¿Cuánto no te estarás preguntando?
Y habíamos quedado en que, en cierta forma,
deberías parar, asentarte, asimilar y aceptar tus recursos nuevos.
Porque los tienes.
Y, a partir de allí, hacer, construir, vivir un ahora.
Tienes que hacer un ejercicio mayor, interno, y llevarte a sentir eso.
Porque en verdad pasó, ya ocurrió.
Estás habitándote bajo otra frecuencia.
Estás en otra vibración de tu propio ser,
aquel que te prometiste alcanzar para continuar
y a lo mejor sientes hasta un vacío.
Es como si algo te socavó y ese algo fue el tiempo.
Por eso ahora tienes que construirlo a razón y en función de lo que haces,
de lo que eres, de lo que quieres.
Y para eso tienes que graduar bien tus pensamientos, tu sentir y tu acción.
Y no tienes que afanarte en pensar,
en creer que estás bajo un dominio mayor.
Tú y solamente tú puedes permitirte ser.
Ni siquiera atiendas a ese control que sabes puede venir de esa parte de ti
que aún no acepta quién es.
Pero cree. Se te hará más fácil consentir tu ser.
Y es que observarte ahora mismo y trata de extenderte esa plenitud.
Es como si nadaras en tu propia conciencia y la sientes infinita, poderosa.
Eso es libertad.
Ahora bien, tienes que saber qué quieres hacer con ella.
Y ahí está tu mayor tarea.
Por eso es que tienes que asumir bien lo que hoy eres,
si ya lo entendiste, si ya lo sentiste, ¿qué crees quedaría?
Y de verdad lo que queda es hacer.
Lo que te queda es realizar.
Esa es la verdad de todo: realizar lo que crees es el Ser.
Que buenos ojos que te dio para que vieras de lo que es capaz.
Y te otorgó tantos sentidos para que sensible seas.
Y te dotó del sentimiento mayor para que sólo ames.
Maravillosa realización.