Entre tu silencio y tu respiro

Meditación con Mataji Shaktiananda

29·09·2021

Sigue respirando,
con la intención de atraerte hasta ti.
Que cada respiro, te acerque.
Es que, muchas veces crees estar ahí y no es así,
te vas, te vuelas.
Para empezar, deberías concentrarte,
en saber y querer estar ahí,
en ti, en lo que eres, respirándote.

Sopesa tu cuerpo, que también quiera estar.
Ocúpate de su quietud,
su estabilidad, su bienestar.
Y es que, con la respiración, logras más.
Respira esencialmente,
hasta que logres verdadera satisfacción
de brindarte en este momento,
en el que te haces tanta compañía,
en lo que sería, tu más hermosa y sutil soledad,
convirtiendo tu momento en propio, único.

¡Qué bendita fascinación la nuestra!,
este alcance, esta justa motivación,
con tales inesperados alcances,
que ni te imaginas.

El hombre que reposa,
que se asienta, que se atiende, es único.
No es que imponga o demuestre su recelo,
al contrario, se ha descubierto y sabe,
lo que esa exploración conlleva.
Es el momento de no simular nada,
de no encontrarse con nadie,
de disfrutar la soledad, de aparecerse tal cual es
y, no querer aparentar nada.

Respira, que, aunque no hables ni articules nada,
principias un diálogo, una comunión,
desde tu más íntimo silencio.
Respirando mitigas cualquier exaltación,
toda ansiedad y, ese diálogo silencioso,
se produce.

¿Cuánto tendrías que decirte?
¿Y, si mejor no te dijeras nada?
¿Cuánto, en cierta forma, ansías escuchar?
Que más bien, sería nada, igual.

¿Qué crees entonces, te comunica tu silencio?
Y tienes que respirar,
para adquirir ese código sustancial.
El respiro breve, profundo, imperceptible,
pero que, a su vez, te reconozca todo.
Un respiro que te reconozca.
Que sepa con exactitud, lo que recorre,
lo que desbloquea, lo que te permite,
lo que se expande.

Y permaneces ahí,
entre tu respiro y tu silencio, reconociéndote.
Sin pensamientos aventurados,
sin sensaciones ocultas,
sin desgaste emocional,
sin invocaciones inútiles.
Tú en tu sustancia,
precisamente para dejar de ser tú.

Respira porque, si llegas a preguntarte entonces,
¿qué o quién serías?
y no tengas respuesta alguna,
puede que te asustes.
Así que libera ese temor, respirando.

Fascinante.
Nada que mostrarte, nada que demostrarte,
ni la más mínima ocurrencia, ¿para qué?
Si exploras tu vacío,
en el que, cada vez, deberías habitar más,
e ir demoliendo todas estas estructuras.

Suspéndete.
Lógralo con el mínimo respiro
o, tal vez, ninguno.
Recompénsate, hermosa alma.
Suspensión. Vacío.

De esto, deberías guardar mucho, hacer reserva,
para que cuando retomes, más bien contemples
y, cesen de a poco, tus tribulaciones.

Que cuenten tus respiros conscientes,
sabios, calmos, para afrontar todo este devenir.
Allá quienes se engañan y presumen.

Resérvate en tu quietud, tu sabiduría,
tu comprensión, tu atención, tu aceptación.
Pero más, en tu acción firme.

Y respiras profundo.
Que cada día cuente contigo y tú,
ni siquiera los cuentes.
Solo acepta ser y saber estar.

Respira profundo, que te colme tu aliento,
tu pronunciamiento interno, tu fuerza, tu valor
y, ese tu principio, el que atiendes y cultivas
en medio de todo y de todos.

Respira profundo,
atendiendo el momento presente,
agradeciéndote tu estar
y, tu profunda voluntad de ser.
Prométete siempre amarte más
y, expresarte en gratitud.
Respira profundo y, que esa tu cercanía,
sea tu mejor compañía.

Om Namaha Shivaya