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Nota Nocturna-Vivir es una fiebre humana

13 de Enero de 2016

Deberíamos sentir la vida como lo que es: fiebre humana. Síntoma inequívoco de un estado, de consciencia, por supuesto. Por lo que ese estado nos daría índice de nuestra situación, condición, posición, disposición, como queramos vivir.
Se trata de un estado febril de la consciencia. Es posible que esa fiebre responda -en el mejor de los casos- a lo dicho: una reacción y así estaríamos en medio de las leyes cósmicas, al corresponder a los juegos de la acción. Siempre será la propia. Pero podríamos también haber creado una infección, por contagio incluso, y lo que puede ser peor: una enfermedad. Acaso un virus.
Resultaría fácil pensar que sí, más si el programa de autoconocimiento se instala en uno. Por lo que la posibilidad de aceptar que la permanencia en un cuerpo humano puede, no sólo ser una enfermedad, sino un vicio. Un vicio de consciencia, sin duda, la peor de las enfermedades conocidas y posibles. Tan confeso y asumido como todos los demás, mucho menos identificable y comprendido, entendiendo poco de afectos, apegos y falsas resoluciones.
¿Quién podría en medio de tanta epidemia hacer diagnóstico alguno? ¿Qué urgencia habría por erradicar la condición humana que nos sujeta al regodeo febril de la vida? ¿Ya ser humano es una condición enferma, viciada? Daría diagnóstico seguro desde el temor reinante: sí, es una fiebre, por momentos sana, otros insana.
¿Es buena noticia para quienes hemos buscado alguna cura? Me pregunto tras sopesar entonces que es apenas un síntoma de un cuadro ¿grave? Tanto como podría ser la misma vida. Porque hay vidas graves, indiscutiblemente, tanto como breves y ahí puede estar inmersa la gravedad, en su más notoria brevedad. Lo es, si contemplamos que nos tomamos nueve meses para introducirnos aquí y el esfuerzo amerita otro tanto, de tiempo, claro. Porque en muchos casos se nace desahuciado y en otros sólo pende la determinante de la muerte, como la incertidumbre más segura. Y lo que puede ser más mortal: la cura, no es ni vivir ni morir, es la inmortalidad.

Om Namaha Shivaya

Mataji Shaktiananda

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