Entonces, me agarró una Fuerza, una Fuerza de Luz,
de esas que creemos no conocer
y que nos son ajenas,
porque si has entendido bien,
todo se trata de eso:
energías, fuerzas, Luz, no Luz,
y así todo el tiempo,
todo nuestro tiempo,
todo lo que el tiempo Es.
Y me agarró, ¿para qué?,
¿desde cuándo me agarró?
Y pensar que ha sido desde siempre,
como también lo será, así… para siempre.
Porque aquí donde estás, donde me ves,
donde crees sentirte, sólo existe Luz.
¿Y sabes por qué te lo digo?, para creérmelo también.
Cada vez, y te lo he dicho antes,
está siendo más difícil
concebir estas formas de Luz.
Y me dirás:
¿cómo lo sabes? Y también te lo he dicho,
por lo que he experimentado.
Y ya que llueve,
y que podríamos estar un tiempo más aquí,
y hasta aburrida estoy de cómo debo limitarme
ante lo que muchas veces tu presencia es,
me permitiré extenderme.

Mira lo que pasó. En este tiempo, algunos pocos…
algunos pocos decidimos establecernos
en un principio del que recordábamos
era una valiente interpretación de lo que la Luz Es.
Y cuando eso ocurre, esa Luz se convierte en una Fuerza.
Y como sabrás, en estos planos, las fuerzas tienen formas.
Y no es que las tengan, se les dan.
Y te he venido hablando de lo que tan hermosamente
hemos sabido imaginar, concebir, para creer.
Y, como siempre, te preguntarás:
¿creer en qué?
En nosotros, que como también sabrás
no es tarea fácil.
¿Cómo? Mira todo lo que ocurre,
lo que está ocurriendo, tanta desesperación,
tanta miseria, tantas desgracias,
tanto desamor, tanta fuerza adversa.
Y detente ahí.
¿Qué pasó?
¿Desde cuándo se revirtió tanto la Fuerza?
¿Para qué, quién lo hizo, por qué?
Y yo sé que ya sabes: nosotros mismos.
Y no te estoy contando nada que no haya vivido,
o me estoy yendo fuera de aquí.
Pasó aquí, entre nosotros.
Y también sé que no es una historia exclusiva,
sé que contienes la tuya.