No guardes desaliento ni te rindas jamás

Meditación con Mataji Shaktiananda

15·12·2021

Respira profunda y pacientemente.
Ten toda la paciencia,
para alcanzar un ritmo propio,
sosegado, que te tranquilice.
Eso lo logras así, respirando bien, profundo.

Y te mantienes así, con toda esa serenidad,
que te lleva a esa inamovilidad, aunque sabes,
que se mueve tanto, tanto en ti, tanto afuera.

Haz que esa inamovilidad, te produzca quietud
y, alcance igual, a tus pensamientos,
para que esa mente
se vaya aquietando, silenciando.
Y que, sin impacientarse,
aguarde por ese silencio, tan maravilloso.

Es tu respiro quien alivia,
y no permite ansiedad ni presión.
Tampoco es cuestión de crearse expectativas.
Es tan sutil la fórmula, esa que contienes
y que, tan hermosamente has aprendido, activado
y que, finalmente produce, te produce,
un momento así.

¿Para qué se buscaría tal quietud?
Y es precisamente por todo lo que se mueve,
lo que inestabiliza, lo que mal recorre,
lo que apresura.

Y, pese a que, el entorno te parezca acelerado,
todo lleva su ritmo, todo guarda sus tiempos.
Es por eso que necesitas crear el propio.
No hay misterio, ni falso propósito, ni exaltación.
Es necesidad.

Celébrate, porque has reconocido esa necesidad
y, no te avergüenzas, no te detienes.
Respira.

¿Qué tanto sientes tu quietud?
¿Qué tanto te siente tu quietud?
Y, aunque en quietud estés, te mueves,
con el sistema, dentro del sistema, por el sistema.
Y te refleja este cuerpo,
que, si algo sabe, es todo esto.

Todo como Ley existe.
Entonces gravitas, respondiendo a un núcleo,
en principio, en ti,
que manejas sustancia con propiedades
y, se convierten en peso específico.

Percibes toda tu movilidad, todo lo que atiende,
todo lo que se expresa y, todo lo que sana.
Te sana tu respiro.
Te sana tu quietud.
Te sana tu silencio.
Todo a voluntad, que es lo que más sana.
Tu bendita voluntad.

Gravitas en vigilia consciente, atendiendo,
respondiendo, confiando.
Otras propiedades de tu propia consciencia.
Fórmula mayor.
Y, te abstraes. Disfruta.

Tendrías que disfrutar tanto,
hasta que, el mismo disfrute, desaparezca,
para transformarse en un íntimo gozo.
Casi imperceptible y, por demás voluntarioso.
Ese es otro espacio posible,
en tu misma conciencia.
En donde surgen, igualmente,
exquisitos procesos.
Imperceptibles gestiones
e inexplicables movilizaciones.

Pasa tanto, te pasa tanto,
que, ni siquiera necesitas saber.
El saber, ahí, es no saber nada. Nada.
Aunque esté todo de ti. Todo.

No hay forma posible de comprender nada
y, ni falta hace.
Es tu Ananda.
Pensarás, ¿eso se vive?
No. Eso te vive a ti.
Es tu entrega.
Y es cuando la bondad se expresa,
igualmente en ti.
Es correspondencia.
¡Dime cómo no agradecer!

Agradece infinitamente.
En todo esto, hay cuestiones puras. Muy puras.
Como la Luz misma, el Amor mismo,
el Ser mismo.
Así que no guardes desaliento,
ni te restes, ni decaigas, ni te rindas jamás.

Respira profundo, tan profundo como puedas.
Que tu respiro te exprese
y, que expreses tu respiro.
Tu más sublime expresión.

Respiros calmos, pausados, sensitivos.
Hazte presente respirando profundamente
y, con la aceptación de que permaneces aquí,
estás aquí, cada vez más consciente,
cada vez más activo,
con sentimientos de disfrute y de gratitud.

Om Namaha Shivaya