Y es que ya lo escribí.
Decía, que ya lo escribí.
No parecieran ser los tiempos para trabajar así.
Y cuando digo trabajar entiendan bien:
Jamás resulta un oficio, una obligación.
Es como si me hubiese atrevido a entonar una melodiosa pieza, situada en el olvido.
De allí que muchos no sepan entonarla, ni siquiera la recuerden.
Y se podría pensar: ¿Entonces para qué?
Y es que no se trata de volver al pasado, ni habitarlo.
Ni tampoco se trata de ser el pasado.
Se trata casi de un rescate, tras un clamor, una petición.

Y hasta donde me lo he propuesto, no contemplo la intención de refutar o segregar a algo o alguien.
Y no es que crea que todo está bien, si no este mundo sería otro, incluso nosotros seríamos otros.
Pero somos los que somos, y estamos donde estamos, siendo esto.
Entonces, tengo en decisión ganar mi espacio en este tiempo. Pese a quien le pese.
Y sólo pido, porque me atrevo a pedir a los seres que me acompañan, que sientan lo que son.
Que si no pueden, me abandonen, me descarten, me ignoren.
No podría hacer más.
No puedo pedir ni pretender que cada uno con lo que cree saber de sí mismo puede estar en Mí,
pueda ser en Mí.
¡Qué más quisiera!
Pero hasta ahí no se puede, no se debe.
Este deber, aunque no lo crean, no lo sepan ni lo sientan, es un deber perfecto.
Y nadie que aún se sienta con tantos derechos, puede entender un deber así.
Y eso lo respeto.
Me quedaré así, como lo que soy para cada uno.
Pero eso sí, sólo ejerzo mi capacidad de Ser en Luz, de ser en Paz y de ser en Amor.
Nada más.