Cuanta más conciencia, menos dolor

MEDITACIÓN CON MATAJI SHAKTIANANDA

Toda la libertad que le des a tu respiro, le otorga, le da, libertad a tu vida.

Así que respira manteniendo un ritmo consciente, propio, que te traduzca tu libertad, tu fluidez, tu conciencia. Atiende, asimismo, cómo te comportas, en tu interior, contigo mismo. ¿Cómo asumes, cómo asimilas, este estado de quietud? Y haz el esfuerzo de lograrlo, de establecerte, de mantener tu serenidad, tu espíritu atento, tu cuerpo activo y tranquilo.

Respira con la intensidad que lo necesites, confiándote al momento, a tu real necesidad de hacer contacto, con todo lo que contienes, con todo lo que eres. Todo eso que te habita, habitando tú, a la vez, este espacio, este tiempo, esta circunstancia, esta realidad, esta sociedad, este sistema, esta recreación, esta simulación, este control, este descontrol, estas fuerzas. Hazte presente con las tuyas.

Tus fuerzas serían tu intención, tu capacidad, tu acción. Así que respira consciente como eres, consciente como estás. Si puedes siente tu fuerza. Si has aprendido, siente tu fuerza. Haz presencia, más que todo, en ti.

Renuncia a esa ausencia fingida,
cuando te descolocas,
incluso para no sentir dolor.
Dirás, ¿es que acaso, vivir duele?

Respira.
¿Es que acaso, he hecho de mi vida, un dolor?

Respira.
¿Vivo a gusto o a disgusto, con mi propio dolor?


Respira.
¿Sé diferenciar lo que es dolor con lo que no?
Incluso, ¿es que a veces no es suficiente mi propio dolor?
Que hurgo, exploro, consumo, contemplo, tanto dolor.
¿Es ajeno? ¿Me es ajeno?

Respira.
¿Es acaso mi inconsciencia producto del dolor?
¿O todo este dolor es producto de mi inconsciencia?

Respira.
¿Cuán responsable debo sentirme por el dolor que existe?

Respira.
A veces tan cercano, tan visible,
tan insostenible.

Asimismo, tan negado, tan resistido,
tan oculto, tan vacío.

¿Y si el dolor no existiera, no habitara?

¿Y si lo enfrentara, reconociendo el mío, así como el del otro?

Respiro.
Me pregunto, ¿qué o quién me ha infligido el dolor que guardo?
¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo fue?
¿Dónde fue?
Y, ante las inútiles preguntas, solo respira.
Solo respiro, sabiéndome en vida, sabiendo mi fuerza.
Cuanta más fuerza, menos dolor.

Cuanto menos dolor, más consciencia.
Cuanta más conciencia, más aceptación.

Este dolor, no es mío.
Todo este dolor, es de la inconsciencia.

Y, ante todo el dolor -cualquiera-, respiro en conciencia.
Prometiéndome, develar el propio, el que mi inconsciencia generó.

Este mundo, solo contiene nuestro dolor. El que le hemos depositado, porque del resto, es alegría, es bienestar, es bondad.

Y es que, cada día, ofrenda eso: plenitud, naturaleza, reinos de Luz, equilibrio.

Respiro en plenitud, respiro consciente, me confío en mis fuerzas, me revelo ante el dolor, sin excusas, sin tensión, sin negarme, respirando siempre, mientras viva, mientras viva, mientras viva.Respiro profundo, agradeciéndome el momento, la conexión, el propósito y la promesa interna. Nada más. No hay nada más.Respiro.