hola

Gurú Sin Estuche

5  octubre  2017

Sigo.

Puede que suena simple y ordinario mi estado de reflexión e inflexión. Pero este ejercicio es determinante para exponerse sin restas ni sumas exacerbadas, sabiendo hoy que cada quien (des)atinará con su juicio desde el estado de conciencia en que se encuentre.

El choque ante la figura de un Gurú es inevitable, también lo fue para mí. ¿Quién en su sano juicio quiere responsabilizarse por la guiatura o la orientación, en estos tiempos, de persona alguna? Ya la vida propia late y se bate demasiado para andar de “buen samaritano” exponiéndose y ofreciendo ayuda a quien ni siquiera sabe bien si la quiere o si la necesita. Sé bien hoy que todo es parte de un umbral por atravesar dentro de la enquistada memoria –selectiva, por lo demás– que el hombre ha querido sostener sobre lo que cree creer o lo que le conviene creer.

Asimismo, todo será mito y superstición convenido en dogma y esa explosiva mezcla cuenta para invalidar(se) ante cualquiera intento, humano o divino, de expresar esas aristas de la conciencia que van surgiendo en la medida que nos vamos desprendiendo de esta inhumana condición del ser.

Recordar la resonancia que produce un buen Gurú, estremecer los filamentos internos, las cadenas de ADN que se atreven a vibrar al contacto somero con alguien que en memoria activa significa un tropiezo con las más mínimas desviaciones de conciencia que hemos mantenido y las estruja, las moviliza, las tensa, es ir alcanzando o comprendiendo la naturaleza de los más sólidos convenios humanos de expandir la conciencia.

Si te enseño me enseñarás, si te sigo me seguirás, si te busco me buscaré, si te encuentro me encontraré, si te reconozco me reconoceré, si me rindo te rendirás, si me entrego te entregarás. Todo eso me permito. Gestiones del alma que sólo se atreve a experimentar quien sostiene memoria del ser espiritual. Aquello que la razón en temor niega. Niega el amor descifrado en misticismo. Aquello también que el hombre creó para recrearse.  Misticismo que cada vez pareciera ser más válido ante tanta crudeza existencial. Aquello que, por lo demás, nos arrebata la fe en la conciencia, nos desbloquea los filtros de dolor, compasión y desarraigo.

Claro que ya a estas alturas, con la formalización de una escuela para el desarrollo, la evolución, el cultivo de la conciencia,  o como quieran entenderlo, lo que celebro por encima de toda maldisposición y crítica es el inequívoco aliento espiritual que generamos. No puedo ni quiero negarme ese sentir íntimo que ni pretendo ni quiero que nadie lo entienda.

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