Solo busco respirar, nada más.
Encuentro mi respiro,
lo encuentro y en mi respiro, me encuentro.
Así que respiro a placer,
con serenidad, con tranquilidad.
Inhalo confianza, exhalo temor.
Y, así, equilibro.
Tan profundo y sereno, que me siento bien.
Es como si nada existiera,
como si nada más me importara,
aunque sé, que no es así.
Existe todo y lo acepto todo,
así como me importa todo y todos.
Respiro sabiendo que también me importo
y, lo importante de mi respiro,
que me sostiene, que me mantiene
y me hace y me permite ser.
Si me pierdo, me recobro respirando.
Mi respiro serena mi mente, tan atenta.
Que atienda mi respiro
y que mi respiro la atienda.
Sutil y sublime correspondencia.
Disfruto este momento,
sin tiempo real, sin espacio preciso, sin sentir.
Desde alguna parte de mí,
sé que todo se extiende, se extiende mi Ser,
a plenitud, en este, mi Planeta.
Respiro más y sé que, a su vez, se extiende más,
se disipa, se desconfigura, se desmaterializa,
hasta que es solo extensión, hacia todo.
No hay contención ni límites, ni espacio alguno.
Y saber y pensar,
que es mi alcance, a través de mi respiro.
¿Qué tanto, el respiro es?
¿Qué alcance contiene?
¿Qué o quién me lo da?
¿Quién me lo atribuye?
Lo que sea, se lo agradezco.
Se lo agradezco. Se lo agradezco.
Porque en esa tibia expresión de mí,
vivo, vivo, vivo.
Cada respiro es mi vida.
Mi vida, toda.
La que fue, es y será.
Me encanta.
Me encanto.
A veces me digo, ¿qué vivo?
¿Qué es esto?
Y respiro.
A veces me pregunto, ¿por qué vivo?
¿Para quién vivo?
¿Con quién vivo?
Respiro.
A veces insisto, ¿es esto la vida?
¿La vivo?
Respiro.
Y ciertas veces me emplazo, ¿guardo propósito?
¿Obedezco a algo o a alguien?
¿Considero mi aliento?
Y respiro.
Respiro hasta conseguirme en manifiesto,
siendo más que una respuesta.
Más que un entusiasmo o un falso entusiasta.
Me sé, soy, un ser divinamente complejo,
eventualmente resuelto,
consciente, abierto, capaz.
Y sé que se da el encuentro con mi respiro.
Y cada respiro da con mi encuentro.
Y, el respiro, se da a su latido.
Y ese latido, me lo brindo, porque sé,
que de verdad es lo único que contengo,
lo único mío.
Y que es, además, lo que puedo dar.
Mi amado latido, el que vibra
al compás de Universo todo, desde aquí.
¡Cómo no cuidarlo, apreciarlo!
Hacer que resuene y que se extienda, se expanda,
a través de todo lo que soy,
todo lo que veo y lo que no.
Mi latido me abre y me abro al latido.
Y el respiro lo sigue, lo alienta, lo proporciona,
hasta que se hace incontenible.
Eso es mi manifiesto, eso soy.
Todo lo demás, es acción ordinaria.
Respiro para que sea mi latir, mi pronunciamiento.
¿Será que puedo pronunciar amor?
¿Será? ¿Será?
Lo quiero tanto, me cuesta tanto.
Pero insisto y me abro y me alcanzo.
Respiro profundo y marco el día,
lo fijo, lo presento, lo guardo.
Respiro y me agradezco.
Respiro y vuelvo.
Respiro y estoy.
Respiro y quiero vivir.
Lo que quiero vivir.
Om Namaha Shivaya