Respirar simplemente, nada más necesitas.
Sabiendo, igual, que es lo que más necesitas hoy:
El respiro consciente, sosegado,
que no guarde temor y que te estabilice,
sabiendo todo lo que se mueve dentro de ti,
al saber bien lo que pasa. Pasa tanto.
Tienes que afinar tu manera de percibir;
que, cuando sientas, no pase nada.
Así que respira.
No busques qué contienes ni cómo.
Más bien, libérate de lo que contienes,
en la forma en que lo percibas.
Si acaso es pesar, sin objetar, ve liberándolo.
Ciertamente existe lo que entristece,
agobia, desconsuela.
Pero en ti, por lo que sientes y tratas,
es que se disipe todo ese pesar.
Que, desde aquello que también contienes,
puedas asistirte y entender. Respira.
Es que hay mucho por entender en medio de todo esto,
en lo que serían las elecciones humanas,
las vías creadas para intercambiar,
para juntarnos y separarnos también;
para generar un sufrir que incómodamente nos vincule.
Tantos sistemas creados por nosotros
para expresarnos. Y es lo que ves:
todo lo que ves, es la expresión del Hombre,
el que se situó, se habitó,
se posicionó y se apoderó de esto.
Tu sabrás. Tu sabrás. Tú sabrás cuál ha sido,
cual será y cuál es tu elección. ¿Lo sabes?
Parte de tu respiro sabe.
Por eso tienes que producirlo así:
consciente, atento, volcado a tu interno, pronunciándose.
Y tú, ahí. En este, tu manifiesto, tu expresión.
¿Cuánto eres de esta expresión?
Al menos momentánea, buscada, producida, lograda.
¿Te gusta, te agrada, lo que expresas?
¿Atiendes cada una de tus maneras de expresarte hacia ti,
hacia el otro, hacia Aquello?
Porque, ¿qué crees es la expresión?
Lo que serías tú, en toda tu expresión.
Y sería igualmente tanto.
Somos tanto en nuestra expresión.
Te pregunto:
¿Desde dónde crees surge todo lo que expresas?
¿A quién lo direccionas? ¿Cómo se conjuga?
¿Qué determina? ¿Qué depara?
¿Qué produce, qué concluye?
Es tu Ser.
Tu expresión es tu Ser.
Sería lo que eres.
Por eso debes atender,
no solo lo que expresado está, visible, manifiesto.
Y no para disentir, confrontar, juzgar.
Solo para concluir en ti,
percibir en ti, confiar en ti, creer y,
aventurarte a expresar tu propuesta.
¿Cuál sería? ¿Cuál es tu propuesta de ti?
No fantasees, no mientas, no discurras, no supongas.
Propón, proponte.
Proponte algo hermoso, algo real, que te exprese.
¿Cuál crees que sería la más hermosa y
elevada expresión de tu propuesta?
Estima, considera y acepta.
Solo podrías expresar lo que verdaderamente contienes.
Por eso, ¿qué sería?
Respira firme, respira confiando,
igual bajo una propuesta:
saber amarte, saber ser.
Aunque no todo ni todos
logren expresarlo, hazlo tú.
Y, quizá cada vez, esa propuesta resulte más,
se sienta más, se perciba más.
Respira.
Porque son tiempos para expresar propuestas así,
poderosas, conscientes, amables, hermosas.
Y así combatir tanta expresión abrupta,
lacerante, violenta, infame, de lo que no es.
Respira.
Respira con alguna determinante.
Como siempre te digo,
con alguna promesa en pie.
Respira y agradece esta tú propuesta de expresarte así,
desde tu quietud, tu silencio, tu conciencia,
que te atiende y a quién atiendes.
Respira y crea tu expresión
Om Namaha Shivaya