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Una gurú

salida del closet

26  octubre  2017

Me sigo atreviendo, así, sin reparar en convencionalismos, ni censura, menos la propia.  No me tocan -entiéndase bien- juicios, ni prejuicios, ni resabios antiguos o tendencias humanas recientes. Tanto menos un click asomando una cara en azorada y enrojecida maldad capaz de devastar integridades. Ira pues, esa que campea por los predios de la sociedad enredada y presa en sus redes. Emojis que delatan la conducta humana, demasiada humana para mi gusto.

Este reciente periplo por Bogotá, Guadalajara y Miami fue atronador. Zonas de guerra disfrazadas de paz, ciudades refugio pero abatidas de narco-terror y pantanos dragados que resisten heroicamente ya no a las inclemencias climáticas, bien sabemos que inventamos el calificativo sonoramente poético, la realidad es que para inclementes, nosotros.

Atravesar naturalezas vivas y muertas con el convencimiento exacto de que se está amando al Ser, por encima de todo, resulta intenso. Ego espiritualizado pulverizado y tensiones internas mediante, lo que impele es este querer ser cada vez más. Adelanto mis disculpas a quien pueda sentirse herido por la atrocidad que cometo a diario en mí. Me vale, pero también me toca aclarar que es mi decisión de vida.

Desde los primeros intercambios en Bogotá me impregné de una energía inédita. Sin aseverar creo que experimenté como un remanso existencial que me llevó a decir sin parpadeo: estoy saliendo del clóset. Así, sin expresión visible de escándalo y menos de vergüenza, más bien respondiendo al aire mundanal que casi me asfixia y hace radicalizar no sólo la actitud sino el verbo y, por supuesto, la acción. Salí del closet en que me escondía por mi postura profundamente espiritual. No existe ningún otro sentido de la vida para mí.

Repito: sí, salí del closet. Lo siguiente sería un ¿y qué? Es decir, me voy al extremo de no tener que lidiar en ninguna instancia con quien no pueda con eso. El resto será historia, para quien la necesite, no es mi caso, vivo al día con esta elección de tomar el lado espiritual que tiene la vida. El único en realidad, pero que por una y otra cosa, se nos chispoteó ese propósito. Me he convertido en una monógama espiritual, que no una fanática, menos extremista ni tampoco dogmática.  Desde la posibilidad que brinda hoy este mundo, envuelto en pareceres existenciales que no dan cabida a libertad de ningún tipo, que persigue todo lo que no se ajuste al molde y que condena sin decoro, sin pretexto, sin piedad, me resisto tras el amor propio, la fe y la voluntad para andar y eso basta y alcanza. Nada sobra.

Para muchos habré salido del closet hace tiempo, pero les aseguro, nunca así. Y es que los tiempos nos están permitiendo mucho al mismo tiempo que poco y discernir la oportunidad propia es vital. Todo se clasifica, se distorsiona, se conjetura con la vara de la ignorancia y la incredulidad. Vaya coctel de bienvenida para cualquiera que pretenda nacer de sí mismo, en lo que sea. No existe distingo en la impiedad.  El látigo de la indiferencia, la burla, el ataque, la sospecha azotará, pero esta vez no hay cruz que valga ni cuerpo que resista. Sostiene el desprendimiento y la bondad. Hay  fuerza en el Ser sobre la fe de la existencia en vidas que ya no soportan la esclavitud de los sentidos, el culto al status, la omisión de prioridades y la no respuesta.

Sea lo que sea lo que se sepa de uno mismo hay que creérselo y el resto que vaya buscándose una vida a quien rendirse en cuentas y cuentos. Mi historia presente: estoy fuera del closet. Me acepto toda.

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