Jugar. Perdonar. Amar
MEDITACIÓN CON SRI MATAJI SHAKTIANANDA
24 de enero de 2018
Recuerda tener tus párpados sutilmente cerrados, sin tensión. Igualmente el entrecejo, libéralo de tensión. Tu rostro todo, altivo. Tu boca, plácida. Tus respiraciones, profundas, serenas, que te llenes y te vacíes. Toma todo el aire que necesites, es tuyo, es de ti, está para ti.
Aprende a vaciarte, a despejarte, a soltar, a liberar pensamientos, tensiones, fuerzas adversas. Visualízate, recorre tu imagen, esa que tienes de ti. ¿La tienes? ¿Sabes verte? ¿Te atreves, te apruebas, te gustas, te amas?
Respira.
Y si tu mente te detiene, acepta. ¿Qué hay ahí? ¿Por qué te espera ahora, en este momento? ¿Qué quiere de ti? Observa tu mente, ¿qué dice, qué quiere? Ve despejándola, hasta que sepa encontrarse en este momento que has elegido para estar contigo, sabiendo que quieres estar contigo. Lo necesitas, lo has acordado.
Y de tantos pensamientos, tantas sensaciones, que no atiendas ninguna. Que de tan caótico el instante, no exista nada que te perturbe, te incomode, te moleste.
Respira.
Estás contigo. Pregúntate sinceramente ¿no es acaso divino? Lograr detenerte, aquietarte, mantenerte con tu aliento, sin mayor necesidad que sentirte en agrado con tu Ser.
Respira.
No contarte nada, no escuchar nada, no ver a nadie, no fingir, no exaltarte ni comprometerte.
De respirar, ve suspendiéndote. Suspéndete en tu aliento. Breve, quedo, constante.
Sin nada que demostrar. Sintiendo tus pequeños movimientos involuntarios. Si son involuntarios ¿quién los realiza? ¿Qué o quién se mueve en ti?
Respira.
Y quien se impaciente, pierde. Poco a poco te vas desconectando de tus sentidos, perdiendo esa sensibilidad física. Te vas introduciendo con la fuerza de tu respiro a lo que realmente eres. No eres cuerpo, no eres mente, eres todo eso y más. ¿Cuánto más? ¿Quién lo sabe? Tú lo sabes.
Te preguntarás: ¿qué sé? ¿qué se de mi? ¿sé de algo, sé de alguien? Lo sé Todo. ¿Acaso de la Nada?
¿Qué percibes? ¿Qué percibes más allá de eso que late? ¿Qué será? ¿Quién sería? ¿Te aparece algo, te aparece alguien? ¿Cierto que no? Y a la vez, es toda esa constante, todo ese fulgor imperceptible, invisible. ¿Por qué habría de mostrarse?
Respira.
Y si te atreves a sentir, que tan sólo sea ese vacío que se instala en tu pecho. Esa inmensidad indescriptible. Ese conector, eso inmaterial, pero accesible. Sostente ahí. Mantente. Es cuando se activan tus circuitos de luz, los que están vivos y los que están muertos.
Es desde tu intención, tu voluntad, que empieza la alquimia, el juego, la comunión.
Respira profundamente restableciéndote, incorporándote a ti, sintiendo nuevamente tu cuerpo, eso tan vital, tan perfecto. Sintiendo tu pecho, el refugio del Todo. Si te provoca, coloca tus manos ahí, concibiéndote en tu fuerza.
Respira profundo y agradécete por tu comunión, tu voluntad de asistirte y esas ganas de querer y saber estar en ti, conocerte, reconocerte y amarte profundamente, serenamente.
Respiraciones conscientes, sabiéndote aquí y ahora, haciéndote presente.Preparándote para seguir, para reconocer a los tuyos.
Jugar, perdonar, amar.
Que te alcance tu aliento, valores tu voluntad y por sobre todo, tu inmenso Ser.
Respira.

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