Haz que tu cabeza se sienta libre

Meditación con Mataji Shaktiananda

05·05·2021

Mantente respirando lenta y profundamente.
Atiende tu cabeza, posiciónala, mantenla ahí.
Sostenida tu verticalidad,
visualízate sin atender demasiado la forma.

Haz un esfuerzo para que tu cabeza se sienta en su lugar.
Dirás, claro que está ahí.
Y existen tantas maneras de que no esté.
Así que respira, para que la sientas en ti.
Asimismo, para que se prepare
y pueda elevarse hasta donde quiera.
Respira para que se lo permita
Y, en caso de que quiera irse, se sienta libre.

¿Adónde sería el mejor lugar o espacio para que viaje?
¿Para qué sistema?
¿Y si tan solo supiera de tu propio sistema?
De todo cuanto contiene.
De toda esa configuración,
que apenas sientes, que apenas te crees.

Que jamás crea que la sujetas.
Hazle saber, que sabes bien lo que es y contiene:
buena parte de tu sistema.
Y, por si fuera poco,
como el cuarto de maquinarias,
en el que se opera y se comanda todo el sistema, tu sistema.
El mismo que está imbricado, relacionado, conectado,
con todo lo que existe.

A lo mejor no tienes idea. Tal vez sí.
Y te sondeas, te escrutas, te emplazas, te desplazas ahí,
en tu sistema.

Y observas su posición, su situación en ti.
Igual que adviertes lo que contiene:
la exactitud, la configuración.
Toda esa filigrana molecular, celular.
Las capas y hasta la materia gris, tu materia.

Se trata de tu gran almacén.
Te preguntarás,
¿dónde lo obtuve? ¿Cómo lo llené?
¿Cómo se organiza? ¿Qué guarda?
Ni te imaginas.
Al igual que la imaginación también, ¿o qué crees?

Te preguntarás igual,
¿existe algún switch para encender y observar, retener,
utilizar y hasta desechar, todo eso que contiene?
No te digo uno, casi que todo lo que contiene,
son como esos interruptores
que enciendes y apagas una y otra vez.

¿O no lo sientes? ¿O no lo sufres?
¿O no te cansas? ¿Y no te violentas?
Hasta te escurres, pretendiendo esconderte,
desvanecerte, disuadirte, despegarte, volar.
Creyendo todavía que te encierras, que te encierra.

Respira porque lo que haces ahora,
es despegar, aligerar, vaciar.
Y no te afanes en saber -que sería tanto y tan tedioso-,
simplemente experimenta, a través de tu quietud,
la calma, la liviandad, el vacío.

Dirás, ¿y la memoria qué?
¿Acaso no permanece?
¿Y si tu memoria fuese vacío también?
Vacío, vacío.

Acentúa tu exhalación.
Es cuando apenas estás permitiendo así,
que habite el Ser, tu Ser.

Mantente ahí,
aunque sea un instante, un poderoso instante.
Somos un instante.

Respira más, respira profundo, acercándote.
Y, sin detenerte, llega hasta ti,
a lo que tu respiro es y a lo que es tu respiro en ti.
Ahí, pronuncia gratitud.

Gracias me doy.
Gracias ofrezco.
Gracias acepto.

Asiento mi cabeza, la siento, la reconozco y respiro.

Om Namaha Shivaya