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Donde el viento sabe orar

15 de Julio de 2015

«La naturaleza no posee nuestro sentimentalismo y tampoco nuestra crueldad imbécil.»

                                                                      Alexandra David-Neel

 

En el Tíbet el viento sabe orar. El hombre lo enseñó a su manera. Después de sentirlo supo que era el preciso elemento para que desde aquí, esta Tierra compuesta de tanto y de nada, hiciera la diligencia justa por donde estuviera ¿y por dónde no? de dispersar, desperdigar, en fin, «aspavientar» sus peticiones. A saber, la de siempre: ser libre. Más, de sí mismo. Entonces los mecanismos de acción del karma se activarían para obtener el dharma. Ni más ni menos: que el viento sople a su favor. Y creo que si nosotros mismos no activamos nuestros aires internos, ni un ventarrón activaría nada. 

Lo sedujo con colores vivos, formas concretas y dibujos místicos. Es que el hombre sabe aunque no crea. Si cree, no es que la cosa cambie pero se potencia. El mismo hombre se potencia. Pero no desde el poder que busca dominio o supremacía, todo lo contrario, más bien, su libertad, la propia. De esa libertad que no contiene nada más que su ser, oficiante de si mismo, sin la aberrante tarea de poseer, someter o controlar a otro.

Flamantes banderines poblan las planicies y las cumbres en los Himalayas. Se trata de una conquista silenciosa de su entrega y devoción. ¿Registra el viento todo esto? Seguro que sí, porque el espectáculo es glorioso. Celebra, en cierta forma, la gloria alcanzada desde aquí por quien se habita.

Marañas entretejidas, redes de banderas multicolores se extienden por doquier, buscando cruzar, atajar, romper el paso de ese viento que ha aprendido a soplar plegarias. Sí, sopla, susurra y grita venteando lo que el hombre sabe es y necesita: ser libre.

Se trata de un esplendoroso poder de inventiva e imaginación al buscar siempre su salida. Qué podría ser alguna entrada, a otros mundos y otros reinos. En los que ya los lamas tibetanos han habitado, habitan y habitarán y desde donde se nos insta en sabiduría: «mi mno, mi bsam, mi shes, mi dpyod, mi sgom, rang sar bzhag».

Estos consejos de Tilopa a Naropa se traducen así:

«No recuerdes

Deja ir lo que ya pasó
No imagines

Deja ir lo que puede venir. No tengas expectativas.
No pienses

Deja ir lo que sucede ahora. Estate en experiencia intuitiva. No pienses, sé.
No examines

No trates de interpretar nada. No especules. Le interpretación viene de la carencia, no de la presencia.
No controles

No trates de hacer que algo suceda. Sólo siente.
Descansa

Relájate, ahora, y descansa»

Finalmente….¿habrá viento ahí?

Para saber más de los banderines:

Om Namaha Shivaya

Mataji Shaktiananda

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