Mantén tu respiro sosegado, profundo.
Haz cada respiro consciente
y haz que tu pensamiento
se instale en el momento,
en la actitud y en tu conexión.
Háblate amorosamente:
mi respiro me acompaña, mi respiro me alienta,
mi respiro me permite, mi respiro es mi verdad,
mi respiro es todo.
Amo mi respiro y mi respiro me ama.
Esa es tu mayor verdad.
Es tan importante que te observes.
En principio, que observes lo que piensas
o lo que crees pensar,
lo que sientes o lo que crees sentir
y todo eso que te acerca a ti.
Es tan importante un momento así.
Contienes todos tu respiros,
así como todos tus respiros te contienen a ti.
Y esa tu manera de producirlos,
la manera en que habilitas todo tu sistema,
para saber habitarte desde tu interno.
El asunto es, ¿qué existe en tu interno?
Y lo que hemos dicho alguna vez:
¿Qué tan interno es tu interno?
¿Cuánto has profundizado en ti?
¿Cuánto has querido saberte?
No entres en pánico ni en desidia,
más bien, que sepas siempre,
que se trata de un logro.
Es ahí cuando te complaces.
Relájate, contémplate, habítate, ámate.
Dirás, ¿es que acaso no contemplo
algún riesgo que, incluso desconozco?
Y así de esta forma, atreviéndome,
¿podría importunarme, encontrar,
dar con aspectos que ni busco ni quiero?
Es que de eso se trata.
De eso se trata.
De que libres con tal ímpetu,
un profundo e inmenso recorrido por ti,
por todo lo que eres.
¿O es que acaso poco te crees?
Que quieras, que sepas y que puedas,
ahondar en ti.
Sea que, aquello que encuentres te sorprenda,
te intimide, pero eres tú.
Es que, si no llegas a conocerte, encontrarás poco.
Y ahí vas, percibiéndote, conociéndote más.
Cúmulos de sensaciones
que tienes que ir dejando,
son más que inútiles.
Avalancha de pensamientos, suposiciones,
hasta conclusiones, más que inútiles.
Ni hablar de lo que podría emocionarte,
¿para qué?
Cada respiro te produce, te provoca,
quietud, imperturbabilidad, calma,
hasta que abrazas tu soledad,
muchas veces temida.
No hay discurso.
No es que evites reclamos, pareceres y angustias.
Puede que existan, pero no hoy, aquí.
Más bien respira.
Tampoco le temas a tu simplicidad,
a ese logro de desvanecer actitud.
Tu mente cede para que abandones
y te abandonen los pensamientos.
Tu respiro logra serenarte, desprogramar
y, tu amor, espanta el miedo.
Tienes que creerte, ser así, en un momento así,
en un lugar así, en un tiempo así.
Un logro.
Dirás, ¿cuánto puede durarme?
¿Cuánto puedo sostenerlo?
¿Cuánto cuesta?
No pretendas respuesta
De lo que se trata el logro,
es de lo que te impregnas,
lo que logras captar, lo que emanas,
lo que llena tu silencio
y, lo que crece tu Ser, inmenso.
Inmenso todo.
Y te guardas,
y tu respiro ahí, en registro.
Tu propio registro.
Somos de extraordinaria naturaleza, todavía.
No nos alcanza lo simulado, lo virtualizado.
Somos esta esencia despierta y abierta,
al amor que Es.
El que ya guardamos bajo registro y activamos,
por merecimiento, por tarea, por voluntad,
por principio, por servicio, por amor.
Un logro.
Créete.
Créete profundamente.
Respira profundo, recordándote de ti
y, acordándote más, de quién eres.
Hazte nuevamente presente,
recuerda dónde estás y para qué.
Ya sabiendo, agradécete profundamente.
Perfecta vida.
Om Namaha Shivaya