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El sueño del pizarrón… apenas anoche.

24 de Marzo de 2015

No podría dejar de escribirlo. Ha sido  la propuesta más real que jamás haya sentido en sueño alguno. La sensación -más allá de lo onírico- fue inductiva, casi imperativa y hasta obligante. Tanto que lo febril del momento tuvo que ser irremediablemente transcrito.  Me encontré de repente frente a un pizarrón que aludía, ni más ni menos, a la portada de este instrumento comunicacional y red social que es el Facebook. Acababa de borrar la fórmula de la Dra. Cavazza para escribir el que está en la actualidad, que va por el pronunciamiento de que «Amar es simplel».

Me encontraba ante un incipiente grupo de personas que simultáneamente levantaban la mano para hacer preguntas y demás cuestionamientos.  Se agolpaban inquietantemente entre gestos, alusiones y extendían sin reparos las intrigantes razones que no les hacían confiar demasiado en esta aseveración. De repente, en medio de tal algarabía, surgió una pregunta que llevó a un silencio colectivo: ¿se puede amar si aun se registran sentimientos de venganza? gritó alguien sin haber respetado orden alguno de intervención. La voz retumbó de tal manera que fueron muchos los aturdidos e inútilmente capaces de determinar desde dónde o quién había formulado la pregunta. Se extendió como un eco atronador.

Hubo silencio. Tanto y por tanto tiempo que fue aprovechado por quien irrumpió para sollozar en su propio silencio. Y volvió: ¿se puede amar desde la venganza, conteniéndola aun -repreguntó, esta vez, delantándose desde toda su naturaleza. Hubo respuesta inmediata: «no, no es posible», es imposible en tanto la sed de vengarnos persista.Y todo iba en referencia, asimismo, a que no existe nada imposible», correspondiente a otro tema lanzado, hace poco, por esta red.

Seguí:  «cuando la intención de vengar está viva, latente y configurada se desdibuja toda capacidad de amar. Y lo más importante sería determinar que cualquier actitud o sentimiento de venganza es siempre hacia uno mismo, jamás hacia el otro. Quien venga se está vengando de sí mismo, bien sea por reclamo, arrepentimiento, dolor y rabia», concreté. Seguí: «Es la resultante de lo que sabemos hemos  creado, producido, permitido en «nuestra contra» y eso es una energía que carcome el alma, aquella alma que se coloca en desventura en si misma e intenta involucrar al resto, incriminarlo en delitos, en acciones que detonan hechos o situaciones comprometidas desde la moral, la ética y las relaciones acordadas y no decir romper el principio inquebrantable de la vida».

Aquella alma, la que se debatía entre su interrogante y su verdad-mentira, se envolvía en su dolor-rabia de una forma impenetrable. Empezaron entonces las intervenciones aisladas, sueltas, espontáneas y hasta desordenadas, en principio dirigidas con furia y saña hacia esta alma, pero se hacía un giro que me sorprendía en mi posición. Ese giro fue hasta físico, por movimientos, de esos que sólo se realizan en situaciones oníricas, me encontré del otro lado, ya el pizarrón no estaba detrás de mi, estaba delante de mi, por esa magia pues de los sueños posibles. Y el grupo debatía en cuestionantes revueltas, caóticas y desveladas.

Fluyó el intercambio: ¿Entonces todo evento es absolutamente propio?. Lo es. ¿Cómo identificamos eso? Recobrando la conciencia de las acciones y las reacciones. ¿Es indispensable amar? Lo es. ¿La venganza es un sentimiento nuevo o responde a secuelas o patrones pasados? En su mayoría se traen, aunque la idea es identificar y disolver antes de recaer en acciones que lo activen. ¿Por qué señalas que son nuestras creaciones? Somos seres que pueden crear lo que necesitan, sea lo que sea. ¿La venganza es una creación humana? No, exclusivamente, pero la hemos potenciado con nuestros ciclos evolutivos, y la reservamos como recurso de acción cuando la idea es desecharla. ¿Es la venganza una respuesta? No debería. Ya no. Más si se ha tenido la oportunidad de experimentar un juego distinto, pero somos lentos. ¿Reincidir es la regla o la excepción? Lamentablemente es la regla sin que sea ley. Nos vengamos hasta de la ley. La ley es amar.

Voy literal. Hubo una pausa que fue escándalo. Quien sollozaba dejó de hacerlo. Quien cuestionaba se aquietó. Quien calló gritó. Todo resultó ensordecedor. Hasta el silencio que se instaló de repente. Busqué una puerta y salí. Me esperaba alguien con una libreta, de esas que uso y un lápiz de mina afilada. Escribe, me dijo. No quiero -respondí- hasta escribir puede cansar cuando no hay quien lea. Reflexioné y dije, me dije, lo haré para mi, como siempre. Escribí y leí. Esto. Sin enmiendas, ni tachaduras, sin redacción previa, sin argumentos elaborados ni tergiversaciones de contenidos. Aquí está lo soñado. Simple: lo soñado. Sin reglas de realidad ni de irrealidad.

Todo esto fuera realmente una irrealidad, si no hubiese sido porque antes de acostarme, de disponer mi ser a ese evento casi diario, en el que nos entregamos al reposo abrí, como de costumbre, desde una intención oracular, la autobiografía de Yogananda y releí, ¿al azar?, parte del capítulo 30, La ley de los milagros. Un par de páginas arrojaron, como siempre, luces a mi sentir, además de reforzar mis diarias peticiones de voluntad y exactitud. De allí partió esta sutil elaboración que agradezco. Así como me rindo en gratitud a todos ustedes que son mis más firmes y exactos Maestros. Gracias por ser. Gracias por permitir. Gracias por vengarse cada uno de si mismo, aunque crean que lo hacen en mi y así será hasta que aprendan a amarse. Seamos libres. Amor siempre. Sigamos. Om Namaha Shivaya! 

P.D. Agradecida a los lectores, los de verdad, no los que siempre terminan leyendo a si mismos.

No me gustaría lecturas furtivas o desganadas, menos comentarios alegres, digo, alegres si, superficiales no. Tampoco «likes» en automático, me perdonan. Todo esto del FB ya me tiene refrita, lo saben.

Sea en mi tu creación.. mi propia petición sobre la Ley del Milagro.Extracto del Cap.30 
La ley del Milagro

Extracto del Cap.30 La ley del Milagro

Om Namaha Shivaya

Mataji Shaktiananda

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