Quien despierta, vuelve a nacer

Meditación con Mataji Shaktiananda

13·10·2021

Concéntrate en tu respiración,
pronunciándola cada vez más conscientemente.
Habilitándote, haciendo que todo tu sistema
responda a este momento, en que requieres
de cierta libertad para respirar,
para estar en calma y para conectarte.

Podrías pensar, igualmente,
que no necesariamente al meditar,
deberías conectar.
Y no se trata de que te distraigas
y guardes alguna pretensión o expectativa.
Se trata, básicamente, de que quieras estar ahí,
atendiendo tu interno, que es lo que sería,
la verdadera conexión
y, por ende, tu meditación.

Meditar en ti, por ti, para ti, extendiéndote
y, deleitándote con tu respirar apacible,
tranquilizador, expresando voluntad,
y, ese sentir, que sería lo más valioso.
El sentir que te lleva a estar en ti.

Percibe como se disipa
cualquier pensamiento impropio,
inoportuno, hasta sagaz.
No te reclames.

¿Qué estás viendo hoy?
¿Qué estás viviendo?
Y antes de que te remitas
a algo personal, íntimo, apremiante,
reflexiona brevemente sobre el planeta todo,
y la gente que lo habita.

Se podría decir que se trata
de un hermoso planeta, dormido,
aunque, por su actividad, pareciera despierto.
Y estás ahí, respirando ahí, viviendo ahí
y, sintiéndolo todo.

¿Qué crees determina que la gente
se encuentre dormida o despierta?
Respira eso. Respira y ve proyectándote,
desde la manera en que despierto te sientes.

Quién duerme, no se sabe.
Quién duerme, no se reconoce.
Quién duerme, cree amarse.
Existiendo, permaneciendo, creyendo vivir.
Se fascina, se incomoda,
atiende lo enteramente visible,
y se regodea en ese vivir.
Todo es una maravilla, o todo es una pesadilla.

Tú, respira.
Tú, mi alma, respira.
Tú que, al parecer, has sentido ese despertar,
y te envuelves en él,
sabiendo que lo que ves, no es tal,
pero confías y crees en lo que no ves.
Quizás más ante todo esto que se exhibe,
que se expone, que te instiga;
e igualmente permaneces,
atendiendo todo aquello que tu Ser produce.
Y te vas reconociendo,
algunas veces con no poco temor,
pero ahí estás, respirando.
Por momentos, bajo alguna confusión.

Tanto despertar, abruma.
Tanta visión, espanta.
Tanta demora, podría angustiar,
Pero respiras.
Libre y abiertamente, respiras bajo un propósito.

Conducirte en medio de todo esto,
despierto como estás,
valiente como eres y respirando.
Ya no duermes más, algo sabes,
algo intuyes, algo crees.
Y, sientes mucho.

¿Qué hacer? ¿Qué se hace con ese sentir?
Transfórmalo en lo que creas es
la más pura y firme concepción de tu Ser.
Tienes que concebirte y reconcebirte,
cuantas veces puedas y quieras.
Después de que se despierta,
es como si se volviera a nacer.

Y, esta vez nacer ¿para qué?
¿De quién para quién? ¿Por quién?
Y seguro que adivinas, siempre será para ti.

Percibe bien cómo respiras,
qué tan quedo, qué tan calmo,
qué tan fiel, qué tan seguro.
Hasta que entres en esa sana suspensión.
Ninguna alteración.
Solo tú y lo que no eres tú.
Lo que no es nada ni nadie.
El breve respiro que es Aquello.

Entiende bien,
si has despertado, tienes que Ser.
Si no es eso tu propósito,
dormido estás.

Y así finjas, así te exaltes,
así presumas, no hay engaño.
Concíbete, transfórmate
y habrás hecho el recorrido,
Sobre un planeta hermoso,
hermosamente dormido.

Respira profundo buscando todo aliento,
todo recurso, toda bondad,
toda gratitud en ti, y extiéndela, entrégala.
Corresponde.
Respira a profundidad y vuelve a agradecerte,
asimismo, bendícete, alma despierta.

Om Namaha Shivaya.