Fulgor. Ardor. Amor
30 de Junio de 2017
Te confieso, todo surge como un ardor.
Algo que ebulle adentro, profundamente,
en un espacio que no se sitúa en este espacio ni en lugar alguno.
Y cuando me pregunto ¿qué es, qué recibe, qué emite, qué proyecta?,
sé que el vocablo que podría definir eso, te podría resultar tan común como ajeno.
Cuando desde alguna parte se nos nombró,
se nos mencionó y también se nos definió como chispas,
jamás me imaginé, que de ser así, de vernos así, de sentirnos así,
ese fulgor podría cegar así, arder así.
Cuando sientas ese ardor, considéralo.
Permite que se expanda, que situado donde está, donde quiera que sea, lata, pulse, vibre.
Y que sepas y puedas mantenerlo como lo que sea.
Hasta donde sé es una constante que te habita.
Y que tú, sólo tú, puedes alimentarla, sea lo que sea.
Y que tú sólo tú, eres eso, por demás único.
La ventaja es que jamás podría desprenderse de ti, tampoco perderse y menos apagarse.
Es lo que tú, voluntariamente, has querido generar en ti.
En cierta forma podrías provocar y modular eso, identificarlo.
Porque se trata de una corriente de luz infinita que te pasa y te traspasa
y muchas veces ni siquiera lo adviertes, ni siquiera lo sientes, y te conformas.
Si me preguntas, lo siento en mí como si se tratase de un conducto para ti.
Empieza a responderte.
¿Acaso lo sientes? ¿Acaso lo ubicas? ¿Sabes de lo que te hablo?
¿Estás consciente? ¿Te provoca sentirlo, puedes hacerlo? ¿Estás ahí?
Luego no digas que nadie te lo refirió, te lo contó, te lo advirtió.
O lo que podría ser peor, que nadie te dijo, que existe quien Es.
Ante tal profusión, activación, voluntad y entrega, son y están así,
generando ese ardor, esa luz, con tal intensidad, que podría quemarte.
Pero no es la idea, no es así.
A veces, apenas se conforman con que te sientas en ti, chispa como eres.
Ojalá quieras, ojalá puedas.
Om Namaha Shivaya
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