Haz un breve reconocimiento de tu cuerpo
y permítete estar ahí, conscientemente.
Así como permítele a él, reconocerse en este momento,
en el que le pides y posiblemente le exiges,
que te sostenga para introducirte en ti.
Haz tus respiraciones todas conscientes,
atendiendo los conductos, lo que fluye,
la manera en que lo haces
y cómo, en principio, te vas sintiendo.
¿Cuál es la aceptación que tu cuerpo tiene de lo que contienes?
Si se incomoda, si se resiste,
si te hace sentir qué tanto está ahí,
o, por el contrario, se torna imperceptible.
Respira profundo.
Que cada respiro diluya cualquier sensación, física o mental.
Haz que, con cada respiro, puedas instalarte en eso que eres,
en ninguna parte, ni siquiera en tu cuerpo ni en tu mente,
más allá de tu respiro.
Y permanece ahí, en tu constante,
en lo único que existes, tan acá como allá.
Respira.
¿Qué deberías notar? Nada.
¿Ver alguna cosa? Ninguna.
¿Consentir algún pensamiento?
Solo aquellos que dulcemente te acompañan,
que no estorban, que no acechan, que no te mienten,
que ni siquiera esperan ser pensamientos.
Se trata de un flujo de tu propia constante,
que igual saben inmovilizarse, silenciarse.
Es también su juego.
Respira.
Nuestros días, nuestros extraños días,
aunque no lo creas, ninguno se parece al otro.
Y se van sucediendo en medio de ti,
en medio de todo tu pesar o tu plenitud,
registrando lo que consciente o inconscientemente concibes.
Eres quien concibe, eres quien los crea, eres quien los vive.
Eres quien pasa a través de los días.
Respira.
No es, ni más ni menos, que el tiempo, lo que creas.
¿Y entonces? ¿Cómo vas?
¿Acaso aferrándote a lo que crees cada día es?
¿O te atreves a pasarlos, transitarlos?
Concebirte desde lo que sabes quieres hoy,
desde lo que sabes eres.
¿Cómo existes cada día?
¿Qué crees buscas y qué crees encuentras?
¿Crees acaso, que hay tanto más por encontrar?
¿Qué es lo que no has visto?
¿Qué es lo que no has reconocido?
¿Qué es lo que no quieres sentir?
¿Será que lo que consideras, te afecta?
¿Que podría en estos días?
Si todos estos constructos, ya estuvieron,
ya los conocías y más que eso, has sabido trascenderlos.
¿Qué te muestran de ti?
Tienes que lograr desplazarte,
por los días que ves, con lo que de ti no ves.
No existe secreto, existe este ahora,
en el que eres tanto, no sabrías cuánto.
Y el tan solo habitarte, habitando esto,
te da cuenta de quién eres,
para qué estas y lo que te propones.
Eso sí, no te confundas más,
no te desvíes ni te arriesgues en vano.
Cree en ti.
En lo que sabes eres capaz de sentir, en bien.
En lo que eres capaz de obrar, en bien.
En lo que sería tu decisión,
trascender tantos planos oscuros,
maltrechos, negadores.
Existes para bien. Créelo siempre.
Existes por tu bien. Acéptalo todo.
Respondes al bien. Hazlo.
Respira a profundidad,
respira con fuerza y exhala igual,
con la misma fuerza.
Tienes que tener fuerzas.
Respira profundo, agradeciéndote.
Respira donde estás, ubicándote.
Respira conforme, pero aspira siempre más.
Respira.
Om Namaha Shivaya