prepárate para volver
y seguir en esta experiencia,
la que cada vez comprendes más
y resistes más.
Agradece tu respiro, tu silencio,
tu quietud, tu contacto
y tu voluntad.
Respira profundo
y compromete tu Ser a lo que eres,
a nada más, a nadie más.
A la luz que Es, a la fuerza viva,
a la buena acción, a no dañar.
Reconócete, reafírmate.
Om Namaha Shivaya
Estás aquí hoy.
Asegúrate de estar aquí,
de sentirte aquí, de saberte en ti.
Y la manera es tan simple,
es tan solo tu respiro, tu aliento,
el que vas estableciendo.
Es cuando haces presencia,
te haces en tu presente.
Ese sentirte vivo, activo, consciente.
Lo que no implica más,
que corra en ti, igualmente,
la aceptación de quién eres.
Así que respira atentamente.
Examínate sin demasiado rigor.
¿Qué es esto que reposa aquí?
¿Qué contiene?
¿Qué es? ¿Qué ha hecho?
¿Qué siente? ¿Qué espera?
Permite que todo eso
vaya revolviéndose ahí,
en tu interno más profundo,
en la extensión de lo que tu mente es,
creyéndose tú.
El respiro que sostiene,
lo que podría convertirse en una agitación,
si no te dominas.
¿Quién eres?
¿Qué has hecho?
¿Qué te determina?
¿Qué te interesa?
¿Qué te importa?
¿A qué juegas?
¿Eres consciente?
Respira lo que necesites,
quizás para aliviarte,
más, si algo te sabes.
Examínate.
¿Dominas tu pensar?
¿O alcanza a abrumarte, a sofocarte, a reclamarte?
Y, en cualquier caso, respira, tan profundo…
Examina cuánto has podido aquietar,
cuánto yace ahí, en tu mente,
cuánto es capaz de sostener,
lo que no garantiza que estés en paz contigo.
Hay mentes que se examinan,
se distienden, hasta se relajan,
y no saben lo que son y contienen.
Por eso es que estás aquí,
haces esto, te atiendes, te concentras,
y lo que sería lo ideal: te entregas, te das;
con este tremendo apoyo,
tu respiro, consciente y tenaz.
¿Es meditar un examen mental?
¿Tendríamos que estar
permanentemente examinándonos?
¿Habría que calificar, al saber examinarnos?
¿Entraría más razón y juicio, acaso?
Escucha bien: entrégate.
Entrega a tu mente, expónla.
Ten paciencia, ten misericordia,
haz justicia, exígete resoluciones,
y, por sobre todo, confía.
Como ya hemos dicho:
mente mía, permíteme ser,
libera las tensiones,
desecha mentir, expándete.
Mente mía, hazte consciente,
no recrimines más, no te ocultes.
Mente mía: aprende a resplandecer
con la verdad que eres.
Eres mi verdad.
¿Cómo negarte? ¿Cómo ocultarte?
¿Cómo no amar?
El respiro ni existe,
es la suspensión, es el alcance,
es la no-mente, y el paso a todo lo demás,
el pulso, el latido constante
y la fuerza que atrae.
Y el alma en regocijo.
Es la entrega.
Es cuando sin destino,
sin rumbo siquiera,
en silencio pleno y en éxtasis,
todo cesa, y se consuma la entrega.
Padre amado…
Respiras profundo,
así vamos, en escaladas,
en alcances, en entregas.
Respiras más,
retornas a tu aquí, ahora mismo,
consciente de que estás,
ojalá de lo que seas,
y agradeces, te agradeces
tu propia voluntad y tu bondad,
a tu alma amada, dispuesta.
Om Namaha Shivaya
El cuerpo aplomado, bien centrado.
Visualízate en una postura perfecta
y trata de relajar cualquier tensión,
hazlo respirando hasta que puedas percibir
tu libre fluidez.
Nada te estorba, nada te impide.
Cada respiro consciente,
logrando que todo tu sistema
se acople al tono, y él a ti.
Que los sonidos se correspondan,
y tu campo mental se aquiete con cada respiro.
En medio de ésta odisea,
nos toca tantas veces prepararnos,
y es así como te preparas
para saber estar en ti, para probar tu calma,
y la voluntad de conexión.
¿Qué tanto has despejado,
para facilitarte esto?
¿Cómo logras transitarte?
¿Qué conduces internamente?
¿Qué mismo, te reclama el cuerpo?
¿Qué latir, qué pulso, se pronuncia?
¿Cómo se establece ese respiro consciente en ti?
Encuentra cómo.
Y tu mente cede, se abre, se expande,
y se alienta a ser, a ser eso que eres.
Quien se aquieta así y enmudece
para que sea tu mudo silencio
quien se exprese.
Y respiras en toda tu expresión,
porque el respiro es eso, tu expresión
en este plano de vida.
De no darse, no podrías,
así que respira expresándote ahí.
Hazte consciente de la vida que eres,
y qué tanto sabes, quieres, puedes, ser, esa vida.
¿Cómo se expresa tu vida?
¿Cuál es la expresión de tu vida?
¿Cuál es la cualidad de tu expresión?
Asimismo la sensibilidad.
¿Qué expresas?
Siendo el manifiesto que eres, ¿qué expresas?
¿Acaso toda tu tensión, tu enojo,
tu incomprensión, lo que ignoras?
¿Qué expresas?
Atiende tu respiro,
así como lo que corporeamente expides,
porque todo eso es tu expresión,
todo eso es tu energía,
todo eso eres tú.
Y está tu mente,
que en momentos así,
le da por querer expresarse.
Si supiera su capacidad,
ni se atreviera a distraerse.
Respira y haz que el respiro la pulse,
module, ralentice sus ondas,
y los pensamientos se diluyan,
se dispersen, se desencuentren,
se desencadenen, se liberen.
Eso también es energía,
que en principio te impacta a tí,
y después a todo.
¿Qué expones con lo que piensas?
¿Qué expresas?
E igualmente tienes que depurar conscientemente,
respirando así.
¿Qué quieres pensar?
En un momento así, ¿qué se te ocurre?
Y si respiras, no atrapas ninguno
y ninguno te atrapa. Libéralos.
Si supieras que así, en momentos así,
lo que expides es tan ligero y sutil,
tan beneficioso.
Ante tal sobrecarga,
que en ti dispongas tu mente amplia,
abierta, profunda, silente y amorosa.
Y el respiro quedo,
tan prescindible, tan abrigado en ti,
tan consciente de la energía que es, que eres.
Y el silencio que alcanzas,
y lo que expresa ese silencio.
Es cuando sabes que tu silencio te expresa,
cuando te reatomizas y dispones todo tu sistema,
para que expreses todo lo que eres:
un ser, un alma, un manifiesto,
que, aunque no lo sepa,
solo quiere expresar amor.
Y todas estas odiseas,
por demás dolorosas,
son parte del riesgo que tomas cada vez,
para ser la expresión del Ser.
¿Cómo no amarte?
¿Cómo no conmoverte?
¿Cómo no hacerlo?
¿Cómo no proponerte?
Si jamás se nace vencido.
Exprésate, atrévete, arriésgate, acciona.
Restablece tu energía, sánala
y hazte en la voluntad de expresar lo que eres.
Aunque no te sientas tan humano,
haz el esfuerzo.
Por eso y para eso estás aquí.
Aunque veas debilitadas
tus propias fuerzas por ti, restitúyete.
¿Sabes cómo?
Haciendo el bien,
expresando y exponiendo verdad,
conteniendo solo eso: luz.
Respira profundo,
consciente ya de tu aquí y ahora,
agradeciendo tu manifiesto,
la verdad de tu expresión.
Bendíce tu energía, produce luz,
expresa amor, considera ser más.
Que todo de ti exprese verdad.
Respira y agradece,
y cada vez más, sella ese compromiso,
el de saberte amar y jamás dañar,
a nada ni a nadie.
Confía siempre que lo que te resta
es bondad, gracia divina, energía pura, luz.
Om Namaha Shivaya
Hazte consciente del respiro,
cada inhalación, firme y sentida.
Exhala vaciándote, que tu pensamiento
también se instale ahí.
Piensa hermosamente qué quieres respirar;
y piensa sanamente, qué quieres expedir, soltar.
Simplifícate, y haz peticiones justas, necesarias,
hasta diluirlas y quedarte ahí, tan consciente;
tanto, que te otorgas permiso a estar,
a operar, dentro de la esfera que has armado,
dentro de lo que tu luz es, para habitarte.
Siéntete por demás asistido, sostenido,
y permítete además, que esto te complazca,
estés en tu bien, en tu principio de amor,
y hazte en calma.
Quererse así, calma.
Manifiéstate internamente ese sentimiento:
me estoy queriendo, me quiero a mí.
Y, desde ahí, todo.
Me quiero tanto…
y a partir de esa querencia, aspiro al amor,
al amor que es, que existe, que soy.
Soy mi amor, y cada respiro es mi amor,
el que contengo, el que produzco,
el que proyecto.
Y el respirar fluye tan calmadamente,
sin inquietud, sin recelo,
sin tensión, con todo mi amor.
Es que esto es mi amor,
y lo estoy percibiendo.
No se trata de una necesidad física.
¿Cómo siento mi amor?
¿Desde qué condición?
¿Cuál es mi recurso humano,
para saber, sentir, lo que es mi amor?
Respiro llenándome de amor.
Me lleno, me lleno,
aunque no sepa ni lo que es
ni de dónde proviene, ni quién me lo da.
¿Es acaso una sustancia?
¿Es un elemento?
¿Es una esencia?
¿Es tanto, que es todo?
¿Y acaso soy conducto?
¿Qué me lo proporciona?
¿De dónde proviene el flujo?
Y cuando siento plenitud,
¿qué está ocurriendo?
¿Hay medida, hay límite?
¿Hay control, hay reserva?
Y el respiro atiende,
el respiro mide,
y hay registro.
Respiro y me colmo,
retengo y sostengo,
reservo y me pleno.
Y del amor, el amado,
el Ser, la conciencia.
Y la expresión incontenible:
amado Ser, amada conciencia,
me estoy amando.
¿Cuánto puedo? ¿Cuánto es?
¿Cuánto más? ¿Cuánto?
Ya no pregunto, sé que me amas,
soy la respuesta.
Nada pido, me doy.
Cólmame a plenitud,
no contengo medida, ni restricción alguna.
Me abro en luz, contemplo mi Ser,
obro en bien, pronuncio verdad,
no pretendo dañar, escojo ser.
Promesa de alma, confianza pura,
reconozco tus aliados,
guardo fidelidad y entrega.
Solo amor.
Restablezco el juego,
ya no me olvido.
Amaré más.
Soy en ti, soy de ti, soy tú.
Ante tanto, solo gratitud,
y las fuerzas necesarias,
la comprensión exacta,
y el respiro hasta que alcance.
Me bendigo en justo propósito
de ser el amor que soy.
Om Namaha Shivaya