En principio, atiende tu respiración, concéntrate en ella. Respira en entera libertad, desacelerando el ritmo, entregándote a tu profundidad. Es tan grato sentir como se respira y tienes que ir disfrutándolo, en medio de tanta inhibición. Respira con tranquilidad, sabiéndote en tu espacio y en este tiempo que te dedicas y no sintiendo nada propio o impropio, más bien, sumérgete en esa sutilidad, en la que también habitas, tanto como aquí.
Observa cómo tu propio mecanismo
se libera hasta de ti y una parte va quedando aquí y, otra se extiende. Respirar es un concilio
que media entre esas dos partes.
Respiras con confianza, cuando pareciera hoy un atrevimiento.
Pero tienes confianza porque sabes que has acondicionado tu espacio para ti,
sin condición ninguna,
más que este querer estar en ti.
Lo sabes necesidad,
refugio, constante.
Que nada ni nadie
te demarque
o te limite.
El respiro es una gracia,
una gracia infinita,
que lo tomas como el aliento que Es,
más que vital.
Y nada pasa,
nada pasa en ti.
Respira.
Nada pasa.
Porque así, donde estás, como estás,
¿qué podría pasar?
Solo estás pasando tú, una y otra vez, desde la constante que eres en ti.
Pasa tu sustancia, pasa tu esencia, pasan tus pensamientos,
pasa lo que sientes,
pasa lo que crees y
lo que no, también.
Te preguntarás, ¿qué más pasa?
Y creerás que el tiempo.
Solo si lo activas.
Solo si sabes permanecer
en la constante, que ni tiempo es.
Verás tu cuerpo, lo sentirás, lo has preparado para estar aquí,
para hacerte presente.
Lo tocas y lo sientes,
lo observas y lo ves.
Es tu mejor signo de permanencia.
Respira brevemente.
Obsérvate más,
porque igualmente,
existes en otra presencia.
Es lo que tu mente es.
Es la que más entiende el sentido
de tu presencia.
Ahora pregúntate, ¿la entiendes tú? ¿Has visto cómo se presenta a sí misma? Hace que te dice y dice que te habla.
habla lo que quieres y
quieres lo que sientes.
sientes lo que eres.
Fascinante.
En momentos así,
del tiempo que crea,
¿crees que lo crea, para qué?
Respira profundo y percibe cómo está, si se cree esto, esto que estás haciendo y que estás siendo. Es tan infinita, es tan abierta, es tan única. Hazla libre, hazla pura, vuelve a confiar en ella.
Confía en tu mente.
Es quien te ha traído y es quien te lleva. Sabe quien la ha creado y para qué.
Para que albergues la conciencia que es. Es su único plan,
su infinito propósito,
su verdad última.
Suspéndete ahí, sostenla.
Haz que también confíe,
en lo que crees de ti.
Ríndete y haz que se rinda a la infinitud de lo que sientes por ti.
No lo llames nada, no te confundas,
solo respira brevemente.
Respira libre, estás bien.
Respira profundo y vuelve a sentirte en este cuerpo, que has estado aceptando y que deberías cuidar. Respira profundo y acércate más a tu propio espacio. Sigue respirando hasta que te provoque estar bien. Respira profundo, hasta que puedas sentir gratitud. Respira firme y retorna aquí, a lo que vives, a estar con quienes vives y a querer vivir. Siempre se puede.
Tienes firmes alianzas y más con tu Ser.
Respira profundo y agradece.
Om Namaha Shivaya!