Resuelve todo, para amarte más

Meditación con Mataji Shaktiananda

14·08·2024

Haz mentalmente un recorrido breve
de tu trayecto hasta aquí.
Sea como sea hayas llegado,
rememora ese recorrido
hasta que te sentaste aquí y te sientas aquí.

Y ahora visualízate, elabora,
logra una imagen de ti ahí donde estás.
Siluetéate y percíbete a profundidad,
primero, en lo que todo tu físico es.
Reacomoda, si persiste alguna incomodidad,
y con cada respiro aligérate, deposítate ahí.

Y que cada respiro te sitúe,
ahí donde estás, donde eres.
Y comienza a percibirte
e imagina lo que puedes percibir,
así como emanar,
en la disposición que te encuentras,
en esa posición y con toda tu intención
de establecerte en ti en cada respiro.

Respiros profundos, pausados, sostenidos,
creándote un ritmo tan propio como íntimo,
buscando alinearte en esa tu configuración
tan exacta y perfecta.

Y tus respiros sosegados,
sin alteración, sin sobresalto.
Estás tan bien ahí.
Si pudieras creerme, estás tan bien.
Y se produce esa respiración consciente,
atenta, tan sensible a ti.

Nuestros cuerpos tan útiles,
si se quiere tan obedientes, tan complacientes,
y cómo se ordenan,
tras sutiles comandos amorosos.
Y lo que permiten, este estado de quietud,
de relajación, de permanencia.
Y le respiras, le das la asistencia,
lo haces vital, lo cuidas.

Y el respiro, tan exacto,
tan llevado a esto, a que te sostenga.  
Sostienes el respiro con tal respeto
a lo que tu cuerpo es,
con tal paciencia, con tal amor.

Ahí estás, dispuesto a Ser.
Y nada interfiere porque tu mente piensa en tu cuerpo,
le das esa tarea y se esfuerza,
se precia, se lo entregas.
¿Cómo crees que se siente?
Profundamente responsable.
El respiro la hace respetuosamente responsable.  
Ni se distrae, ni se entretiene, ni se niega.
Hace su tarea.

Respiras con vitalidad y complacencia,
 y eso la estimula a que la forma en que te habita
te permita igual estar ahí, estar así, a plenitud,
haciendo comunión,
habitando lo que eres, aquí, donde sea.

Y el logro del respiro tan sosegado,
tan imperceptible, tan profundo y vital.
Y tu mente abierta,
se abre a lo que eres, a lo que Es.
No hay ansiedad, no hay inquietud,
ni expectativa, ni drama, ni excusa.

Y estás presente, y estás presente, y estás presente.
Y de tan presente, nada te perturba,
 nada incomoda, nada recuerdas,
ni acechan las sombras ni te roza el desamor,
ni evitas vivir, ni escondes dolor,
ni registras ansiedad, ni niegas al Ser.

Estás presente. Y eres tanto y eres todo.
Y respiras nada, tan breve, tan poco.
Mínimo respiro.
Y es cuando refuerzas el sentimiento,
tu sentimiento, lo que eres.

¿Qué tanto percibes el sentimiento que eres,
el sentimiento que produces
hacia ti, por ti, para ti?
¿Qué tanto lo valoras? ¿Qué tanto te sirve?
¿Qué tanto te entregas? ¿Qué tanto lo das?
¿Qué tanto lo esfuerzas?

Y el respiro, tan sutil, tan nada.
Te preguntarás: ¿este sentimiento es mi presente todo?
¿Este presente es mi sentimiento todo?
¿Cómo lo logro? ¿Cómo lo sostengo?
¿Cómo lo guardo?
Y es que parece imposible,
ante tantos, tan en medio de todo.

Y el respiro tan divinamente consciente,
tan perfecto, conteniéndote, percibiéndote,
amándote, aquí presente.

Tienes que resolver, tienes que resolver por esto.
Resuelve por esto, por estar así, por sentirte así,
por saber permanecer así,
cada vez que puedas y quieras,
que te lo propongas,
tan presente, resolviendo amarte.

Y respiras a profundidad, con todo tu pecho.
Sobre todo, tu pecho.
Hazte consciente, hazte más presente.
Y mantente ahí, todavía en quietud,
reconociendo tu cuerpo, sintiéndolo.

Respira, respira agradeciéndote
y que no se te olvide tu resolución,
lo que quieres resolver.

Respira a profundidad y reconecta aquí,
con ese tu cuerpo tan exacto.
Respira más,
para que tu mente sepa lo que la amas,
 por brindarte, permitirte,
en el tiempo que Es,
en el tiempo que eres, saberte.

Respira más. Siempre respira.
Siempre respira más.

Hazte presente y agradece. 

Om Namaha Shivaya