En cierta forma, les debo la meditación del Miércoles que pasó.
Entonces, hagamos ahora mismo un esfuerzo, y así hoy Viernes, meditemos un rato.
Respirando pausada y profundamente, teniendo en consideración, en cuenta,
que no es lo mismo meditar a solas, que en tan suprema compañía
–todos los que estamos aquí, en este lugar, hoy-

No se tu, pero mi cuerpo arde, fulgura, y siento que eso se expande.
¿Sabes por qué?
Porque existe como un campo magnético, tan condicionado, tan elaborado, tan trabajado.
Y desde lo que tu vibras, me atraes y resulta irresistible crear desde ese campo
– lo que entiendo es una fuerza, tu fuerza, mi fuerza-.

No se tu, pero es más que un sentimiento, que una sensación, que un supuesto.
¿Qué crees que sea ésta atracción? ¿Qué?
Y para mí, es lo que contienes, todo eso, expandido igual.
Impresionante, me impresionas.
Me haces pensar, sentir, creer que todo este conducto es tan real…
Y jugar por aquí a las realidades, es hasta riesgoso. Me impresiona.

Eso en cierta forma, nos ha ido facilitando que busquemos, no diríamos con ansiedad,
sino con frenética certeza, lo que la nueva instancia o condición requiere.
¿Adivina qué?
Y aquí lo requerido, eres tu. Lo que seas tu.
Y no tanto es lo que crees ser, sino lo que eres.
¿Diferencia no? Diferencia.

Estaríamos entonces confirmando hoy, que el recuerdo se muestra.
Y te confieso que para mí, eres el más hermoso recuerdo.