Se Fue Leticia Salerno
15 de enero de 2017
Si no fuera porque hoy hablamos, como siempre lo hacemos, de verdad; tantos en presencia y tantos más por conexiones de red, ella ahí, en su cuadrito, correspondiendo con su atención y su disciplina, ésta partida hubiese sido incomprensible, y como siempre pensamos cuando la vida parece arrebatar vidas: más que injusta. Ya sabemos que nada de eso es. Lo único, sí, inesperada. Y es que cada vez que nos encontramos -de la forma que sea- ya nos ronda lo definitivo y lo irreductible.
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Así se fue Leticia Salerno. Así, esperando y aspirando consagrarse en su condición de swami, algo que se daría muy pronto. Sé que se fue llenita de luz, pese a sus quebrantos de consciencia, cada vez más entendidos y reducidos en revisiones constantes que la hacían crecer en su encanto propio.
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Por fortuna lo ha dejado por escrito, en su último mail, del 31 pasado:
“Om Namaha Shivaya mi amada gurú … quise compartir mis logros 2016 y es algo así: no ha pasado un solo día de este año en que me haya olvidado de sus enseñanzas, unos días más, unos días menos, pero siempre en mi práctica diaria, mis meditaciones cada día más sentidas, más profundas. Cada día extraño menos a todos y a todo y a la vez encuentro más amor en todos y en todo … recuerdo mucho más mis experiencias oníricas… finalmente Ma he sentido quien y que soy y puedo decirlo, escribirlo sin duda, sin miedo … sé que aún me falta camino por recorrer pero por primera vez, en esta existencia, sé que he recorrido un camino… agradecida por siempre y en servicio de la luz … Su amada discípula…”
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Este fue su mensaje en el chat del encuentro de hoy: “ONS…!!a mostrar lo mejor de mi!!!….agradecida siempre.” Que sus palabras nos sirvan para no rendirnos. Siempre me escribía con una fascinante manera de comprenderse a si misma, y me contaba sus episodios oníricos fuertes, como bien sabemos se pronuncian nuestros registros por disolver.
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Su partida fue trágica, un accidente en el que también se fue su hijo Miguel Angel. Una de sus tres criaturas a las que tanto amó y jamás dejó de asistir y ayudar. Queda eso, su recuerdo en todos sus alumnos en la Universidad de Oriente, núcleo Anzoátegui, en Venezuela, quienes se alimentaron de su vocación y su dedicación. Queda su ser en nuestra alma, y su eterna presencia en los espacios que amó, sobre todo en la montaña que tanto caminó. Así como su respiro junto al nuestro y esa sonrisa tremenda… indescifrable… que guardaba pero a su vez ofrecía tanto. Le beso el alma, como siempre. Que su luz se funda con aquellos tan cercanos que se despidieron antes y se mantenga en todos sus hermanos, en nuestra amada Gladys, en sus hijos y nietos.
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Sólo les pido que elevan una oración por su alma, a todos, y más quienes la conocieron y estuvieron cerca.
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Abrazo en luz.
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