¿Tu mente te niega
o te afirma?

MEDITACIÓN CON MATAJI SHAKTIANANDA

El dominio, el control de la mente, es el principal objetivo de la meditación. La mente es el lugar donde se reproducen los programas de nuestro karma, y es por ello que a partir de la guía de la Madre Shakti podemos comprender primero, la importancia de disociar lo que ella dice acerca de nosotros mismos y lo que realmente somos y queremos ser. La mente, a su vez, es el instrumento, que nos permite generar una conexión superior si logramos aquietarla, si logramos que funcione en propósito de luz. La mente es la puerta para que los estados de conciencia más elevados puedan ser alcanzados.

Recórrete perceptivamente, externa como internamente. Trata de percibir cada parte de tu cuerpo. Cómo se instala, cómo se encuentra ahí, en tu conjunto. Percibe toda tu forma. Ve respirando profundamente, en la medida que te recorres.
Haciendo depósito en ti, de ti.

Asimismo, percibe tu interno. No te hablo de los órganos, sino de lo que guardas.
Cúmulos, depósitos de tus sensaciones, tus percepciones y de lo que sientes. Respira todo eso, hasta que te permitas librarte, extenderte, incluso deshabitarte.
Que sólo penda lo que tu mente es. Esa constante de ti.

Respira a conciencia y, si puedes, mentalmente. Que sea tu mente quien te perciba, que perciba lo que respiras. Y que poco a poco, se vaya aquietando. Mantenla quieta con cada respiro. Juega con las distancias entre uno y otro respiro. Hazlos que duren cuanto así necesites. Es decir, procúrate un éxtasis con tus respiros, un deleite, un extraordinario disfrute. Sólo sería tu mente, la que podría generarte eso. La que mueve y remueve tus neuronas, maquinaria y filtros, de todo lo que eres.

Haz que cada respiro te brinde más serenidad,
más confianza en esa estancia que eres tú.
Eres tu propia estación de Luz.
Eres el elemento creador.
Eres la constante viva.
Eres la mente activa.
Eres.

Mantente, logra eso. Siéntete capaz de sentir que habitas en conciencia, tu estación. Y que desde todos tus circuitos, internos y externos, estás produciendo lo que se llama vida. Eres vida, eres una vida, bastaría que lo sepas conscientemente, el habitáculo de tu conciencia y que tu mente lo sepa más, lo sepa bien, sepa eso.

¿Qué quisiera saber tu mente, que no sepa ya? Si te sabe a ti, ¿qué más quisiera saber? ¿Qué sabe de ti? ¿Qué sabe tu mente de ti? ¿Qué sabes tú, de tu mente? Y es en este momento, en el que se produce esa correspondencia.

¿Sientes alguna correspondencia entre tu mente y tú?
O por el contrario, ¿sientes una disociación?
¿Está haciendo lo que quieres?
¿O tú estás haciendo lo que ella quiere?
Habrás oído, que todo es mental.
¿Quién es entonces la mente?
Respira.

Tendrías que revisar si tu mente niega o afirma.
¿A qué o a quién tendría que negar o afirmar?
A ti ¿tú, siendo quién?
Respira.
¿Quién cree tu mente que eres tú?
¿Acaso ella?

Respira sutilmente, delicadamente, amorosamente, sólo para decirle:
soy más, soy más, soy mucho más.

Porque existe tanto más, me habita tanto más, siento tanto más, percibo tanto más, quiero tanto más.

Reserva aliento, reserva respiro. Y déjala que produzca esa sana suspensión. Que recorra su vacío y ya no te encuentre. Porque estás produciendo otro encuentro. Otro encuentro, no precisamente ahí. No se trata de un más allá… ¿dónde? ¿Dónde quedaría? Es tan en ti, es en ti.

Respira profundamente tan profundo y lento como puedas y tráete de vuelta, una vez más. Recuerda la vida, la que estás viviendo.

Respira y prométete algo, cualquier cosa. Ríndete en gratitud a tu hermoso Ser, tan despierto y abierto, tan voluntarioso, tan amado.

Respira.

24 de abril de 2019

0 Comments

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *