Ve tomando lo que realmente necesitas respirar.
Equilibra esa manera en la que introduces tu respiro.
Cualquier exceso, sería ansiedad, así que obsérvate y nivela, modula, regula, tu forma de estabilizarte, de hacerte consciente, presente y atento a ti, a lo que es tu Ser.
Confíate a este estado, ten certeza de que lo estás haciendo bien, de que puedes permanecer ahí, contigo, en tranquilidad, en sosiego, en calma. Ve desactivando una a una las tensiones. Algún olvido, algún recuerdo, algo pendiente, algo dicho, no dicho, algún gesto, alguna emoción. Respira todo eso. Toda tu impaciencia, toda tu paciencia.
Ten muy en claro, que no se trata de una simple técnica. ¿Cómo podrías reducirlo a eso? ¿Cómo podrías reducirte a eso?
Es tu Ser, es tu expansión es tu comunión, tu encuentro, tu momento, tu acierto en ti.
Percibe tu vibración, ese estado casi corpóreo en el que casi sin querer, te controlas.
Imagínate qué fuerza, qué poder, contienes, al ser capaz de estabilizar todo este sistema, con todo lo que es y contiene.
Y no se trata de historia, del pasado, más bien, todo este presente con el que habitas aquí, siendo tanto.
Respira eso.
Imagina por un instante a todo aquel que respira como tú. Comunión breve. Celebra esa disposición, este armonioso encuentro. Y celebra esa necesidad.
Destila desde tu interior, un sentimiento, por mínimo que sea, hacia ti, hacia al otro. Produce ese sano efecto de sentirte capaz de amarte, amando. Y como si no quisieras, sabiendo bien que se trata de una necesidad, ábrete.
Lo que crees eres, que se abra.
Lo que consideres eres, que se abra.
Lo que propones eres, que se abra.
Y si te atreves a querer, ábrete.
A veces cuesta, ante tanto temor.
A veces te resistes.
Ábrete.
Ayúdate respirando tenuemente, imperceptiblemente.
Ábrete.
¿Qué crees expides cuando te abres? ¿Qué crees sale de ti?
¿Qué crees contienes y qué eres capaz de expandir?
Y es que no tendrías que sentir,al contrario,
buscar sentirlo sería depreciar toda esa extensión,
todo ese manifiesto que eres.
Que no te asalte ningún temor, al saber que permaneces así,
abierto como estás, en tu plenitud, en tu serenidad,
en ese estado que crees emerge de ti.
Si ni siquiera adviertes tu cuerpo, si te has vuelto otro manifiesto,
si tu respiro se brinda tanto aliento, si tu pensamiento es un vacío.
Mantente así, siendo ese manifiesto, quizá tan conocido o tan desconocido.
Te preguntarás:
¿Qué obtengo?
¿Qué me deja todo esto?
¿Qué pronuncio, qué escucho?
¿Qué veo, quién me ve?
¿Qué atiendo?
Y para todo, una única respuesta:
al Ser que eres.
¿Te parece poco?
Y las preguntas serían:
¿Qué haces?
¿Qué eres?
¿En qué conviertes, cómo sientes o resientes a ese Ser?
¿Cómo lo asumes?
¿Cómo lo enfrentas?
¿Cómo lo asientas?
¿Cómo lo presentas?
Dirás: ¿a quién?
A ti.
Si tu respiro es, si tu aliento es… pregunta:
¿Qué tan abierto estás a tu extraordinario Ser?
¿Qué tan consciente estás de tu extraordinario Ser?
¿Qué tan presente estás en tu extraordinario Ser?
¿Qué tanto amas a tu extraordinario Ser?
¿Cómo cerrarte entonces?
Respira confiando en lo abierto que estás,
en lo que ya has vencido como temor,
en lo que ya has agotado como desesperanza,
en lo que ya has decidido abrirte a tu Ser.
Así que respira con más serenidad y tranquilidad que antes, si es que hubo un antes.
Permanece ahí, conscientemente presente.
Respira agradeciéndote, respira comprometiéndote
y prometiéndote abrirte cada vez más a toda tu verdad interna, a todo tu encuentro.
Respira.
26 de junio 2019