Ama y vive en paz

Meditación con Mataji Shaktiananda

12·05·2021

Concéntrate en la respiración,
pausada y profunda.
Siente, asimismo, la calidez de tu aliento.
Ese prana que expiras, luego que te recorre.
Es decir, cuando inhalas,
no importa la temperatura de tu ambiente.
Cuando exhalas, lleva tu calidez,
luego de haberte transitado.

Tendrías que saber,
para qué usas tu respiración,
para qué tanto la usas.
Y, en principio, es para depurarte,
sacar de ti, lo que sientes y crees impuro.

En principio sería, todo ese malpensar.
Todo lo que te lleva a la angustia, al tormento,
la imputación, el reclamo.
Ese afán de antagonizar, sentirte lo contrario,
es lo que te produce tanta contrariedad.
Así que permite que tu aliento fluya, te aliviane
y que puedas expedir de ti, lo que te pesa.

Suelta, desprende, discurre.
No son momentos para desviarte,
para dejar, permitir, tribulaciones.

Existe demasiada detracción.
Se han alterado todos los intereses.
Son visibles las contiendas y hasta perceptibles.

Mantén tu respiro, tu cálido respiro.

Hacia donde mires, existe una lucha.
Es como si todo quisiese o necesitase forzarse.
Incluso, la paz.

¿Forzar la paz?
¿Ante quién? ¿Ante tantos?
Tantos, que ni siquiera se ubican.
Ni siquiera se encuentran,

ni siquiera se atienden.
Tampoco responden y mucho menos ofrendan.

Respira con tu cálido aliento.
Obsérvate brevemente.
Fíjate si estando así, sostienes alguna lucha
o, por el contrario, accedes, conectas, te ofrendas,
lo que tu paz, es.

Hasta capaz serás,
de negártela, de subestimarla.
De obsesiva y obcecadamente, demanifestarla.
Creyendo, además, que ni siquiera existe
o, que no es de ti, no es para ti.

¿Qué podría ser? ¿Qué sería?
¿Qué vendría a ser tu paz?
Hasta egoísta pudiese parecerte,
cuando sabes, cuando ves, toda la lucha,
la guerra, la batalla que existe,
¿entre quienes?

Y sería ante quienes se desconocen,
Se cierran, se mienten, se escudan,
se esconden, se apropian.
Se consideran poderosos.
Sincérate tú. Sincera tu paz.

¿Cómo? Preguntarás.
Siendo humildemente tu verdad.
¿Cuál verdad? Dirás
Y sería lo que sientes.

Igual dirás, ¿y si no es verdad lo que siento?
¿Cómo se siente la verdad?
¿Cuál es la verdad que se siente?
La que te genera paz.
La que no te incomoda ni a ti ni a nadie.
La que está y vive ahí,
alineada, consciente, siendo del Ser.

Respira, que esto que respiras,
aunque no lo sientas, no lo creas, es tu paz.
Sin necesidad de mostrársela a alguien.
Es tu paz.
Tu sutil y bendita paz,
que queda en ti, que habita en ti,
que sientes en ti, que vive por ti.

Y, a partir de ahí, ofrenda.
Como una vez -y como siempre-
has de saber, has de aprender, has de ofrendar,
a los seres de buena voluntad.
De esa voluntad que está puesta y dispuesta,
hacia el Ser que Es.

Confía en tu paz.
Trabájala desde tu cálido respiro,
tu cálido aliento, hasta tu silencio.

Respira.
Y, aunque sepas que contienes paz,
ofréndala en este momento, en este tiempo,
en el que se avivan las guerras.

Sostente en tu paz.
Alégrate y juega en paz.
Vive y vive en paz.
Ama y ama en paz.
Asimismo, ofréndala.

Respira profundo,
hazte consciente, hazte presente,
agradeciéndote.

Respira más, respira bien y, como siempre,
prométete, mantener tu logro
y más, si es de paz.

Om Namaha Shivaya