En medio de los sonidos precisa tus sonidos. Quédate con el sonido de tu silencio. Y respira en él. Identifica los sonidos de tu mente que son finalmente tus pensamientos. Ve aquietándolos. Ve callándolos y permanece respirando.

Agradece tu quietud. Esa forma que has encontrado tan propia de sostenerte en ti. Agradécele a tu cuerpo todo lo que te permite y respíralo, y déjalo que te respire.

Busca desensibilizarte. Que cada uno de tus sentidos se neutralice. Y eso lo hace tu mente, sabe hacerlo. Poco a poco, va desconectando los circuitos sensoriales para permitirte esta introspección, esta suspensión, este vacío, que es donde realmente estás.

Lo que realmente eres.

Y más que encerrarte, encapsularte, la idea es que te amplíes, que te extiendas, que te expandas, que te proyectes en todo tu campo vibratorio. No tendrías que sentirlo ¿desde dónde? Tampoco tendrías que verlo ¿cómo?

Es toda tu invisibilidad. Haz consciente tu parte invisible. Hazte consciente de tu invisibilidad.

¿Cómo se respira lo invisible? Y confía, si se puede. Lo estás haciendo. Lo estás siendo. Todos tus cuerpos. Todo tu campo. Toda tu aura. Y es como fórmula exacta para encontrarte en tu vacío.

Usa, utiliza, maneja un mínimo aliento. Considera el no respiro. Intima clave. Que ni tus tenues latidos ni tus mudas pulsaciones, te produzcan inquietud.

Ya sabes que eres todo eso dentro de este fabuloso sistema.

No busques visiones. Menos sensaciones. No busques nada. Extiéndete confiando en tu plenitud. Arriesga. Y sé, que poco a poco has ido desarrollando una interconexión, primero con todo tu complejo sistema; y luego con todo aquello que te identificas, sea lo que sea.

Existe tanto ¿no te parece? Existen tantos ¿no te parece? Existe todo ¿qué te parece?

Es maravilloso. Tendría que parecerte maravilloso. Y dirás ¿por qué? preguntarás ¿por qué? Te cuestionaras ¿por qué? Porque es la respuesta.

Desde hace tanto tiempo, es poco lo que nos maravilla. Por todo lo que hemos hecho. Por todo lo que sentimos. Y deberíamos, rescatarnos a nosotros mismos.

Practica el no respiro. Sin tensión, sin angustia, muévete hacia otro estado.

Busca otra regencia. Moviliza tu conciencia. Y aunque creas que no sabes hacerlo, forza tu mente. Tarde o temprano cede, porque de alguna manera también se siente maravillosa.

Escucha bien humano: “Toda esta naturaleza es transformable. Experimenta tu voluntad. Si atiendes tu mente, podrás hacerlo sin que te debilite, sin que te domine y mucho menos te gobierne”

Latido, pulso y aliento, clave íntima.

Neutralizas, desactivas, alcanzas, movilizas planos de Luz por habitar dentro de ti mismo.

Maravilla, maravilla, maravilla.

Ser inmenso créete, créete. Es en lo único que deberías creer, créete.

Poco a poco vuelve a ser consciente de tu respiración. Sabiendo bien cuanto respiras. Cuanto necesitas. Cuanto quieres.

Restableciéndote, reinstalándote en tu aquí y ahora. Presente siempre.

Respira profundo. Hazte consciente de quien eres, donde estas, respira profundo.

Atiende tu cuerpo. Permite que se relaje.

Encuéntrate ahí, en lo más visible sin olvidarte de lo que encuentras en lo invisible.

Haz conjunción perfecta. Unificación perfecta.

Amado mío, agradezco el encuentro. Celebro el intercambio. Me rindo ante tu valor. Maravilla.

Om Namaha Shivaya