El ciclo de vida humana se dio como contrato propio. Un anatema dentro de los miles que nos hemos ido creando a razón de nuestro vivir, en descontrol y desacato.

El Nuevo Amanecer es y será siempre un nuevo comienzo, una nueva emisión solar estará en la perspectiva no sólo de nuestra existencia plena, sino en este período terrenal que nos ocupa y nos retiene.

Una programación de vida cumplida y ejercida, sobre todo por quienes se dieron a la tarea de encontrarse. El plano dimensional se observa como una espesa capa que nos estorba y nos aleja de lo irreal, sabiendo que es de ahí de donde hemos surgido como un sutil compendio de fuerzas de Luz.

El temor es más ajeno, así parece y así es.

El bulbo raquídeo bulle en sustancias y nos deja el fervor de la otra realidad, aquella que nos posee como una suerte de ensoñación mágica que nos permite saber el potencial de la Luz y sus ventajas.

El camino se hace estrecho y largo, pero el ánimo prevalece. Estamos reaccionando por fin al estado del Dios más poderoso, y es el Amor incondicional.

El resultado está en cada uno.