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DUYT. DIARIO URGENTE Y TARDÍO. DÍA 2.

6 de abril de 2016

Día 2

Se espesa el ánimo y no recurro a nada. Ver la lluvia -antes- era distinto, creo. No logro entender qué cambió y no creo que sea la lluvia, aunque sé que no siempre es la misma. Decir que uno tampoco es lo que sigue. Predecible ¿no? tal y como hoy lo es la lluvia. Escuchar gota por gota, gota a gota, cada gota, jamás agota. Rima tonta e inútil.

Del vapor a las nubes, de las nubes a la precipitación. Cuántas lluvias precipitadas, dilúvicas, cáusticas, devastadoras, terapéuticas, noticiosas. ¿Cómo no impregnar este diario de lo que sale en los diarios, cómo? Si llueven las noticias, a diario, por miles, en centimetrajes tal como por metros cúbicos. Por doquier. Desbordan. Inundan. Inmundas.

Los informes surgen y urgen -como este diario- desde cualquier punto del planeta a las pantallas traducidas en unidades de luz con sus cualidades e intensidades conocidas como candela, estereorradián, luminancia. Códigos de luz que notifican toda la oscuridad que nos empapa a diario. Y permea. Es ahora cuando llueve por dentro, íntimamente, y “El Niño”, ese fenómeno austral no encuentra refugio. Como tampoco, al parecer, los niños de Siria. Más de diez mil desaparecidos que pueden aparecer en cualquier parte siendo otros, sirios igual, pero otros, quizá menos niños pese a la inexactitud de las cifras.

Ver la lluvia ya no tiene nada de infantil, tampoco de romántico, a lo más, de real. En realidad llueve y no pareciera haber refugio.

P.D. Sí, recurrí a una ocurrencia: Le toqué la armónica a tres niños cachetones en el supermercado, mientras su padre estaba distraido pagando. Se rieron de lo lindo. Fue lindo.

Om Namaha Shivaya

Mataji Shaktiananda

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