Asegúrate de no guardar ninguna tensión.
Recórrete, observa, atiende y relaja.
Asimismo, mantén esa respiración fluida, consciente.
Que te permita, que te deje estar ahí,
en ti, atendiéndote.
¿Cuánto te crees?
¿Cuánta fe le colocas a esta forma,
a esta parte de ti?
Y ojalá sea toda.
Si nos atrevimos a venir a este mundo,
en el que la distracción,
el acecho y la aparente atención,
está dada para todo, menos para ti,
tendrías que rescatar, en estos momentos,
lo que en realidad eres.
Así que respira sin tensión,
con sutil atención y con profundos respiros,
hasta que sepas que sentirte
en quietud, en silencio, es un gran logro.
Es tu mejor manera
de contemplarte, de abstraerte.
Tu mente, más que desactivarse,
se activa para ti.
Se abstiene, se pliega,
sabiendo todo lo que contiene.
Y se abre. Se abre a lo que eres.
Respira, que, quien te contempla, es tu mente.
Y lo mejor que puede creer,
es que se contempla a sí misma.
Se conoce, se encanta y se maravilla del recurso.
Sabe igual,
que se trata del más magnífico recurso.
Porque es la misma mente
quien atiende y contempla tanto.
Elegido o no, existe una permanencia ajena,
dispuesta, armada, construida.
Y es lo que es.
¿Cómo podrías evitarlo?
¿Se podría acaso, evitar la realidad?
Aunque contemples lo visible, recuerda:
Existen realidades sin formas,
sin exposiciones, sin delito, sin atropello,
sin discriminación, sin abuso,
sin descaro, sin desaliento.
Por eso, reconócete.
Has elegido bien.
Has considerado contemplarte,
atendiendo lo que tu mente es.
Así como lo que ha elegido tu mente,
en esta atención: que la contemples igual.
Con tan simple recurso, que no fácil.
Respira sabiendo
que cuentas con el más inmenso recurso,
que no técnica.
Es tu más sutil interior, dispuesto,
voluntarioso, consentidor y abierto.
Respira sutil, si es que lo haces.
Nada es para que precipites un proceso,
escuches algo, veas a alguien o recurras,
quién sabe a qué.
Es, mas bien, nada.
Ni hacer ni sentir nada.
Ni esperar.
Si alguna cosa ocurre, no es.
Tu Ser no te llama, ni llama a nadie.
Simplemente está.
Simplemente Es.
Y lo respiras y te respira.
¿Porque a quién llamarías?
¿Quién vendría? ¿Qué te diría?
¿Qué quieres? ¿Qué esperas?
¿Qué buscas?
Y ahí estás, siendo todo.
Amada Esencia,
Divina Fuerza,
Constante Pura,
Luz.
No te sientas menos.
Ahí vas ¿Adónde dirás? Hacia ti.
No hay adonde ir, más que hacia ti.
Quédate en bien, respira profundo,
acercándote aquí, consciente.
Sabiendo que todo cuanto contemplas,
es lo que Es.
Lo veas o no.
Acuérdate que no todo lo que ves, es lo que Es.
Respira profundo,
agradeciéndote y, como siempre,
guardándote una promesa íntima
que puedas cumplir, realizar, lograr,
sobre el firme propósito de amarte más.
Respira.
Om Namaha Shivaya