Que nuestra cita sea productiva, como siempre,
desde lo que hemos entendido
es nuestra profunda comunión,
asistiendo como hacemos,
a lo que esta Esfera es y representa:
una fuerza de almas que han coincidido
con el único propósito de establecer aquí
un conducto, bajo el cobijo del kriya yoga,
bajo la asistencia perfecta y absoluta
del Mahavatar Babaji, y la estela radiante,
de Maestros Inmortales.
Solo imagina lo que este amparo es hoy,
lo que significa saber guardarse en un principio,
no solo de fe, sino de verdad en lo que Es,
en lo que somos,en lo que existe,
dentro de todos estos Universos
en los que nos movemos,
siendo esto parte de una conciencia activa.
Partiendo de eso, respira conscientemente,
atendiendo tu momento y ésta tu voluntad,
que te trae aquí y que te sostiene.
Haz el juego del respiro, lo que vida te da,
y complácete en tu presencia de tu vida,
de tu fuerza, tu voluntad y tu propósito exacto.
Verás cómo el respiro se libera,
se hace absolutamente consciente,
cobra todo el sentido.
Si te sobrevienen pensamientos,
que sean puros, oportunos, sabios.
Acéptalos y disponlos para este momento,
hasta que con cada respiro
se vayan acoplando a tu silencio,
a lo que hoy logras,
establecerte en una conexión íntima,
en la que te vas percibiendo,
haciendo registro de todo lo que produces,
concretándote en tus formas,
estáticas, silenciosas, dadas para esto:
una sana y justa introspección
que te lleve siempre a más, a más de lo que eres.
El respiro consciente que te acompaña,
te va estabilizando y te va llevando
a este estado de profundo sosiego,
en el que simplemente te observas,
sin razonar demasiado, sin hurgar sentimientos,
más bien procurando pasar, transitar,
de un estado a otro,
manteniendo la constante del respiro,
lo que te va produciendo, lo que te va aislando,
te va recogiendo, hasta quedar en ti,
sujeto ahí, a todo lo que eres.
Nada ocurre, nada cuenta,
nada acecha, nada perturba.
Solo existe ese sutil e imperceptible respiro,
que te conduce a tu aliento,
y es en tu aliento, en el que consigues
lo sublime, tu esencia pura,
rezagada en ti, a salvo del ego,
explorando, experimentándote,
sobre esto que ejerces:
tu dominio libre de conciencia,
tu respiro consciente, tu fuerza producida,
tu constante habitada por ti,
confiando en lo que eres,
ajustando recursos, exponiéndote,
para hacer ese ejercicio de autoconocerte,
de sentir, presentir, lo que se produce,
lo que se crea en ti a partir de lo que vives,
y así definir, decidir actuar,
sabiendo que es lo que se hace aquí: accionar.
Es cuando te propones que toda acción guarde
absoluta coherencia con lo que piensas,
dices y pretendes ser, y por eso haces.
Te extiendes en voluntad,
en propuesta, en propósito
y vas elaborando, vas ganando consistencia,
para que lo que haces, sea.
Ni siquiera lo que quieres, lo que debes.
Y que ese deber no sea una imposición
de ti ni de nadie.
Que sea lo que te fluye y te llena,
y te hace experimentar la luz que eres,
la verdad que eres, lo que has obtenido
como la más pura expresión de la verdad.
¿Qué sientes? ¿Qué dices?
¿Qué produces? ¿Qué haces?
Es cuando logras sentirte bien.
Sentir esto que se dice el bien,
con lo que no transgredes a nadie, ni a ti.
Ejerces voluntad consciente, te complaces
y, por sobre todo, te amas y te permites amar.
Y saber que es una corriente, una constante
con la que cuentas, en la que existes,
con la que obras.
¿Cómo no respirar libremente,
pacíficamente, abiertamente?
¿Cómo no aspirar a toda plenitud,
a lo que la paz es?
Cuando sabes que estás en bien, estás en verdad
y te sobrepones a tus contradicciones,
hasta a tus contratiempos,
porque te brindas la capacidad
de superarlo todo, de rectificar, de redimir,
de atenderte cada vez más,
con más entendimiento y conciencia.
Y todo eso, está a tu alcance,
respirando así, sabiéndote, amándote.
Así que como siempre,
retoma un respiro profundo,
que te reubique aquí,
en tu presente más perfecto,
en tu condición ganada,
en tu estado de conciencia trabajado
y en la verdad que eres.
Estímate más, valórate más,
no renuncies a tu propósito exacto,
más, si lo conoces bien, si lo sostienes,
si lo defiendes.
Hazte presente, expresándote como puedas,
quieras y sientas, profunda gratitud.
Agradece la asistencia,
todo lo que has producido en bien,
todo lo que eres en bien y en luz.
Om Namaha Shivaya
Concéntrate en el tono y en tu respiración.
Perdona hoy nuestros recursos,
pero es lo que tenemos.
Así que atiende tu respiro,
haz respiraciones profundas, conscientes,
sabiendo bien por qué respiras,
y si realmente quieres, te provoca, lo disfrutas,
y logras permanecer ahí en ti,
buscando serenidad, calma.
Practica fervientemente tu mirada interior.
Que te baste permanecer así,
con tus ojos cerrados, sin tensión,
y observando ese espacio,
que contienes y te contiene y que es tan de ti,
y, a la vez, de la nada.
Intenta con tu sutileza, con tu aliento,
con tu libertad, estar ahí,
produciendo poco a poco,
toda esa calidez que sientes de ti,
el bienestar que logras,
la aceptación que se te da,
desde lo que tu respiro es
y ante lo que eres.
¿Qué más eres?
¿Qué más quieres ser?
Respira para eso y obsérvate,
sabiendo que es más que una sensación,
expándete, haz que todo lo que te recorre,
sienta la vida, tu vida, que es la vida que Es,
mientras pasa la otra.
Que nada te llame,
nada te agite, te reclame ni te escandalice.
Céntrate en tu respiro, en tu conducto abierto
y en el Ser que eres.
Haz que uno a uno tus respiros te eleven,
te conduzcan, y reconozcan tu Ser.
Haz que tu respiro reconozca tu Ser,
así como haz que tu Ser,
reconozca uno a uno tus respiros,
y establezcas la comunión que Es,
con exactitud, con esta apacibilidad
que logras estando así, tan en ti.
¿De qué vienes?
¿Qué te está pasando?
¿Qué estás esperando?
¿Cuál es la circunstancia de hoy?
¿Existe inquietud o, al contrario,
hay tranquilidad?
¿Hay seguridad, certeza, o qué?
¿En qué está tu atención hoy?
Y es que produces tanto, ocurre tanto,
se mueve todo,
y a veces sabes por qué y otras no.
Respira. Respira. Respira.
Ya este hecho, ejecutar este acto,
posarte así, atender la constante,
abrirte para eso, atender tu Ser,
respirar en sosiego y percibirte,
en todo sentido, más, desde tu mente.
Considerar lo que piensas
y lo que eso te hace sentir,
estimar tu sendero, ocuparte en eso,
es más que relatarte la vida,
contar contigo, narrarte el suceso,
contener el Ser.
Eso es la vida.
Así como la vives, como has querido,
en lo que tu encuentro ha sido,
las ganas que ya no se te quitan,
al contrario, crecen.
Y te vas satisfaciendo,
esto que parece un delirio.
Y te contentas y te entristeces,
y te preguntas y te respondes,
y te ilusionas, y te guardas en pedimentos,
y te entregas en atenciones,
y estás ahí, siendo tan tú, siendo tú.
Me elegiste y te acompaño.
Te elegí y me acompañas.
Esta es la vida y la estamos respirando.
Venimos de percibir tanto,
tanto cuido, tanta asistencia,
tanta bendición.
Y pensamos que se escapan,
se difuminan, se acaban, y no es cierto.
Todo habita en nuestra permanencia,
en nosotros mismos,
en lo alcanzado, lo logrado, lo sostenido.
Te lo aseguro.
También me pasa,
que extraño el sentimiento,
sabiendo que es lo único que existe.
Lo que se extraña es el sentimiento,
ni siquiera a la persona, es el sentir.
Y cuando se siente así, tal profusión,
tal intensidad, con tal cabalidad,
se cree, se piensa, que no existirá más.
Al contrario, siempre es más, siempre.
Siempre tendría que ser más.
Dirás, ¿cómo? ¿Desde dónde?
Desde donde siempre es,
desde ti, desde mí, porque confiamos,
porque lo hemos comprobado,
nadie nos contó.
Porque es una verdad ya dicha,
ya hecha, ya sentida, pronunciada desde el Ser.
Esas son las verdades:
lo que tu Ser pronuncia, lo que tu Ser es
y lo que tu Ser hace.
Eso es la verdad.
Tienes que contar con tu verdad, siéndola.
Percibe tu respiro, tan imperceptible,
tan seguro, a plenitud y en confianza.
¿Sabes lo que vale eso?
Valóralo.
Hoy haz tus respiros,
sintiendo igualmente a las Devis,
particularmente Lakshmi Devi.
Hoy atiende, hoy provee, hoy asiste.
Haz respiros bien profundos, bien sentidos.
Recuerda siempre agradecer.
Respira profundamente y agradece.
Te agradezco tanto.
Om Namaha Shivaya
Respira sin temor, sin dudas, sin ansiedad.
Más bien, relájate y concéntrate en tu respiro,
permaneciendo ahí,
marcando tu ritmo, tu propia necesidad.
Toma cuanto aire quieras y suelta igual.
Atiende solo tu respiro.
Y digamos que no busques situarte,
más bien, despréndete.
No marques zona ni espacio,
aguarda que cada respiro
te ayude a ganar esa liviandad,
y te sientas en suspensión,
en tu bendito espacio, el que ocupas.
Con cada respiro ve ganando elevación,
lo que te digo: desprenderte.
Que el cuerpo no te atrape
bajo ninguna de sus sensaciones.
Déjalo ahí, en depósito consciente.
Ve haciendo que cada respiro
te transporte a tu cuerpo más sutil,
el que ni siquiera precisa espacio.
Y te vas desprendiendo, elevando,
imaginando que, algo en algún lugar, te espera.
El respiro te eleva
y tu desplazamiento ocurre.
Estás suspendido,
confiando en que algo o alguien te aguarda.
Y te sientes listo, preparado, en disposición,
sin expectativa ni ninguna condición.
Cada respiro cuenta.
Y tu Ser se transporta a algún espacio,
bendito por lo demás,
en el que solo ocurre la luz.
Respiras a plenitud.
No hay lastre, no hay juego maldito,
no hay demora, no hay engaño ni displicencia.
Estás enteramente sostenido,
en una especie de gran útero,
consintiéndolo, a plena conciencia,
con firme entendimiento, con total aceptación,
con respiro en gozo.
Y te vas preparando, para que solo surja de ti
la más hermosa palabra que existe:
Madre.
Madre.
Madre.
Pronúnciala.
Madre.
Madre.
Madre.
Me habitas y te habito,
eres todo para mí.
¿Cuánto te puedo dar? ¿Cuánto te puedo pedir?
Si eres la gran dadora,
si en tu inmensidad, todo lo das.
Madre, respiro en ti,
como el hijo que soy.
No existe mayor ni mejor lugar
que en ti, Madre.
Por eso sé que el compromiso es volver,
siendo ya quien soy, siendo ya,
y habiendo hecho
mi Ser, en tu Ser.
Madre amada,
¿Qué recorrido es este?,
¿Qué turbulencias he vivido, Madre?
Atiéndeme.
No me descuides.
Ya no te guardo secretos,
ni te niego, ni te reclamo.
No Madre, ¿cómo podría?
Estoy contando, Madre,
con tu proyección más amorosa,
la que hoy existe para mí, siendo tú, estando en ti.
Y solo pido, humildemente,
me colmes, me abrigues, me dispenses,
tus bendiciones.
Bendíceme, bendíceme,
bendíceme siempre, Madre.
Nuestro Universo eres.
Llenas todo, respiro en tu aliento,
converso contigo, te necesito tanto.
Perdona mi desamor, mi propio descuido,
perdona mi incomprensión, mi ignorancia.
Perdóname.
Haz que todo respiro, que ya sé provino de ti,
porque en tu respiro fui,
es lo que se mantenga
entre tú y yo, Madre.
Amorosa Madre.
Persistiré en este compromiso de vida
que junto a ti hice,
por tu bondad, por tu infinita bondad,
por siempre.
Que así sea.
Om Namaha Shivaya
¿Estás respirando?
Es que a veces parecieras que no lo sientes,
que todo ese mecanicismo lo has adoptado
como una necesidad tan superficial,
siendo tan vital.
Y es así que tienes que hacerte
absolutamente consciente de todo este acto
tan voluntario de respirar conscientemente,
sin esfuerzo, sin ningún esquema,
simplemente cumpliendo el sagrado acto
de hacerte en tu respiro cada vez más consciente.
Tomar y tener presencia en ti
y abstraerte, saber permanecer ahí,
desde todas tus instancias
y a la vez desde ninguna.
No se trata de dormir, soñar, ensoñar,
al contrario, es establecerte en una vigilia
tan consciente, tan despierto, y lo estás.
Date cuenta cómo has sabido permanecer
en esta forma, en esta actitud,
queriendo establecer algo que intuyes bien.
Y esta vez, está siendo instruído tu Ser,
para que sepas y puedas contener
la más valiosa información
que te has tenido que otorgar,
cuando de algo como el Señor Shiva se trata.
Si no reconoces eso, te puedes desconectar.
No sin antes disculparme,
pero es que no es que no puedo
obviar donde me encuentro
y lo que me impulsa a decirte eso.
Pero es el sonido de esta tierra,
es su realidad y su verdad mayor.
Existe algo que se descifra como el Señor Shiva,
y no es más que una energía,
tan envolvente como liberadora,
y es lo que hoy respiro.
Sabes qué procuro no inmiscuirte demasiado
en lo que mío es, más bien hago un juego,
para que no sepamos
que nos puede acercar o alejar,
pero es que esta atención
no puede disminuirse ni menospreciarse.
Ahora mismo,
cuando existe como una preparación
que expide tanta fuerza,
y uno se pregunta, ¿qué es? ¿De dónde viene?
Estoy respirando en Varanasi,
la ciudad del Señor Shiva.
Dirás, ¿por qué me dices esto en medio
de una supuesta meditación?
Porque Shiva es todo lo meditativo que existe.
Me dirás, Shakti, ¿qué me hablas?
¿Acaso me adoctrinas?
¿Me estás llevando a lo que crees?
Y por eso, te pido disculpas.
No se trata de eso,
pero se me hace indispensable,
necesario, impostergable,
hacerme en ese manifiesto que aquí es tan latente.
Es como un pulso que viene de tu interno,
es una fuerza que sientes en todo momento,
en todo lo que ves, aunque nada creas ni sepas.
Y es que tampoco de nada vale,
pero cuando ves tal espectáculo
de gente en vida con tal firmeza,
abocarse a un espacio que pareciera ser
tan inhóspito, tan de mentira.
Y lo que existe, más allá de lo que ves,
es una instancia del Ser,
tan desconocida como potente y real.
Mi estado hoy, hasta de asombro,
es porque ¿cómo y cuándo se decidió vivir así?,
aparentemente tan desprovisto,
apelando solo a lo esencial.
¿Cuándo se estableció tal comunión,
en lo que parece una urbe,
una relación tan profunda con lo natural?
¿Cuándo se llegó a eso?
Y se le dio tanta vida, fuerza y poder a un río,
que, en sí mismo conjugaba todo eso y más.
Y está ahí, a pasos,
con una corriente tan inquietante.
Estoy aquí, tal y como tú lo estás,
respirando así, escuchando esto,
que bien podría ser un desvarío, hasta locura.
Y si no fuera por lo que sintiera,
tan exacto, tan inmenso.
Y en lo primero que se hace registro,
es en la mente que se reordena,
se expande, no se resiste a ser abstraída
por esta Fuerza que conlleva tal pureza,
que solo deporta eternidad
y, que el juego lo hace aquí visible,
que no te impide ver
cómo es que el ejercicio
de vida y muerte es tan simple.
Aunque lo sientas o lo creas inesperado,
todo, la vida, la muerte misma, no lo es.
Que mucho de lo que ese respiro trae, contiene,
está dispensado en lo que te sientes hoy.
¿Qué te sientes?
Y no te cuesta saber el Ser que eres,
en la magnitud que contienes,
en la potencialidad que hasta evidencias,
y en cuanta posibilidad puedes imaginar.
¿Sabes lo que eso es?
Haz un respiro profundo primero,
asegúrate de estar consciente
y en cierta forma hasta preparado.
Eso es lo que te nombro,
la presencia omnipresente, omnipotente,
de un registro cierto y puro,
de un manifiesto divino,
que algunos han llamado dios,
y tan solo es una fuerza en tu Ser,
hecho materia, hecho esencia, hecho respiro.
Entiéndelo bien,
se dice, se lee, se oye: Shiva.
Y es el que Es.
Dentro de un sistema tan perfecto,
que si quieres crees, es fe.
Y apenas algo se dice con eso.
Pero es tanto más,
es la sustancia cósmica de la que estás hecho,
y que es tu respiro quien activa eso,
y que eres tú quien se abre a la posibilidad
de ser Eso.
No podría hablarte ni guiarte
si no lo menciono aquí,
sabiendo lo que es, sintiendo lo que es
y haciendo lo que hago,
que no es más que recibir de esa fuerza
su luz, su amor y lo más importante,
su bendición en aceptación de lo que soy,
así como lo hace, de cada ser.
Entonces aquí, ¿sabes lo que ocurre?
Respiro a Shiva, percibo a Shiva, veo a Shiva.
Porque lo es todo, lo es todo, lo es todo,
y no solamente aquí.
Aquí existe como referente de lo que se cree
religión es, cultura es, tradición es.
Y es eso, pero es más.
Aquí, es el mismísimo aliento,
el que me permite hoy la vida que Es,
la que tan humildemente celebro
en su increíble bendición,
habiéndome aceptado como soy,
y ya eso lo es todo.
Hoy por aquí, se respira solo eso,
como siempre, aunque lo sepas o no,
aunque lo comprendas o no,
incluso eso, aunque lo aceptes o no.
Y es que solo respondo a un registro,
tan antiguo, como la verdad que fue, lo es.
Dirás, ¿y ahora qué?
También lo es para los que recuerdan
y ahí me cuento, no sé si tú.
Por eso vuelvo a pedirte disculpas,
pero es que no podría no ser hoy eso,
percibir eso y no comunicártelo.
Existen zonas de este planeta, de este sistema,
que son así, el registro mismo del Ser,
la Fuente misma que Es,
aunque no todos sepan ni quieran creer.
No es cuestión de creer por creer,
es por lo que es.
Y en esta tierra, Quien Es,
lleva ese nombre: Shiva.
Respiro en eso, vivo en eso y moriré en eso,
además porque sé que ni siquiera es morir.
Ya no sé lo que eso es,
esta tierra me lo ha dicho:
no se muere jamás.
Te saludo, te reverencio,
me permito esto que Es,
desde la ciudad eterna.
Y hoy, particularmente te confieso
que lo único que escucho
con tan profundo amor,
es un regalo, algo para mí.
Y ya no es ni será un susurro,
como a veces pienso debo tomar eso.
Es una dulce y humilde proclama
de mi logro en luz.
Esa Fuerza dice: Gloria a la Shakti.
Amado Señor Shiva,
rendida a tu Ser, por todo lo que resta
de la eternidad que Es.
Om Namaha Shivaya
Alcanza a mantener una respiración
firme y consciente,
haciendo respiraciones sosegadas,
espaciadas, tranquilas,
hasta que mantengas un ritmo propio, calmado,
que te permita sentirte bien.
Que cada respiro te diga algo,
que puedas percibir lo que contienes
y que eso que te diga tu respiro,
sea tan tuyo, tan propio, tan íntimo,
que puedas considerar que todo te lo dices tú, a ti,
desde ese estado en el que te encuentras,
en el que te asistes, te escuchas y te propones.
Haz que cada respiro poco a poco
se vaya silenciando también,
y estando ahí, sientas aún más seguridad,
confianza, asistencia.
Que si algo quieres, algo piensas,
algo crees necesitar sea saber estar así,
contigo, en tranquilidad, con firmeza.
¿Cómo asimilas cada pausa, cada espacio?
en que, sabiendo que estás ahí,
nada necesitas, si apenas, respirar.
Que ya puedes producir una forma consciente
de atenderte así, de hurgarte sanamente,
de experimentarte, de darte en valioso encuentro
y lo más, y lo más: expandirte.
Hacer que todo lo que eres, esté consciente,
habitable, y que sepas y puedas correlacionarte
con todo lo que existe,
desde lo que sabes eres hoy.
Miles de kilómetros de distancia
crees que nos separan hoy.
¿Lo crees?
Te digo algo: todo esto ha sido preparado,
pensado, planeado, para que podamos
desde cualquier instancia, distancia,
acercarnos como es, habiendo unificado
nuestras almas en un sano y justo compromiso
y encuentro de amor.
Lo habíamos esperado y se cumplió.
De ahí que este momento,
en el que nos percibimos así,
solo exista lo que Es, en lo que somos.
Y sé que sabes lo que Es, eso que Es.
Es lo que nos ha dado y ha producido esto,
y estamos ahí, orbitando en una Esfera,
tan consciente, tan elaborada, tan resguardada,
y lo hemos hecho, es nuestro gran logro.
Mira dónde estás y mira dónde estoy.
Es como si existiéramos uno en el otro,
siendo lo que Es.
Por eso puedo decirte hoy desde aquí,
desde donde estoy: gracias.
Nunca hubo otra vida
en la que hubiese tanta verdad,
inmediata y cercana.
Y por supuesto que es
por los tiempos, por las formas nuevas,
por todo lo que hoy nos permite
establecer esta comunicación,
esta conexión, este vínculo, esta proyección,
este alimento, esta posibilidad, esta fuerza,
que nos hace mirarnos desde adentro, y estar ahí.
Y estamos ahí, siendo lo que somos,
y respiramos sabiendo eso, sintiendo eso,
correspondiendo a eso, así como proyectando eso.
Valora tu respiro,
entiende ¿cómo es?, ¿qué estás ejecutando?,
¿qué forma de tu verdad?, ¿por qué este momento?
Respiras, respiro y respiramos,
y nada se ha detenido,
menos el tiempo que Es,
el que llevo, el que llevas,
el que nos lleva hacia donde Es,
y lo sabes bien,
aunque estoy donde pareciera que el tiempo
ni siquiera ha sido, sí lo es, en ti, en mí.
¿Y sabes qué?
Celebro contigo. Eso haré.
Celebraré siempre lo que esta vida es,
por ti, por mí, por lo que Es.
Gracias por permitírmelo.
Gracias por ser.
Respiramos ahora, reconócete,
sitúate y desde aquí,
te digo como siempre:
amor, amor y más amor, siempre.
Om Namaha Shivaya
¿Me cuentas cómo estás?
En un breve pensamiento acércame,
¿cómo estás? ¿Cómo te sientes?
Y que eso quede ahí, sin afectación, en ti.
Respira con serenidad, siéntete tranquilo,
hazte la idea exacta de dónde estás,
lo que estás haciendo ahora
y que eso te contenga.
Lo podrías resumir en una breve frase:
estoy amándome.
Respira sintiendo eso.
Haz que eso sea el acto de meditar,
detenerte, reposar,
hacerte en disciplina, concentrarte,
alentar tu alma, valorar el momento,
tu voluntad, tu intención.
Y proceder en ti, comunicarte contigo como es,
abrirte en conexión, hacer correspondencia,
desde lo que tu mente es, con todo aquello que existe, más en ti.
Que tu respiro guíe, atiéndelo bien.
Sostén un ritmo, no permitas que nada lo altere.
Ni es disminuirlo, ni acelerarlo, ni resoplar.
Si produces algo así, no estás yendo hacia ti,
estás dejando que lo que es de ti,
en ti, pero no es, te obstruya.
Tienes que producir calma, quietud, silencio.
El silencio se produce
cuando respiras en calma
y el sistema te acompaña.
Ahora mismo sientes esa calidez,
ese cobijo, y es que lo estás logrando.
El tono es solo una corriente,
que estimula tu vibración.
Y estás en silencio.
Es cuando no percibes interferencias
de ningún tipo, menos tuyas.
No te distraes, no te atacas,
no te restas ni te imposibilitas,
no te exaltas, no te acongojas.
Haces que tu respiración ajuste tu sensibilidad
y tu sensibilidad ordena tu mente.
Nada la estimula a que moleste, tema,
se altere, se pronuncie en algo.
Sabe que debe respetar tu silencio.
El respiro, el que produce todo,
el que te sostiene, te hace vivo.
Y tu vida, ¿qué es de tu vida?
Y volvemos al principio,
¿cómo te hace sentir tu vida?
¿Qué haces? ¿Qué has hecho?
¿Qué harás con tu vida?
No resoples.
Haz que el respiro sepa contener
lo que determinas hoy es tu vida.
Haz que te alcance, así estés abatido,
así lo que vayas aceptando,
revisando, hasta concluyendo,
de lo que tu vida es, no te aliente el respiro.
Muévete hasta donde podrías recordar
alguna noción preferiblemente propia de la vida.
Algo que creas saber, haber aprendido,
algo que traes, que sientes, que contienes,
de lo que la vida es,
de lo que has asimilado de todo esto,
de lo que has visto, de lo que no.
Haz que el respiro te haga sentir lo vivo que estás.
Como siempre te he dicho:
haz del respiro un aliento fuerte, la fuerza que Es.
No es que te pida que te examines de más,
que te evalúes,
ni tampoco que salgas mal dispuesto
de lo que este propósito es.
Pero es que tienes que avanzar,
desde momentos así,
tan íntimos, si se quiere tan crudos,
en los que te enfrentas a lo que realmente eres,
a lo que tu verdad es, a lo que el respiro traduce,
a lo que la mente revela,
al sistema que se resiste o te asiste,
al alma que se abre y se muestra
desde el estado que la preservas y conservas.
El alma no miente,
siempre está dispuesta en la verdad que Es.
Es la que revela, es la que resiente,
es la que dañas si no te amas,
y si no traduces ese amor en buena acción,
en bondad, en constancia, en logro,
justa asignación de tus propias tareas contigo
y por ende en los demás.
¿O para qué crees que existe lo que el amor es?
Para que produzcas solo luz, esplendor,
fuerza del bien y, cada vez, se reste más en ti,
en todo, tanto abatimiento, tanta maldad,
tanto engaño y vicio, tanta oscuridad.
Y el respiro, tan exacto, tan justo en ti,
tan exquisito alimento para lo que tu alma es.
Esa bondad eterna, esa inmensidad,
ese registro tan preciso del Ser que Es,
de lo que todo Es, de esa inmensidad,
de ese infinito,
de esa conciencia tan plena,
tan perfecta, tan generosa.
Dirás, ¿eso acaso siempre está bien?
Tan bien como tú o tan mal como tú.
Pero la verdad es
que solo existe para tu plenitud,
aunque no lo sepas.
Todo te da, aunque nada quieras,
y eso es perfecto.
Es así, así que concluye, que la decisión es tuya.
Respira consciente, respira profundo,
respira oyéndote ya, agradeciéndote tu silencio,
sea verdad o mentira.
Agradece tu disposición, tu voluntad, tu aliento.
Trabaja tu aceptación, y lo que más,
todo lo que quieres amarte,
avanzar a eso, cumplirte en eso.
Respira.
Om Namaha Shivaya