Haz una breve visualización de ti, observándote.
Así como desarrolla una capa,
un manto propio, que te contenga.
Respira profundo, sosteniendo cada respiro,
manteniendo la atención solo en la respiración.
De esa manera, calmamos la mente.
Respira el tono, asimila esas notas,
que terminan siendo vibraciones,
que se acercan tanto, que nos atraviesan
y, empiezan a fluir con nosotros,
en nuestro interno.
Y regulan, amplifican, extienden, expanden,
igualmente nuestro campo de energía.
Es el respiro, que me comunica con mi silencio.
Es mi silencio,
lo que me comunica con mi interno.
¿Qué es mi interno?
¿Dónde se ubica?
¿Qué pronuncia?
En principio, debería pronunciar nada.
Pero no ocurre ¿Por qué?
Porque no hemos querido vaciarnos
de tanto contenido que nos hace tanto ruido,
en lo que creemos
son nuestras ocupaciones, responsabilidades.
Pero respira,
que el conducto está, el conducto eres.
Eres tu propio conducto hacia tu interno,
hacia tu silencio y, hacia el manifiesto que eres.
Existe gente que no sabe bien,
para qué y por qué medita.
Y no renuncian a un empeño de obtener algo.
¿Qué sería?
Y ya deberías saber
que cuando respiras así, te sostienes así,
el logro sería vaciar.
Hazlo respirando, sutilmente,
sin esfuerzo, sin angustia, sin tensión, plenamente.
Y, aunque pareciera que nada obtienes,
te obtienes a ti, a eso que crees desconocer de ti.
Que acaso te asusta, pero ahí estás, ahí eres.
Un respiro que nada dice,
un silencio que te dice todo,
y, ni retienes el momento,
ni el momento te retiene.
Si supieras…
Es un fluir, un desplazamiento,
hacia ese contacto tan supremo,
por el que existes y ahí estás, te respiras.
Ni te preguntes dónde estás.
No sabrías dónde y tampoco importaría.
Entre tanto espacio…
Y transitas y te elevas y te complaces.
Y te experimentas y te amas.
¿Qué mejor encuentro que ese?
Respira porque igual, ¡te inquietan tantas cosas!
¡Quieres tanto!
¿Para qué sería?
Si lo que Es, si lo que se Es, es esto.
Logra tu instante amado, perfecto,
en tu única compañía:
en el Ser que Es.
Reduce el respiro, abrévialo,
para que puedas contenerte y, ganes el espacio,
en el que todo Es y donde no existe nada,
ni siquiera tú.
¿Te acuerdas del pulso, el que te tomaste?
Ahí está, lo produces.
Y dirás ¿para qué?
¿Crees que es solo para vivir?
¡Hay tanto más!
Que no te gane el desgano,
ni te aplasten las multitudes.
Reconoce, en tu voluntad, el Principio.
Experimenta el Ser, más allá de todo esto.
Alégrate.
Respira profundo, respira libre, regresa.
Siempre habrá momentos como este.
Por lo pronto, retorna.
Mantén ese respiro sosegado,
hasta que te provoque volver a estar aquí,
en tu asiento, en tu cuerpo, en este presente.
Agradece.
Respira profundo.
Om Namaha Shivaya