La ciudad que guarda todos los recuerdos

Meditación con Mataji Shaktiananda

29·03·2023

Sostén tu respiro, profundo y consciente.
Proporciónate tu ritmo propio, sosegado.
Haz respiraciones completas,
de manera de impregnarte
de todo eso que contienes.
Lo haces presente y consciente.

Que cada respiro juegue en ti,
que haga la sublime y bendita tarea
de proporcionarte lo que eres,
con la suficiente devoción hacia ti.

Respira de manera sosegada, libre,
considerándote y sabiendo
tu intención de conexión.

Esta pública expresión
de las condiciones humanas
que más se acercan a alguna verdad,
las encuentras aquí, en donde existes.

Te comento que, estando aquí,
en esta entrañable, así como inolvidable ciudad,
encuentras los recursos
que ya fueron dejados por tantos,
para que puedas habitar espacios tan sagrados,
como tu mismo Ser.
Y tendrías que entenderlo así:
eres, cuentas, con tu propio espacio ilimitado,
más, cuando recurres a memoria,
para resguardarte.

Y te digo esto para que puedas confiar en algo
que se encuentra vivo, accesible, visible y vivible.
Por eso te invito hoy,
a este espacio interno
que hemos sabido construir,
con lo que nos hemos enseñado.

Y la invitación es que te imagines,
te visualices, además, en un espacio,
en un sitio, en un lugar,
tan infinito como Varanasi es.
Sabiendo que hay tanto más,
invisible por lo demás.

Piensa ahora, si quieres aceptar la invitación.
Respira un poco y decide.

Te cuento que este resonar tan íntimo,
es inacabable.
Cada sonido proviene de algo o alguien
que ya no simula más.
Que ha sabido encontrarse donde está
y ha sabido estar donde se encuentra.

Por eso es que la ciudad
invita al encuentro propio.
Más, cuando las almas participan de este resonar.
Y no hay sonido, ni ruido, ni silencio,
que se perciba ajeno.

Haz que el sonido de tu respiración te conecte.

Creo que el impulso me ha llevado
a querer que estés aquí, en este retomar,
después de tanto, para constatar,
que todo permanece intacto.
Cada escalón, de subida o de bajada,
que conduce a tantos recintos sagrados
y al que más, ese río, tan sagrado,
que te atraviesa hasta instalarse
en tus mismos fluidos
y te invita al recorrido apacible,
profundo, constante.
Y tanto que lleva.
Y tanto que trae.

Respira, que estamos en Varanasi.
Y los respiros se conjugan en un mismo aliento,
el que nos resguarda,
porque lo hemos sabido guardar,
durante tanto espacio-tiempo interno.
¿Para qué?
Si supieras cuánto se reconoce,
tan solo al respirar.
Y lo hacemos.
¿Con qué contactamos?
¿Cuál conexión se establece?
Y escucha,
es media noche y todavía suenan campanas,
que, sin misterio, anuncian,
les anuncian a las almas, que se vive.
Es música.

Se pierde la cuenta
de cuántas formas existen de recordar.
Más bien, todo recuerda.
Todo se recuerda. Recuerdas todo.
Y más te recuerdas a ti.
¿Te imaginas en una ciudad
que ha guardado todo?
Ha guardado todo.
Y te guarda a ti.
Así como tú la has guardado.

Respira y sigue imaginándote,
haciendo cualquier cosa de eso que ya sabes
que tu Ser es y que te conduce al Ser.
Algún guiño, algún mohín, alguna seña
y hasta algún rastro de vacío.

Que te asalte tu silencio
y te permita fluir en lo que la Nada es.
Te vacías y contemplas eso,
tu sentido de la quietud,
tu sentido del silencio
y de la no existencia.

Así, ahí donde estás y aquí donde estoy,
desde donde intento comunicarte,
que tu fuerza es total,
es completa, es única, es inmortal.
Y que respiras tan solo para vivir eso.

Te agradezco que te hayas atrevido,
que te hayas propuesto darnos en compañía
y que sepas de la fuerza que te hablo
y que habita aquí.
Y que no preciso nombrarla. No podría.
En verdad no existe nada que pueda nombrarla,
más que tu presencia viva,
aquí, en ti, siendo quién eres,
hoy en mí, hoy en ti.

Te agradezco.
Respira profundo.
Cierra la aventura, esta tan audaz,
pero así somos, sino ¿cómo?
¿Cómo avanzamos?
¿Cómo llegamos?
¿Cómo nos vamos?

Te agradezco.

Om Namaha Shivaya